| lunes, 07 de octubre de 2019 h |

El fallo de medro en el paciente infantil puede deberse a causas muy diversas que afectan la situación nutricional del niño, ya sea por una ingesta insuficiente de alimentos, por una inadecuada absorción de nutrientes, o por un aumento en sus necesidades de energía por una enfermedad (insuficiencia respiratoria, cardiopatías o infecciones).

Esta situación, que ocurre antes del año de vida, puede dar lugar a un trastorno conductual o psicológico posterior. Algunos autores afirman que a largo plazo puede ocurrir una pérdida desde 1,5 a 4,2 puntos del coeficiente intelectual, lo cual es suficiente para ser considerado un problema importante a nivel poblacional. Si el fallo de medro ocurre antes de los 6 meses el riesgo de trastorno conductual o psicológico es mucho mayor, encontrando un 14-60% dificultades para aprendizaje, dificultad para lenguaje verbal y posibles trastornos de la alimentación.

Una intervención nutricional temprana en estos niños aumentará la posibilidad de obtener mejores resultados. Una solución nutricional para el paciente pediátrico con fallo de medro es Infatrini, una gama de fórmulas energéticas, indicada para el manejo dietético de patologías asociadas a desnutrición, requerimientos de energía aumentados y/o restricción de fluidos desde el nacimiento hasta los 9 kg de peso. Algunas de estas patologías pueden ser: parálisis cerebral, oncología, enfermedad pulmonar crónica, UCI, enfermedad cardiaca congénita, recuperación del estado nutricional previa y posteriormente a intervención quirúrgica, y cualquier situación que requiera un soporte nutricional enteral.

En las etapas iniciales de la vida el crecimiento es muy rápido. En su primer año de vida, de promedio, los niños triplican el peso y aumentan en un 50% la talla que tenían al nacer, aunque, en algunos casos, los lactantes no pueden alcanzar los niveles de crecimiento esperados. Cuando no lo hacen, se considera que sufren fallo de medro, es decir, presentan retraso del crecimiento. Según datos de UNICEF, a nivel mundial el 40% de los niños menores de 5 años presentan esta alteración en el crecimiento.