M.RIESGO/C.M.LÓPEZ Madrid | viernes, 01 de febrero de 2019 h |

El gasto en I+D por habitante ha caído 4 puntos sin contabilizar la inflación en España. Nuestro país invierte por habitante dos veces menos que Francia y tres veces menos que Alemania. En términos de PIB, el gasto en I+D español es casi la mitad de la media de la Unión Europea. Ser un interlocutor activo en este sentido es un objetivo estratégico de Aseica.

Pregunta. ¿Qué objetivos se ha marcado al frente de Aseica?

Respuesta. La idea es seguir el camino que abrió el anterior presidente, Carlos Camps, que dio un cambio bastante radical a Aseica en cuanto actividades científicas. Mi idea es ampliar ese espectro, con una política muy continuista. Como cualquier otra sociedad científica tenemos como objetivo crear valor añadido a los socios. Además de fortalecer y consolidar nuestras actividades científicas, queremos poner el foco en sectores de la ciencia muy débiles como son las mujeres. Sabemos que hay problemas como el abandono de la carrera profesional, o el techo de cristal. En la anterior directiva se formó un grupo de trabajo: Aseica Mujer, para dar una orientación a las científicas y reivindicar la situación y proponer alternativas. Otro punto que queremos poner en marcha es Aseica Joven, con una temática complementaria al proyecto de mujeres. Con la crisis los que más han sufrido han sido los investigadores más jóvenes, tanto los que han empezado la carrera como los que están empezando sus laboratorios, y es el momento de apoyarlos e informarles sobre qué alternativas profesionales hay. Muchas veces nos centramos en una carrera profesional académica-hospitalaria pero ahora hay muchas más opciones. Por otra parte, nos centraremos en fortalecer las conexiones con otras sociedades científicas nacionales e internacionales, así como con las asociaciones de pacientes. Por último, queremos ser un interlocutor a nivel político. Hemos iniciado una serie de entrevistas con los distintos grupos parlamentarios para darles nuestra visión.

P. Una de las reivindicaciones de Aseica es la necesidad de más inversión…

R. La evolución de la investigación en España hasta 2010 es muy positiva: los puestos se incrementaron, se hicieron nuevos centros, y se contó con científicos internacionales. Fue una apuesta que no dependió de un partido político, fue fruto del consenso y de visión de futuro. Esto se perdió con la crisis y estamos en una situación bastante dramática. No podemos esperar a tener soluciones mágicas de nuevos presupuestos, de nuevos planes de la ciencia, etcétera. Esto, obviamente, es positivo a largo plazo pero el sistema está ya tan pinchado que o nos dan una rueda de repuesto para llegar a esos planes o no será posible. Es importante tener una solución que nos permita tirar hasta llegar a esa meta e incluso organizar el sistema a través de mecanismos, que incluso impliquen dinero. Necesitamos soluciones a corto plazo. En cuanto a la inversión es es algo que nos lo está marcando ya Europa. Cuando hay una crisis todos los sectores tienen que hacer un esfuerzo, pero la investigación y el desarrollo contribuye a salir de la crisis, y para cambiar el modelo productivo. En ese aspecto hay que apostar por ello, como ya lo han hecho otros países. Hay que tener en cuenta que los presupuestos que tenemos han bajado. En Alemania o Francia ha aumentado un 30 por ciento. Es una cuestión de visión de futuro.

“El Estado tiene que promocionar la investigación clínica con una dirección aplicada”

P. El 80 por ciento de los EE.CC. los promueve la industria farmacéutica, ¿debería el Estado incentivar más la investigación básica?

R. Hay investigaciones más aplicadas que las tienen que liderar las empresas. Somos un libre mercado y si las empresas lo pueden hacer, ¿por qué no? Es verdad que esto genera un sesgo. Tenemos mucha investigación dirigida por empresas orientadas en cánceres concretos y, muy focalizado al desarrollo de nuevos fármacos. El Estado tiene que promocionar la investigación clínica con una dirección aplicada. Por ejemplo, en otros países la situación está más equilibrada. En Francia tienen un 40 por ciento de proyectos financiados por la industria y un 40-45 por ciento iniciados por investigadores. Aquí hubo intentos. En estos diez años, para estos programas específicos de ensayos dirigidos por investigadores hemos invertido 300.000 euros en diez años, cuando Francia ha invertido casi 130 millones. Es algo que hay que balancear. Volviendo a la investigación básica, Michael Bishop decía que él no conocía ningún avance en medicina que no hubiese sido iniciado en investigación básica. Es el caso de la inmunoterapia, iniciada hace 15 años por dos investigadores que nunca pensaron que iba a ser la panacea para el tratamiento del cáncer. La investigación en España siempre va a toro pasado.

P. ¿Hacia dónde se están centrando los esfuerzos en oncología?

R. Hay todavía muchos retos, sobre todo, en el abordaje y tratamiento de tumores que no pueden ser tratados como el páncreas o el ovario. No tenemos un arsenal terapéutico adecuado. También tenemos los problemas de las metástasis. Cada metástasis tiene su biología propia, dependiendo del tejido donde se encuentre y además son resistentes a casi todo. Es un reto que tenemos. No solo las metástasis cuando se manifiestan sino las metástasis dormidas. ¿Cómo superarlo? Estudiando y conociendo mejor los mecanismos y las respuestas metabólicas que afectan a las células tumorales y conociendo también cuáles son las alteraciones genéticas. Tenemos otro reto de cómo digerir toda la información que tenemos. Al principio se pensaba que la secuenciación del cáncer nos identificaría en cada tumor cinco o seis genes que fuesen predominantes, pero ahora es más complicado: tenemos muchas alteraciones moleculares y el reto es saber distinguir cuáles son las buenas de las que son irrelevantes. Es un esfuerzo investigador que cambia la dinámica, ya no solo es trabajar en el laboratorio y hacer algoritmos para detectar las que sean importantes. Asimismo, las resistencias terapéuticas, la evolución tumoral ante los tratamientos; las características moleculares de cada paciente.

