GM | lunes, 18 de noviembre de 2019 h |

El 18 de noviembre se celebra el Día Europeo para el Uso Prudente de Antibióticos con el reconocimiento, por parte de la OMS, Naciones Unidas y la propia Unión Europea entre otras muchas instituciones, del desarrollo y diseminación de las bacterias multirresistentes (BMR) como amenaza real para la salud pública mundial.

Las infecciones graves causadas por BMR fueron responsables en 2007, según el European Center for Diseases Prevention and Control (ECDC), de 25.000 muertes al año en Europa, pero estimaciones recientes indican que en 2050 alcanzarán el millón al año, superando al cáncer como primera causa de muerte.

España ocupa el primer lugar del mundo en consumo de antibióticos sin ninguna razón epidemiológica que lo justifique y de manera indiscriminada, siendo además uno de los primeros de Europa en infecciones por BMR. Este uso inadecuado de antibióticos no afecta, paradójicamente, necesariamente a la población que los utiliza, si no que genera resistencias que adquieren los patógenos en sí, que infectarán a otros posibles pacientes, dificultando el tratamiento con antibióticos cuando sea necesario, dado que ya se habrán hecho resistentes.

No debemos olvidar, además, que los antibióticos son los medicamentos que combaten las infecciones bacterianas, en ningún caso las causadas por virus. Administrados de manera adecuada y siempre bajo prescripción médica, pueden salvar vidas. Por lo que es necesaria tanto la concienciación sobre la necesidad de su prescripción por médicos, como la educación de la población para seguir de manera rigurosa sus consejos una vez prescritos.

Es frecuente ver como cualquier persona desde el momento en el que empieza a ingerir un antibiótico pero, sobre todo los niños, puede experimentar una diarrea asociada que se produce por el desequilibrio y la alteración de los microorganismos que habitualmente colonizan el intestino. Este desequilibrio y la alteración de la absorción de nutrientes, líquidos, minerales, etc., así como la alteración de la motilidad intestinal y acción tóxica directa sobre la mucosa, provoca pérdidas, fundamentalmente de agua y sales, por las heces.

Los estudios nos indican que al menos 1 de cada 10 niños en tratamiento antibiótico puede desarrollar una diarrea secundaria. Su especial vulnerabilidad hace necesario que esas pérdidas deban ser compensadas con la ayuda de tratamientos coadyuvantes para evitar una posible deshidratación.

Además, el tratamiento antibiótico no puede ni debe suspenderse, por lo que la administración concomitante de probióticos ayudara al restablecimiento del equilibrio entre los microorganismos que habitan el intestino, recomendándose como terapia coadyuvante en la diarrea junto a los sueros de rehidratación oral.

Se ha demostrado que la administración de probióticos concomitantemente con los antibióticos orales reduce en un 75% la aparición de episodios de diarrea, siendo el de máxima efectividad el Lactobacillus rhamnosus GG, el probiótico bacteriano más estudiado del mundo, de gran ayuda en situaciones clínicas en las que es necesario mantener el equilibrio de la flora intestinal frente a agentes externos como antibióticos. Debe especificarse cepa y cantidad de probiótico, pues no todos son iguales y es importante que, además de contener bacterias vivas, éstas lleguen vivas y activas al tracto digestivo.