GM Madrid | viernes, 27 de febrero de 2015 h |

La primera polipíldora aprobada en Europa para la prevención secundaria cardiovascular, desarrollada por investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) en colaboración con la farmacéutica Ferrer, llega a España para los pacientes que han superado un evento cardiovascular (CV) y requieren de un tratamiento para reducir el riesgo de un segundo evento.

El medicamento incluye tres principios activos: un antiagregante plaquetario para evitar la formación de trombos, el ácido acetilsalicílico, una estatina para controlar los niveles de colesterol y para estabilizar la placa de ateroma, la atorvastatina y un inhibidor de la enzima convertidora de angiotensina (ECA), antihipertensivo que evita el remodelado del corazón que se produce tras un infarto, el ramipril. Se comercializará bajo el nombre de trinomia y los expertos afirman que son tres las ventajas principales que han permitido que se haya autorizado el medicamento en 15 países de la UE.

Por un lado, ha demostrado que es eficaz en mejorar la adherencia al tratamiento al ser tres compuestos en una sola cápsula; por otro, su coste, ya que aunque varía según los países, es una intervención coste-efectiva, de modo que el incremento en la adherencia se traduce en una reducción del número de de eventos CV, reduciendo así los costes asociados y, finalmente, será de utilidad en países en vías de desarrollo, donde actualmente tienen lugar el 80 por ciento de las muertes por enfermedad cardiovascular y donde la accesibilidad a estos tratamientos es prácticamente inexistente.

“Para desarrollar este tratamiento, cuya idea puede parecer simple a primera vista, se han tenido que superar muchas barreras, ya que se trata de un proceso galénico muy complejo, completado con éxito habiéndose podido demostrar su bioequivalencia”, asegura José María Castellano, autor principal de varios estudios sobre la polipíldora.

Aunque la polipíldora ya está disponible para los pacientes españoles, existen ensayos clínicos planeados y en marcha para analizar, entre otros parámetros, el coste-eficacia de esta estrategia terapéutica una vez autorizado el medicamento, tal y como comentan los promotores del mismo.

“Tenemos la oportunidad de vehiculizar una estrategia de salud pública a nivel mundial y pensamos aprovecharla”, comunica Valentín Fuster, alma mater del proyecto.