P. ¿Algunos expertos hablan de cambiar la mentalidad y no tanto centrar la investigación por tumores, sino la investigación por alteraciones genéticas, incluso, se habla de la necesidad de que las agencias reguladoras empiecen a pensar en aprobaciones por alteraciones genéticas?

R. Hay que conjugarlo. Los estudios genómicos —la taxonomía molecular— revelan que hay tumores de diferentes partes que comparten características comunes, aunque es verdad que siempre van asociados a que esas células hayan derivado de un origen embrionario común o tengan unas características similares desde el punto de vista histológico. Es verdad que existen patrones moleculares comunes y eso nos de información sobre vulnerabilidades comunes. Después cada tumor es diferente, incluso dentro del mismo tumor, puede haber una metástasis que vaya al hígado o al hueso, y serán diferentes a nivel molecular como ya está demostrado, y a nivel de tratamiento también.

P. ¿Qué papel jugará la terapia celular en tumores sólidos?

R. Creo que tendrá un papel, aunque la terapia celular está todavía en sus inicios. Triunfó en los tumores más fáciles de lidiar. En los tumores hematológicos puedes aislar las células, modificarlas, trabajar con ellas. En tumores sólidos es diferente y además tienen el problema de cómo acceden después las células tumorales a esa zona. Se mejorará. Habrá que aspirar a combinar esa terapia con otras, y buscar varios tipos de aproximaciones y delimitar bastante bien el tipo de paciente que responderá al mismo. Creo que es casi de ciencia ficción pero el potencial de la CAR-T es un potencial que solo ahora estamos viendo la punta del icebeg. A esto se suma el alto coste que suponen porque no son intervenciones sencillas. Por ello, sería importante promocionar ensayos a nivel de investigador.

P. ¿Cómo buscar el equilibrio entre innovación y sostenibilidad?

R. Las empresas han invertido mucho dinero en desarrollar un fármaco y probablemente para conseguir esa terapia han fracasado en diez anteriormente. Por tanto, no solo es el coste de esa terapia en sí mismo, es el coste asociado. También es verdad que muchas de esas investigaciones se benefician de investigaciones académicas públicas que hay que considerar. Es complicado gestionarlo. Hay quien piensa que habrá que establecer el pago por resultado. Es muy fácil de decirlo, pero no de materializarlo. A lo mejor habría que buscar fórmulas como las compras integradas, incluso a nivel europeo, para abaratar los costes. Hay que empezar a buscar medidas pero habría que mirar mucho también si los precios son justificables en muchos casos. Está claro que a no ser que mejoramos ese acceso —el cribado de pacientes que responderán—, será un problema difícil de lidiar.

“El potencial de las CAR-T es enorme, y ahora solo estamos viendo la punta del iceberg”

P. ¿Qué le parece la propuesta del ministerio de Valtermed?

R. Bueno, es una noticia, no hay demasiada concreción. Me parece que sería algo muy positivo pero lo considero logísticamente muy complicado. Si podemos hacer un coste-beneficio de los medicamentos que estamos utilizando sería estupendo pero, claro, habría que hacer unas pautas normalizadas para que la información sea interoperable en todas las comunidades y ver cuál es el rango, es decir, el número de fármacos que queremos aspirar, sin perder de vista la gestión de la información. A veces esa información sin complemento de información genética del paciente tampoco es tan interesante porque, a lo mejor, estamos perdiendo un medicamento que igual no responde en el 80 por ciento pero lo mismo responde en el 20 por ciento. Creo que es positivo. Es una declaración. Churchill decía que “cuando no quieres hacer algo, nombra una comisión”. Sería positivo pero hay que pensarlo mucho, porque tiene unas connotaciones económicas muy grandes.

P. ¿Los biomarcadores siguen siendo una asignatura pendiente?

R. Es fundamental. El problema es que no tenemos un buen portfolio de biomarcadores para seleccionar a los pacientes. Si queremos no desperdiciar dinero público en fármacos y si queremos dar tratamientos específicos, o conseguimos separar por patrones moleculares o biomarcadores en función de cómo responderá al tratamiento, o no lo conseguiremos.

P. ¿Estamos haciendo ensayos clínicos por encima de nuestras posibilidades en inmunoterapia?

R. Hay muchos expertos que piensan que los ensayos clínicos no se están abordando desde un punto de vista muy racional. Hay que conocer un poco más cómo evoluciona el sistema biológico. Por ejemplo, ahora hay datos más elaborados que dicen que en vez de dar fármacos de manera crónica durante mucho tiempo es mejor tratarlos un tiempo y después parar. Hay cosas que se están viendo a nivel de biología que no se están aplicando de manera racional en EE.CC. Creo que sí que mejoraría mucho el que hubiese un estudio más multifacético, implicando a médicos, biólogos, etcétera. Ya hay iniciativas así en otros países como en Canadá, donde se decide en función de qué paciente qué terapia utilizar.