C.M.LÓPEZ

Madrid

| viernes, 21 de abril de 2017 h |

El debate sobre la obligación de la vacunación de los profesionales sanitarios siempre ha estado en el candelero, pero no todos los expertos creen oportuno imponerla como obligación.

Es indiscutible que las vacunas constituyen el instrumento de Salud Pública que más éxito han tenido en la lucha contra enfermedades infecciosas. Sin embargo, es preocupante que sean precisamente algunos profesionales del sector sanitario los que se muestran más reacios, rechazando vacunarse.

Los expertos coinciden en que son necesarias estrategias de vacunación selectiva dirigidas a grupos de riesgo. Pero sin duda, apuntan a que el mejor predictor de la vacunación de un paciente es haber recibido la recomendación de un profesional sanitario.

Se estima que la vacunación frente a la gripe estacional en España entre el profesional sanitario no alcanzó el 30 por ciento en 2011, cuando en el mismo periodo, en EE. UU., la vacunación antigripal de los clínicos superó el 60 por ciento, y en 2013-14 se alcanzó el 75 por ciento. En este contexto, parece claro que las bajas coberturas vacunales frente a la gripe entre el personal sanitario no son únicamente un problema de España sino que se trata de un fenómeno común en todo el mundo.

En Europa, Francia es el país que destaca por tener establecida la obligatoriedad de que los profesionales sanitarios se vacunen. En el resto, no existe obligación, debido al concepto muy arraigado en Europa de la libertad individual en relación a que las cosas hay que hacerlas por un principio de responsabilidad. En Estados Unidos, se está imponiendo en muchas corporaciones médicas la obligatoriedad de la vacunación frente a la gripe y están consiguiendo unas coberturas de 97-99 por ciento.

En opinión de Ángel Gil, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Rey Juan Carlos, obligatoriedad puede tener efectos negativos, “incluso en el niño”. El experto pone el ejemplo de las coberturas de vacunación infantil, “sin obligación alcanzan el 98 por ciento”, explica. En el adulto y el sanitario está claro que las tasas son bajas, pero con un ordenamiento jurídico, considera que estas cifras bajarían aún más. “Tenemos que sensibilizar, trabajar en formación y que se entienda que es bueno y positivo”, asegura. ¿Por qué no se vacunan los sanitarios?, “porque tenemos a mano la terapéutica necesaria para tratar la enfermedad y no sentimos la necesidad ni percepción de riesgo”, resuelve el experto.

Sin embargo, la información en este contexto viene de la mano de los profesionales. Por ello, el desconocimiento de la población es otra de las cuestiones que preocupa. La industria farmacéutica ha querido concienciar de este problema con varias iniciativas llevadas a cabo.

Coste-efectividad

Es el caso de Pfizer con el estudio PneuVUE, realizado por IPSOS Mori1, del que se desprende que ocho de cada diez españoles conocen la existencia de una vacuna para protegerse frente a la neumonía. El estudio ha concluído la importancia de dar a conocer la enfermedad y su prevención en nuestro país. De ello, los clínicos tienen una responsabilidad importante. Los beneficios, por tanto, a nivel clínico de la vacunación están plenamente constatados, pero estas no son las únicas aportaciones que realizan estos fármacos a la sociedad. Los ahorros generados por la inmunización dejan claro que estas medidas preventivas son claves para la sostenibilidad de los sistemas.

Guillermo de Juan, director de Relaciones Institucionales de GSK, asegura que los ahorros estimados de la vacunación alcanzan los 150.000 millones de euros.

Por su parte, Fernando Moraga-Llop, pediatra y vicepresidente de la Asociación Española de Vacunología, durante la campaña ‘Las vacunas cuentan a lo largo de toda la vida”, puesta en marcha por MSD explicó que por cada euro que el sistema invierte en vacunas, se consiguen unos ahorros directos e indirectos de 22 euros. “Las vacunas suponen tan sólo el 1,8 por ciento del gasto farmacéutico total”, incide.

Además, según los datos, una de las vacunas con mayores resultados en todas las edades es la que previene el neumococo, siendo la mejor opción para prevenir la enfermedad y la medida más coste-efectiva.