J.V.

Madrid

| viernes, 01 de junio de 2018 h |

Neurólogos y neurocirujanos de todo el mundo se han dado cita en Barcelona esta semana para debatir sobre los últimos avances en estimulación cerebral profunda (ECP). Uno de los temas abordados fue la experiencia clínica con un nuevo sistema direccional que aporta ventajas en el tratamiento de una amplia variedad de síntomas neurológicos invalidantes en patologías como la enfermedad de Parkinson.

Icíar Avilés Olmos, neuróloga de la Clínica Universidad de Navarra y una de las ponentes que han participado en la jornada, explica a GM que la ECP es un campo en continua investigación. “Vivimos un momento muy bueno, hay nueva tecnología en cuanto a electrodos e IPGS, los generadores de pulso que alimentan a los electrodos, y también en los sistemas que nos ayudan en la programación y en cuanto al nivel de la neurofisiología”, subraya la especialista.

Una de estas novedades son los electrodos direccionables. La técnica consiste en implantar electrodos en una estructura determinada del cerebro, que se alimentan con un generador de pulsos que suele estar en la región torácica. Una de las ventajas principales es que permite seleccionar de manera muy precisa el volumen del cerebro que se va a estimular. “Esto nos permite aportar una terapia más beneficiosa, porque se pueden estimular áreas que son muy pequeñas, que están rodeadas por otras estructuras que tienen funciones distintas y que de ser estimuladas pueden producir efectos secundarios, con lo cual la terapia es más selectiva”, expone.

Este tipo de terapias resultan especialmente útiles en pacientes jóvenes que pueden tener mayor riesgo de trastorno de control de impulsos, destaca la especialista. No en vano, considera que en pacientes, por ejemplo, con enfermedad de Parkinson, es muy importante seleccionar muy bien la parte motora dentro del bloque subtalámico que se va a estimular. “Son estructuras muy pequeñas y milímetros de diferencia son realmente importantes en el efecto final”, advierte. También en pacientes con temblor, explica, ya que a la larga la estimulación de los núcleos que lo controlan puede producir tolerancia, de manera que habría que ir aumentando la intensidad de la terapia, y esto puede llevar a corto plazo a efectos secundarios, advierte la neuróloga. En pacientes con temblor añade, también permite manejar mejor algunos efectos secundarios que son esperables.

Otro grupo que puede obtener importantes ventajas con este tipo de dispositivos es el de los pacientes con problemas prequirúrgicos con el habla, la hipofonía característica en párkinson. “Con estos electrodos podemos ser más selectivos a la hora de evitar irradiar la corriente sobre regiones que puedan modificar el lenguaje”, puntualiza Avilés.

La especialista insiste en que esta alternativa que permite dirigir de un modo más preciso la terapia amplía totalmente el beneficio terapéutico. De hecho, permite aplicar un tratamiento en pacientes que hace unos años exigían sopesar muy bien determinados efectos adversos.

Además, Avilés remarca que cuando el electrodo está bien colocado, queda implantado de por vida. En la actualidad, continúa, los sistemas generadores de pulso son dispositivos recargables, con una esperanza de vida de 25 años.

Cada vez son más los centros a escala nacional que utilizan este tipo de dispositivos, asegura, que plantean para los neurólogos un cambio de paradigma en la planificación de la terapia, tal y como explica la especialista. “Inicialmente se puede pensar que hay que trabajar más con la imagen, dedicar un poco más de tiempo a las técnicas previas, y lleva su curva de aprendizaje, pero quienes lo usamos somos favorables a esta tecnología por todas estas ventajas”. Beneficios que se resumen en uno, y es que algunos efectos secundarios que antes no se podían manejar, ahora sí.