E.M.P. Madrid | viernes, 01 de diciembre de 2017 h |

Cuando han fracasado otras técnicas para tratar la incontinencia urinaria en mujeres, el implante de un esfínter urinario artificial es uno de los recursos con los que se cuenta en la actualidad. La principal novedad sobre este tema, que fue uno de los asuntos tratados en el Curso Internacional de Urología General y Uroginecología (Sinug 2017) organizado por la Sociedad Iberoamericana de Neurología y Uroginecología, es que estos dispositivos pueden implantarse por cirugía laparoscópica o robótica. Hasta la fecha, esta técnica se realizaba principalmente con cirugía abierta.

Así lo explica a GACETA MÉDICA David Castro, uno de los codirectores del curso, junto a Bárbara Padilla, especialistas del Hospital Universitario de Canarias del mismo centro. Castro añade que esta opción se lleva a cabo cuando ha fallado la cirugía convencional. En definitiva, sostiene, “es una fórmula menos invasiva de la que se benefician este tipo de pacientes”.

Durante el encuentro también se abordaron otras temas, como el empleo de agentes inyectables para el tratamiento de la incontinencia femenina, o la neuromodulación de raíces sacras para el tratamiento de la disfunción vesical, así como otros aspectos como persistencia y adherencia a los tratamientos de la incontinencia.

En este repaso por los últimos avances también se habló del síndrome de dolor vesical o los últimos adelantos en el tratamiento de vejiga hipoactiva.

En la misma línea, se analizaron las ventajas de la nueva generación de mallas para prolapso, y el abordaje de la incontinencia severa en hombres y mujeres también desde el punto de vista médico y rehabilitador, no solo quirúrgico.

Con respecto a la incontinencia masculina, los especialistas han repasado esta patologías en los hombres que son sometidos a la cirugía por cáncer de próstata. No en vano, la cirugía radical por este tipo de tumor puede causarla, variando el porcentaje de afectados en función del grado de pérdida de orina que se considere como problemático. El porcentaje de afectados por ello asciende al 5 por ciento si se toma como referencia la necesidad del uso de pañales y hasta el 49 por ciento se habla de pérdida de apenas “unas gotas”.