Esther Martín del Campo Madrid | viernes, 24 de febrero de 2017 h |

El 52 por ciento de los trasplantes hepáticos pediátricos se realizan con donante vivo. Sin embargo, los donantes, generalmente los padres de los niños, no cuentan con ningún tipo de protección social y laboral. El resultado es que “casi el 70 por ciento de las familias que han tenido que ausentarse del trabajo para ofrecer un trasplante para su hijo han tenido problemas laborales”. Lo explica Luis Torres, presidente de la Asociación Española de Ayuda a Niños con Enfermedades Hepáticas y Trasplantados Hepáticos (HEPA), que acaba de presentar la campaña “Que salvar una vida no nos deje sin trabajo”, a través de change.org para impulsar una proposición no de ley que permita crear una figura de protección para el donante vivo.

De cara a esta operación, continúa Torres, el donante tiene que hacerse una serie de pruebas. Con excepciones, “muchos padres se encuentran que en el trabajo no les permiten justificar la asistencia a esas citas como pruebas médicas, ya que consideran que no están enfermos y que no es una asistencia al médico como cualquier otra”, advierte.

Además, subraya que no existe una cobertura dentro de la Seguridad Social como tal para ese momento, de manera que los médicos de familia optan por gestionar una baja por estrés o depresión durante esta etapa preoperatoria. “No debería ser así”, asegura, porque “ser donante vivo es un beneficio social. Reduce listas de espera, mejora la situación de la sanidad, porque recorta los gastos sanitarios en diálisis, los ingresos a medio o largo plazo para estabilizar al enfermo, y aporta muchas ventajas.

Por todo ello, el presidente de Hepa remarca la necesidad de que exista una figura que regule este tipo de situaciones. El objetivo es conseguir que un médico pueda proporcionar una “baja por donación”, que de soporte a las necesidades del donante durante todo el proceso.

Torres asegura que muchas familias se enfrentan a un problema grave. Y es que cuando el donante pide la baja para realizar la donación, algunas empresas se anticipan y despiden al empleado. Evidentemente, argumentan motivos de productividad, sin aludir a la donación, pero ante ese tipo de situaciones no existe un respaldo legal, asegura. El portavoz de los padres de los niños trasplantados reclama medidas en la línea de la protección especial de las trabajadoras durante el embarazo.“No evita el despido, pero añade un plus de protección al donante y reconoce su aportación”, asegura.

Además, matiza que no todas las empresas actúan mal y las que apoyan al empleado asumen un doble coste, con la baja del trabajador y el coste de contratar a un sustituto. Con medidas especiales, añade, la Seguridad Social asumiría una parte de este gasto, lo que supondría un desahogo para la empresa.

Con esta iniciativa, que ya ha sido respaldada con más de 6.100 firmas, la intención de HEPA es dar visibilidad a la donación de vivos. Una opción básica para los niños, que hasta hace poco tiempo tenían como única opción enfrentarse a listas de espera interminables, con una mortalidad durante este tiempo que rondaba el 30 y el 40 por ciento. Una opción que ha crecido en los últimos tiempos y que, según Torres, “debe crecer más aún”.

LOS DATOS

El 52 por ciento de los trasplantes hepáticos pediátricos son de donante vivo.

El 70 por ciento de las familias que optan por la donación de vivo para sus hijos han tenido problemas laborales.

Entre el 30 y el 40 por ciento de los niños en lista de espera fallecían durante este tiempo.