SER/ La Unidad de Investigación trabaja en registros sobre control y optimización de uso de fármacos en enfermedades reumáticas crónicas e inflamatorias

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C. OSSORIO Barcelona | miércoles, 27 de marzo de 2013 h |

La Unidad de Investigación de la Sociedad Española de Reumatología (SER) tiene hasta 18 proyectos activos en la actualidad, entre guías de práctica clínica, bases de datos de pacientes y documentos de recomendaciones.

Uno de los más “emblemáticos”, tanto por el volumen de pacientes que recoge como por lo que ha supuesto en la práctica clínica en los últimos 10 años, es el proyecto Biobadaser, que nació con el objetivo de evaluar la seguridad de los fármacos biológicos en pacientes con artritis reumatoide (AR), espondilitis anquilosante y artropatía psoriásica.

Según comenta Federico Díaz González, director de esta Unidad, la base de datos contempla hoy el historial de 6.000 pacientes, y en un principio surgió debido a las alertas de reactivación de tuberculosis latente tras el uso de algunos biológicos, especialmente los anti-TNF.

“Esta fue una de las primeras bases que dio el aviso, y unido a las recomendaciones de otros registros europeos y americanos, ya existe una obligación formal de comprobar que el paciente tenga un mantoux negativo y una placa de tórax sin evidencia de tuberculosis”, afirma Díaz González. Desde la incorporación en la práctica clínica de este descarte, la principal complicación asociada a estos medicamentos “prácticamente ha desaparecido”. Además, este proyecto ha generado un gran conocimiento también derivado de enfermedades en las que los biológicos se emplean de forma compasiva.

Biobadaser está conectada con la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios, a la que cada año se presenta un informe, y está multifinanciada por la industria farmacéutica, que también recibe anualmente un informe sobre la seguridad de sus productos. El director de investigación de la SER remarca que esta base de datos ha servido de ejemplo a la Academia Española de Dermatología, que ya cuenta con un proyecto similar, así como a profesionales de Brasil, México o Argentina.

Por otro lado, continuando en el campo de las enfermedades reumáticas crónicas e inflamatorias, la SER tiene en marcha el programa CarMa, cuyo objetivo es crear un score con factores de riesgo que permitan predecir la vulnerabilidad a sufrir un evento cardiovascular en estos pacientes. Según explica Díaz González, se ha visto que los pacientes con artritis reumatoide mueren entre cinco y siete años antes que una persona que viva en su misma comunidad, y esté sometido a los mismos beneficios sanitarios y al mismo ambiente, debido a que su incidencia de accidentes cardiovasculares es mayor. En esta base, se incluirá a 800 pacientes con AR, 800 con espondilitis anquilosante y 800 con artritis psoriásica, así como 800 controles. A lo largo de 10 años, se les realizará un estudio bianual a nivel cardiovascular para ser capaces de determinar el nivel de riesgo y actuar de forma más precoz.

En el ámbito concreto de la artritis reumatoide, también trabajan en la optimización del uso de los biólogicos, en términos de farmacoeconomía, así como en la determinación de la terapia de mantenimiento en pacientes que responden correctamente. “Estamos estudiando qué consumo de recursos supone la AR dependiendo del médico, el hospital o la Comunidad Autónoma”, matiza el experto. A la vez, “intentamos establecer recomendaciones para delimitar la duración de la terapia y las dosis de un paciente que ha mejorado sustancialmente tras recibir biológicos”.

Pero la SER también está inmersa en ampliar conocimiento sobre otras enfermedades, como la exocrinopatía autoinmune denominada Síndrome de Sjögren, en la que las glándulas exocrinas son infiltradas por linfocitos y células plasmáticas. Una base de datos con más de 1.000 pacientes permitirá conocer mejor la evolución natural de esta patología.