C.M.L. Madrid | jueves, 11 de octubre de 2018 h |

El Gobierno y la Generalitat de Cataluña han expresado su voluntad en los últimos meses de implementar la ciencia abierta con planes nacionales. A nivel europeo, la Comisión Europea junto con 12 organismos nacionales, todos ellos financiadores de I+D, impulsaron el mes pasado el Plan S, una iniciativa en la que se comprometían a exigir a los investigadores financiados con sus fondos que publicasen los resultados de los proyectos en acceso abierto e inmediato a partir de 2020.

Para seguir avanzando en este sentido tuvo lugar hace unos días un encuentro organizado por Biocat y la Obra Social “la Caixa”, donde se puso de manifiesto la necesidad de avanzar en la revisión del sistema de evaluación de los investigadores. Algo “imprescindible para impulsar la ciencia abierta”. Este movimiento promueve una investigación más accesible para todo el mundo, que sea eficaz, reproducible y transparente.

Como apunta Michela Bertero, colíder de BDebate y jefa de Asuntos Científicos e Internacionales del CRG, a GM la idea es ir más allá de los indicadores. Actualmente, muchas veces la evaluación de la carrera profesional de un investigador sigue centrándose en el número de publicaciones y el factor de impacto de las revistas científicas donde aparecen sus artículos.

De esta manera, distintos movimientos internacionales ya han subrayado la importancia de revisar este sistema para mejorar la forma en que se evalúa la calidad de los resultados y el impacto de la investigación, como la Declaración de San Francisco de Evaluación de la Investigación. Aparte de la cantidad, la evaluación de la investigación también debe tener en cuenta la calidad.

Durante el encuentro, René Von Schomberg, investigador de la Comisión Europea, comentó que el sistema de evaluación actual genera eficacia a nivel individual, pero ineficacia a nivel sistémico. Esto hace que, por ejemplo, el nivel de publicaciones en Europa sea muy alto, pero no se traduzca en niveles parecidos de innovación. Por eso, la Comisión Europea se plantea invertir en coaliciones multiactor que trabajen de manera cooperativa para buscar mejores soluciones a problemas persistentes y complejos.

Los participantes admitieron que aún queda un camino largo y duro por recorrer, que debe empezar por un modelo de evaluación diferente al actual. Los expertos propusieron un nuevo modelo de evaluación que debería ser más flexible, tener en cuenta la variedad de áreas de investigación, el contenido de los artículos científicos —y no solo sus métricas—, y el impacto de los resultados en su contexto. Estas y otras preocupaciones de la comunidad científica se incluirán en un documento, en proceso de elaboración durante las próximas semanas, tal y como apunta Bertero, para redactar una serie de recomendaciones para las instituciones locales, regionales, de ámbito estatal y europeo que les ayuden a impulsar la ciencia abierta.

Por otra parte, también se puso énfasis en crear incentivos para mejorar la reproducibilidad de los experimentos. Otras ideas pusieron en valor los laboratorios ciudadanos y otras iniciativas participativas para incluir a diferentes actores en la investigación. A nivel más general, los expertos convinieron la necesidad de promover una cultura más colaborativa en la que se compartan los resultados, así como los datos y los procesos para llegar a ellos.