C. S. Madrid | viernes, 16 de septiembre de 2016 h |

“Prácticamente, hasta el año 2000, el cáncer de pulmón (CP) era un tumor que cuando se diagnosticaba en fases avanzadas se consideraba incurable y, en algunos casos, había hasta cierto nihilismo terapéutico a la hora de no tratarlo”. Ese era el panorama hace casi dos décadas, como comenta Javier de Castro, jefe de la Sección de Oncología Médica del Hospital Universitario La Paz. Una realidad, ahora, paralela la que existe actualmente en donde se cuenta con terapias dirigidas y tratamientos inmunoterápicos que han permitido alargar la supervivencia varios meses.

“El gran avance de estos años ha venido de la mano de la identificación de ciertos subtipos de CP, que pueden ser susceptibles de ser abordados con tratamientos mucho más definidos”, explica.

Una idea con la que Pilar Garrido, jefa de la Sección de Tumores Torácicos del Hospital Universitario Ramón y Cajal, se muestra de acuerdo. “El manejo del CP ha cambiado sustancialmente en los últimos 15 años, mejorando la calidad de vida y expectativas de muchos pacientes”, suscribe.

Hay que tener en cuenta la histología del tumor —variante escamosa o adenocarcinoma—, pero sobre todo prestar atención a las mutaciones que puedan presentar los pacientes como la de EGFR o la traslocación de ALK. “Ahora, se cuenta con tratamientos específicamente dirigidos, con los que se obtienen resultados muy superiores a los que se logran con las opciones convencionales”, prosigue De Castro, quien resalta que gracias también a los avances en las técnicas de secuenciación masiva, es posible identificar otras dianas interesantes y alteraciones moleculares.

Uno de los problemas que sigue perdurando en esta patología es que “se trabaja con muestras muy pequeñas”, ya que el acceso a la enfermedad tumoral es “complejo”. La llegada de la biopsia líquida puede “resultar importante” porque a través de un análisis de sangre se pueden identificar estas alteraciones, añade De Castro.

No obstante, si hubiese que mencionar uno de los hitos más destacables ligados al CP sería la irrupción de la inmunoterapia. “El gran cambio que se ha producido en los últimos tres años ha sido la llegada de la inmunoterapia”, subraya el especialista quien incide en que si se tiene en cuenta que en España se diagnostican unos 25.000 casos nuevos al año y aproximadamente la mitad se encuentran en fase avanzada, en torno a 12.000 pueden beneficiarse de esta alterantiva terapéutica.

“Ya se ha demostrado que fármacos anti PD1 como nivolumab y pembrolizumab —para cáncer de pulmón de células no pequeñas (CPCNP)— y que el anti PDL1, atezolizumab —para cáncer de pulmón no microcítico avanzado (CPNM)— consiguen un beneficio respecto a la quimioterapia (QT) en el tratamiento de segunda línea de forma global”, afirma. De hecho, “el paradigma es que entre un 30 y un 40 por ciento de estos pacientes podrían tener control de su enfermedad”, dice.

A su vez, Garrido resalta que, en relación con los mayores avances que se han producido en el CPCNP está la aparición de terapias dirigidas, sobre todo para pacientes con mutación EGFR o traslocación ALK y más recientemente la inmunoterapia tanto para pacientes con tumores de histología escamosa como para los que no escamosos. En cuanto al cáncer de pulmón de células pequeñas, “ha habido menos avances pero los resultados de algunos estudios con inmunoterapia son prometedores”, apostilla.

Una de barreras que todavía hay que salvar es el poder identificar cuáles son los pacientes candidatos que se podrían beneficiar de las nuevas generaciones de inhibidores que “claramente están demostrando gran eficacia” para este grupo. Y en este sentido, ¿cuál es el siguiente hito que se va a producir? Según el experto, será la aparición de un grupo de pacientes (un 20 o 30 por ciento) para los que la inmunoterapia podría ser la primera opción. “Esto supone evidentemente un cambio de paradigma”, reitera De Castro.

Para la oncóloga, el futuro pasa por “avanzar en aspectos críticos que puedan permitir implementar estrategias de cribado de cáncer de pulmón para población de riesgo en nuestro entorno”.

En cuanto a los ensayos clínicos en marcha en torno a esta patología, el facultativo señala que son muchos los estudios que se están realizando en nuestro país e incide en que la investigación clínica actual puede ser, en muchos casos, “la mejor alternativa” para estos pacientes. “Es una forma rápida y segura de acceder a los fármacos innovadores”, concluye el especialista, quien reconoce que su alto coste y la situación económica que se vive en países como España ralentizan su inclusión en el Sistema Nacional de Salud.