EDUARDO DÍAZ-rUBIO, Coordinador del Plan del Cáncer 2003 | viernes, 07 de septiembre de 2018 h |

El progreso en la promoción de la salud y en el control de las enfermedades agudas durante el último tercio del siglo XX, determinó en el mundo occidental el aumento de la esperanza de vida y con ello la necesidad de abordar las enfermedades crónicas, donde el cáncer emergió como uno de los grandes retos. Las sociedades científicas habían insistido en sucesivas ediciones de Libros Blancos en 1988, 1995, y 2002, en la imperiosa necesidad de abordar el problema a través de un Plan Estatal de Cáncer. Por fin en 2003 y gracias al impulso de la entonces Ministra de Sanidad, Ana Pastor, comenzó a andar dicho Plan que fue continuado por Elena Salgado, ahora ya como Estrategia en Cáncer del SNS, y que dio lugar a un hito histórico con su aprobación en 2006 en el Consejo Interterritorial.

El esfuerzo para llevar a cabo un documento técnico de consenso fue titánico y en él participaron todas las Comunidades Autónomas, 40 sociedades científicas y 80 consultores externos además de asociaciones de pacientes. Los objetivos fueron reducir inequidades, y disminuir variaciones injustificadas en el riesgo de padecer cáncer, en el acceso de servicios preventivos y en la atención en servicios clínicos de calidad. Se encargó un informe al ISCIII para conocer la incidencia, prevalencia y mortalidad, lo que puso de manifiesto que el cáncer ya se había convertido en la primera causa de muerte. Todo ello dio lugar a recoger siete líneas prioritarias: promoción y protección de la salud; detección precoz; asistencia a adultos; asistencia a niños y adolescentes; cuidados paliativos; calidad de vida; e investigación. De esta manera se marcaron 20 objetivos, 37 acciones y 20 indicadores.

Hoy transcurridos 15 años puede afirmarse que los logros han sido enormes en todos los sectores y que España dispone de una red de hospitales sólida y fiable, así como estrategias en todas las CC.AA. Nadie puede discutir el progreso realizado, si bien es preciso recalcar que hay un gran campo de mejora y que los retos son los mismos que se marcaron en 2003 y 2006, por lo que el Plan de Cáncer sigue siendo una necesidad.

Lamentablemente, solo tenemos registros del 17% de la población, la política de prevención es desigual, los indicadores pueden ser mejorados, la mortalidad sigue siendo muy elevada, la financiación es insuficiente y la calidad en la atención y en la percepción del paciente debe ser implementada. Aún se sigue produciendo una variabilidad en la práctica clínica injustificada, con una organización mejorable y acceso desigual al tratamiento y a los biomarcadores. Además es preciso medir los resultados y para ello es necesario tener datos de calidad. En cuanto a la investigación la mejora ha sido notable en ensayos clínicos, pero seguimos teniendo el gran reto de la investigación traslacional.

En definitiva, el Plan de Cáncer fue de suma importancia y absolutamente crítico, pero necesita herramientas para conseguir los objetivos que entonces se marcaron. Es justo decir que el avance ha sido muy importante pero también es necesario afirmar que aún tenemos grandes retos encima de la mesa.