C.M.LÓPEZ Madrid | viernes, 01 de julio de 2016 h |

La Unión Europea y Estados Unidos llevan años negociando el Transatlantic Trade and Investment Partnership, más conocido por sus siglas TTIP, y a pesar de los que piensan que estos acuerdos no verán la luz en 2016 fuentes de la Comisión Europea aseguran que es posible.

Las negociaciones de este tratado no están siendo fáciles y las posturas son muy diferentes. Sus defensores sostienen que impulsará la economía y el empleo a ambos lados del Atlántico, mientras que los detractores advierten de que un acuerdo de este tipo solo beneficia a las grandes empresas y rebaja la protección social de los países europeos. La sanidad no se ha quedado al margen, y los profesionales sanitarios insisten en conocer qué influencia tendría el TTIP en los servicios sanitarios. A esto se suma la anunciada salida de Reino Unido de la Unión Europea que genera inquietudes en términos de fiscalidad.

En este nuevo marco, los profesionales advierten de que las reformas que implicarán estos acuerdos “serán profundas y variadas para los ciudadanos y profesionales sanitarios”, explica el presidente de la Organización Médica Colegial (OMC), Juan José Rodríguez Sendín. Para plantear estas inquietudes, la OMC ha organizado la III Jornada Europea ‘Retos y orientaciones de la profesión médica y del sector sanitario de la UE’.

“La UE ha podido tener éxito en lo económico pero en lo fiscal y social podría haberlo hecho mejor”, explica Sendín. A su juicio, entre las prioridades de Europa la sanidad no queda a la cabeza de la lista.

De este modo, está convencido de que se debe reforzar las confluencias entre países y simplificar los mecanismos en la toma de decisión para conectar a las distintas regiones, así como para mantener un desarrollo económico, pero solo si se respetan “los avances políticos, democráticos y sociales y el desarrollo de la salud pública”. Sendín sostiene que los recortes del PIB en la presupuestación pública están haciendo mella en el Sistema Nacional de Salud (SNS). España no es el único país en esta situación. Hace unos meses las órdenes médicas (colegiaciones) de España y Portugal se reunieron para llegar a la conclusión de que el papel que otorga el TTIP a las instituciones provocará un desequilibrio si los tratados quedan por encima de los estándares regulatorios de los Gobiernos en el marco europeo.

A juicio de Sendín, las regulaciones en materia de salud pública, que es competencia de cada país, “pueden ser entendidas como barreras para la comercialización de productos y servicios”, por lo que el TTIP evitaría el desarrollo de nuevas normas orientadas a mejorar la protección de la salud.

En el ámbito del medicamento, considera que el tratado limitaría el derecho a la transparencia y la información a los pacientes en relación con los ensayos clínicos y productos médicos. Por todo esto, los médicos tienen claro que quieren “tener voz” en el ámbito de la UE para defender estas premisas.

En este marco, la OMC siempre ha advertido al Gobierno que reclame “sin ambigüedad” a la Comisión Europea la exclusión explícita del tratado de cualquier materia relativa al SNS, al sector farmacéutico y a la salud pública. Una cuestión que ya contemplan estos acuerdos, como han destacado tanto la eurodiputada del Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas, Inmaculada Rodríguez-Piñero, como Santiago Fisas Ayxelá, eurodiputado del Grupo Popular y Demócrata, encargados de resolver las dudas entre la profesión.

Visión de los expertos

Tanto para Fisas como para Rodríguez-Piñero, el TTIP no puede obligar a los estados a que “privaticen los servicios sanitarios si no lo desean”. Fisas asegura que cada país tiene las competencias sobre sus servicios públicos, y, por tanto, “tienen plena libertad para decidir cómo los financian, cómo los organizan y cómo los prestan”. De hecho, explica que en todos los acuerdos comerciales que ha firmado la UE se ha mantenido la máxima protección de los servicios sanitarios, “y esto no es una excepción para el TTIP”.

A su juicio, los objetivos del acuerdo son eliminar las barreras arancelarias y no arancelarias entre la Unión Europea y EE.UU. permitiendo así la creación de la mayor zona de libre comercio del mundo. “Ha de entenderse como una oportunidad de cara al futuro, no solo económica”. Del mismo modo, recuerda que el Parlamento Europeo y el Consejo deberán ratificar y aprobar el texto negociado por la Comisión. Ningún acuerdo internacional puede entrar en vigor sin que el Consejo dé su consentimiento y sin que el Parlamento Europeo lo apruebe por la mayoría necesaria.

Rodríguez-Piñero en esta misma línea explica que las directrices del Consejo a la Comisión Europea para la negociación del acuerdo con Estados Unidos recogen este principio y prohiben de manera expresa una merma en la calidad de nuestros servicios públicos. “Ni el TTIP, ni ningún otro acuerdo comercial puede interferir en esta competencia y poner en cuestión el derecho a la salud pública universal, a unos servicios médicos de calidad, al acceso a los medicamentos y a la capacidad de nuestros gobiernos para regular e impulsar políticas en favor de estos objetivos”. Asimismo, la eurodiputada socialista aclara que el tratado no establecerá ningún derecho a “expectativa de beneficios en materia de servicios sanitarios”, de modo que ningún inversor podrá denunciar a un gobierno por modificar sus políticas en esta materia.

Con respecto a la cooperación regulatoria, Rodríguez-Piñero tiene claro que no los países no perderán soberanía y añade que el TTIP pretende converger en cooperación mejorando los estándares mediante la supresión de trámites y requisitos duplicados.

“Son muchos y muy positivos los progresos que se han producido en la UE”. Para el secretario general de Sanidad, José Javier Castrodeza, los avances, a nivel general, que se han llevado a cabo en materia de movilidad entre los países de la Unión Europea han sido importantes. Sin embargo, es consciente de que en materia sanitaria se podría haber hecho más hincapié. Quién sí ha estado trabajando para mantener el ritmo frente a la Unión Europea ha sido España. Así, cuestiones como el real decreto de formación en la especialización médica; la creación de áreas de capacitación: el registro estatal de profesionales sanitarios,del que espera que lo ponga en marcha el próximo Gobierno; y la validación periódica de la colegiación, junto con el desarrollo continuo del médico, pueden poner a España a un buen nivel dentro de la UE.

Además, como recordó Castrodeza la interoperabilidad en España es una realidad. El sistema electrónico de tarjetas que abandera el SNS puede servir como ejemplo para otros países. Para Castrodeza Europa y España colaboran de manera fructífera, de hecho, recientemente se ha puesto en marcha la creación de una red de centros de referencia, al igual que otras estrategias en materia de adquisición de medicamentos y productos sanitarios.