J.V. Madrid | viernes, 17 de noviembre de 2017 h |

En enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa, los biosimilares llegaron a principios de 2015. El director gerente de la Confederacción ACCU de Crohn y Colitis Ulcerosa, Roberto Saldaña, no cree que su introducción haya modificado completamente la práctica clínica en estas patologías, aunque comienza a verse como algo diferente. Saldaña afirma que en los últimos tiempos han observado detalles que hacen pensar a los pacientes que han perdido el control de los medicamentos que utilizan.

Ante un genérico, explica, el farmacéutico informaba si no dispensaba la marca. Con los biosimilares es diferente: “según la zona geográfica , los pacientes no saben que están utilizando un biosimilar, y eso sí es grave”.

Lo mínimo, puntualiza, “es saber qué producto nos están dando, y si hay un cambio de biológico a biosimilar simplemente tenemos que tener ese dato. No significa que el cambio sea a peor, pero el paciente tiene derecho a conocer qué se le administra y también a rechazar un tratamiento, algo que puede hacer según la ley de autonomía del paciente”.

Saldaña alerta de que actualmente ven que a veces el cambio llega por consenso de la comisión de farmacia, sin el acuerdo del médico. “ Ya no es solo que el paciente esté perdiendo el control del tratamiento que se le administra, sino también lo hace quien toma las decisiones. Ya no hay un consenso sobre cuál es el más acertado para el paciente, muchas veces son personas fuera de la consulta quienes deciden sobre nuestros tratamientos”, denuncia.

El director gerente de ACCU llama la atención sobre las variaciones entre comunidades autónomas e incluso entre centros, que plantean la sustitución directa. “Hay comunidades más prudentes y otras que han planteado cambios de un día para otro, modificando los tratamientos de golpe”, puntualiza.

Además, aunque estos fármacos deben ser prescritos por marca, el paciente muchas veces desconoce el producto que le están administrando. Si en una historia clínica solo consta el principio activo y hay un cambio de hospital, no pueden aportar más detalles, destaca.

Hasta la confederación llegan historias que reflejan el desconcierto. Una de ellas, explica, la de un paciente que, sin ser informado, reparó en que habían cambiado su tratamiento, con la “mala suerte”, puntualiza, de que en esa ocasión sufrió efectos adversos. Situaciones que generan desconfianza, aunque en realidad estos efectos podrían haber sido causados por el fármaco anterior o por la acumulación de tratamientos. Al parecer, su médico no había avalado este cambio. “Si hacemos las cosas bien, nadie va a dudar de un medicamento, pero si se pierde la confianza en el médico o en el sistema, resulta complicado volver a recuperarla”, sentencia.

Artritis reumatoide

En septiembre de 2013 los biosimilares irrumpieron en el tratamiento de la artritis. Con su llegada, tal y como explica a GM el presidente de Conartritis, Antonio Torralba, los pacientes disponen de “más alternativas terapéuticas y, por tanto, más posibilidades de controlar los efectos de la enfermedad”.

La experiencia, en su opinión, está siendo “muy buena”, en el sentido de que cuentan con más alternativas para controlar la enfermedad. Sin embargo, aclara, en los últimos meses ha surgido polémica por los posibles casos de sustitución de tratamientos biológicos originales por biosimilares, “sin que haya un motivo médico ni sea informado el paciente”, y también “porque en hospitales de ciertas comunidades autónomas las personas solo tienen la opción de recibir el biosimilar”. Una situación que critica el portavoz de esta asociación, que considera que “no es justo que por vivir en una comunidad autónoma se tengan menos alternativas terapéuticas”. “Se trata de una discriminación que afecta a la calidad de vida de las personas”, lamenta.

No obstante, Torralba prefiere pensar que administración, políticos y profesionales sanitarios velan por la salud de las personas que necesitan estos fármacos. Por ello, confía en que ninguno de estos agentes incumplirá la ley y en que el uso de los tratamientos biológicos biosimilares “se hará bajo el marco de la legislación vigente a día de hoy”.

Aunque la legislación marca que solo es posible plantear una sustitución con criterios médicos, el portavoz de Conartritis no puede ‘ni asegurar ni desmentir‘ que se respete. En cualquier caso, advierte, se mantienen alerta y harán todo lo posible por que se cumpla. Áún así, existe el riesgo de que estos cambios persigan criterios economicistas. “Existe esta posibilidad —contempla— pero consideramos que lo que debe primar es el criterio médico y esperamos que sea lo que se imponga”.

Desde el punto de vista del paciente, siempre hay preocupación ante un cambio de tratamiento. “Está en juego nuestra salud —remarca— nuestra vida es totalmente diferente cuando tenemos controlada la enfermedad y una sustitución sin motivo médico puede provocar un empeoramiento”. El problema, añade, es que ante la falta de información se haga una sustitución sin que el paciente se dé cuenta o que de por hecho que es el mismo tratamiento, cuando no es así.

Desde las asociaciones de pacientes se trabaja para que sus derechos no se vean lesionados por decisiones administrativas. En este sentido, Torralba cita que Conartritis trabaja para que la Consejería de Sanidad de Madrid tenga en cuenta sus peticiones. Además, la coordinadora se ha adherido a la Declaración Conjunta de Médicos y Pacientes sobre los Tratamientos con Medicamentos Biológicos Originales y Biosimilares, en la que se reclaman garantías que regulen la prescripción de estos medicamentos y se garantice la información al paciente. Por último, también han suscrito el posicionamiento de la Sociedad Española de Reumatología sobre fármacos biosimilares. De hecho, tal y como destaca Torralba, las sociedades médicas y las asociaciones de pacientes tienen un mismo objetivo: “velar por la calidad de vida de las personas”.