Esther Martín del Campo Madrid | viernes, 22 de junio de 2018 h |

Alrededor de 400 profesionales del primer nivel han participado en el curso “Avanzando en Depresión en Atención Primaria”, con el apoyo de Lundbeck. Jerónimo Saiz, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Ramón y Cajal, explica a GM los detalles principales sobre el abordaje de esta patología.

Pregunta. ¿Qué peso tiene la depresión en la atención primaria?

Respuesta. La depresión es una enfermedad muy frecuente y potencialmente grave y la primera línea que recibe la demanda de los enfermos que sufren depresión es la atención primaria. Es muy importante para el futuro del enfermo que la sufre su detección, diagnóstico y tratamiento precoz y adecuado. Esa responsabilidad cae muy a menudo en su médico de atención primaria, que muchas veces tiene distintas barreras para acceder a ello.

P. ¿Qué barreras encuentran?

R. Por un lado proceden del propio enfermo, que percibe de su problema síntomas que asimila más a una enfermedad física, como pérdida de energía, fatiga, pérdida de apetito, insomnio, falta de vitalidad, pérdida de atención, concentración y memoria, etc. Muchas veces acuden al médico buscando consultas con especialistas, exploraciones, tratando de llegar a un diagnóstico que explique estos síntomas. Otra barrera es que dentro de sus síntomas tiene el de considerar que ha hecho las cosas mal, sentirse culpable, reprocharse cosas, y esto le conduce a un deseo de resolver las cosas por sí mismo, y no de pedir ayuda, y esto es muy negativo y conduce a que no pida una consulta, y a que no colabore con la exploración o la entrevista.

P. El estigma que acompaña a la depresión es otra de las barreras…

R. En el caso de la depresión, el estigma es la creencia de que el enfermo deprimido es una persona débil, que no pone de su parte, que se abandona, se deja llevar… Pero no es justo, porque no es verdad, y encierra un estereotipo negativo y juicios de valor negativos que los enfermos tratan de evitar ocultando su problema. A partir de la crisis econmica, por ejemplo, las bajas por depresión han disminuido, cuando la depresión no lo ha hecho, todo lo contrario. Los enfermos en lugar de ir al absentismo hacen presentismo, siguen físicamente en el trabajo aunque hayan perdido facultades y rendimiento, simplemente por no ser incluidos en este paquete con una visión negativa de la depresión que puede conducir a su despido.

P. ¿Y qué limitaciones tienen los profesionales?

R. Muchas veces la falta de condiciones adecuadas para poder proceder a realizar una entrevista más o menos detallada, más o menos reposada, en la que se pueda pasar revista a los aspectos emocionales y al entorno psicosocial y circunstancial que acompañan a la enfermedad que nos plantea la persona que nos visita. Dar más tiempo a las consultas de los médicos de familia sería una condición y también mejorar las condiciones de todo tipo en las que se dan estas consultas. Privacidad y formación en estos aspectos es muy importante.

En general su formación es buena, hay oportunidades muy frecuentes para mejorarla, a partir de iniciativas promovidas por la industria farmacéutica, otras veces por la propia inquietud de los profesionales. Esto conduce a la realidad paradójica y trágica de que la mayoría de los enfermos no reciben un tratamiento adecuado. Algunos de ellos no llegan a ser diagnosticados. Otros no cumplen las prescripciones. Otras veces por circunstancias variadas, falta de medios, de recursos, de apoyo social… todo influye.

. Ante un diagnstico de depresión, ¿siempre ha de pautarse un tratamiento farmacológico?

R. No siempre. La depresión es una realidad bastante compleja y variada. En la depresión de leve a moderada está bien establecido que la psicoterapia sola puede actuar y puede ser suficiente. En las más graves, es imprescindible el uso de la medicación y en todos los casos la utilización conjunta de psicoterapia y farmacoterapia da mejor resultado.

P. ¿Qué alternativas terapéutica existen en la actualidad?

R. Los medicamentos que utilizamos para la depresión desde hace ya muchos años han mejorado sus efectos secundarios, la tolerabilidad, la aceptación que los enfermos tienen y su proporción entre riesgo y eficacia es buena. Desde la aparición de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina en los años 80 los avances que se han ido produciendo tienen que ver con un mejor perfil de efectos secundarios, mientras los índices de eficacia se mantienen regulares. Hay distintos argumentos de intervención sobre algunos perfiles sintomatológicos que antes no se consideraban mucho, como los trastornos cognitivos, las dificultades en atención, concentración, memoria, capacidad de organización y planificación, capacidad de decisión, lo que en psicología se llama función ejecutiva. Algunos de los medicamentos que han aparecido recientemente argumentan que tienen un efecto también sobre la disfunción cognitiva, que se puede abordar con técnicas psicológicas.

P. ¿En qué momento han de plantearse derivar al especialista?

R. Cuando vean que el tratamiento no está a su alcance. Una norma puede ser un enfermo deprimido con el cual se han hecho dos ensayos terapéuticos, dosis suficiente, tiempo suficiente y el enfermo no mejora. Igualmente en aquellos casos en el que se ha mostrado resistencia al tratamiento, dificultades de manejo, etc. La depresión es una enfermedad que tiene a las recaídas y esto también nos da algunos datos sobre cómo actuar. Luego también en aquellos casos en los que se pueda detectar un riesgo suicida o que aparezcan síntomas psicóticos son criterios de derivación directa.

P. ¿Cuál es el papel del entorno del paciente?

R. Es muy importante que facilite al paciente apoyo, comprensión, tolerancia para sus fallos y carencias. Es importante trasladar a la familia psicoeducación dar una información objetiva y completa sobre la enfermedad. Tenemos la concepción en la sociedad de que la depresión se caracteriza por la tristeza, es verdad, pero solo en parte, provoca que muchas veces asimilemos los síntomas de los enfermos deprimidos con la tristeza que todos padecemos en algún momento en nuestras vidas. La tristeza que tiene no es solo eso, es una tristeza profunda, una tristeza que antes se llamaba vital, que apaga nuestras emociones, nuestros instintos y cambia nuestra forma de pensar, hace que nos veamos desvalidos, que analicemos el pasado con una sucesión de errores, que analicemos el presente con la sensación de que no podemos hacernos cargo de nada y el futuro con una gran desesperanza. El deprimido se siente totalmente hundido y desvalido, se autorreprocha, y tiene síntomas que le provocan un gran sufrimiento moral y esto, en los peores casos, les lleva a desear la muerte y a provocar una conducta suicida. Es una enfermedad muy importante y hay que transmitírselo a los familiares para que la comprendan y para que no utilicen argumentos que puedan provocar sufrimiento y malestar.

P. ¿Qué les recomienda?

R. En primer lugar, buscar ayuda profesional, y una vez que se paute el tratamiento apoyar para que lo siga de una manera muy fiel. Es importante también instruir de que todos los fármacos antidepresivos tienen un periodo de latencia, desde que se empieza hasta que hace efecto transcurren una, dos o hasta tres semanas en las que solo se aprecian efectos adversos pero no los avances y es muy importante mantener la dosis. En este sentido el apoyo de la familia es básico.

LAS FRASES

La privacidad y la formación sobre la depresión son importantes en AP”

Algunos de los medicamentos nuevos argumentan un efecto sobre la disfunción cognitiva”