José A. Rodríguez Barcelona | viernes, 18 de noviembre de 2016 h |

Hay (pocos) momentos en la vida en los que las cosas se ven con claridad, como una epifanía en la que se revela cuál es el camino. Miguel Ángel Checa inició su residencia en el Hospital del Mar de Barcelona convencido de que el destino de la medicina le tenía reservada una plaza como cirujano. Hasta que presenció un parto.

Pregunta. Explícanos por qué cambiaste tu decisión de querer ser cirujano para convertirte en ginecólogo…

Respuesta. Muy sencillo, yo todavía era estudiante de medicina. Tenía claro que quería ser médico. Siempre me ha gustado ayudar a la gente. Y, cuando empecé la carrera, quería convertirme en cirujano. Hasta que un día presencié un parto, vi la alegría que sentía la familia, vi que era un momento tan especial, que decidí que quería ser ginecólogo. Recuerdo la intensa sensación de alegría de la familia, porque cuando una familia viene a un parto, es una celebración. Es la vida. Los partos suelen ser buenas noticias. Quería ayudar en esos momentos de alegría, aunque, claro, también se pueden complicar las cosas, y estamos preparados para afrontarlo.

P. Aunque en COU estuviste a punto de decidirte por estudiar filosofía…

R. Sí, es cierto. Sentía una gran pasión por la filosofía. Pero una profesora me dijo que yo siempre había querido ser médico, y que, además, siempre tendría tiempo de leer.

P. Y, ahora, ¿realmente te queda tiempo para leer?

R. Pues la verdad es que no mucho. Mi profesión me exige muchas horas de estudio. Aunque sí que dedico cierto tiempo a las lecturas, pero de libros más comerciales y menos duros de roer que los propios de la filosofía.

P. Se habla mucho de la humanización de la medicina. En el campo de la reproducción asistida, ¿los médicos deberían ser especialmente humanos en el trato con sus pacientes?

R. Pues sí. Yo siempre les digo a las parejas que quieren concebir un hijo y tienen dificultades que yo no tengo miedo a hacerles daño físico. Pero me da miedo lo que les pueda suceder a un nivel psicológico, porque, a pesar de que las técnicas de reproducción asistida han avanzado mucho en los últimos años, no siempre logran resultados positivos. En ese sentido tenemos que ser muy humanos. Debemos estar muy cerca de las parejas que están en el camino de la reproducción asistida, porque yo siempre les digo que no se trata de un esprint, si no que es una carrera de fondo.

P. ¿De dónce te viene la pasión por surcar los mares siempre que puedes?

R. Cuando era residente, en el Hospital del Mar, un día salí de una guardia y vi a unos chicos que guardaban tablas de windsurf. Me animé a practicar, y eso ha derivado en una pasión.

P. Windsurf, kitesurf, surf… ¿qué te aporta?

R. Cuando me meto en el agua, me olvido de todo: de los partos, de los artículos, de las clases en la universidad. Es un momento sólo para mí.

P. ¿Crees que hoy día los futuros médicos tendrán que surcar olas más altas y violentas que las que enfrentaste tú de joven?

R. Los médicos que suben hoy día, sin duda, están más preparados que lo que estábamos nosotros. Pero su camino no es nada fácil. Tienen contratos con menos horas, peores condiciones, en la mayoría de los sitios no se los promociona. Pero estoy convencido de que si se les dejara explotar, si se les ayudara, la medicina sería mucho más rica de lo que es actualmente.

PÍLDORAS

¿Un sueño por cumplir? Cómo no, uno relacionado con el surf: hacer un tubo en una ola.

¿Si no fueras médico? Me gustaría ser profesional del surf.

¿Un viaje por realizar? Australia.

¿Una ciudad? Barcelona.

¿Un libro? Los pilares de la Tierra.