Sandra Pulido Madrid | viernes, 14 de junio de 2019 h |

El músculo es uno de los mayores afectados por la enfermedad renal crónica (ERC). Como consecuencia de la misma, se acumulan toxinas urémicas que provocan procesos catabólicos. En este contexto, el organismo de los pacientes recurre a sus propios tejidos, consumiendo, de esta manera, el músculo y acabando, poco a poco, con la masa muscular.

Juan Jesús Carrero, profesor asociado en Medicina Renal en el Instituto Karolinska (Estocolmo, Suecia) explica a GM como los pacientes con ERC están sometidos a un proceso de pérdida progresiva del músculo por muchos factores relacionados con la degradación del riñón. Por un lado, es consecuencia “del aumento de los mecanismos de degradación del músculo por estrés oxidativo, acidosis metabólica e inflamación persistente”, y por otro lado es debido “al empobrecimiento de los mecanismos de reparación y síntesis del músculo, como resistencia a la acción de la insulina, hormona de crecimiento o testosterona”. Por último, puntualiza el especialista “el proceso catabólico que supone la sesión de diálisis de por sí, unido a una perdida pequeña pero continuada de los aminoácidos de la dieta en el filtrado de la sangre durante la diálisis”, contribuyen a este deterioro.

Adicionalmente, factores como la edad del paciente, sus comorbilidades o un estilo de vida sedentario influyen en la pérdida del tejido muscular. Se trata de un proceso inexorable de difícil prevención que se puede paliar o contrarrestar a través de nutrición clínica y ejercicio.

Abordaje actual

Según Carrero, para mejorar la fuerza y la masa muscular del paciente con ERC, se necesitan de diversas estrategias complementarias, incluidas el uso de suplementos nutricionales, programas de ejercicio, uso de agentes anabólicos y tratamiento de las causas desencadenantes (como la inflamación, acidosis metabólica, etc.).

“La elevada edad de los pacientes con ERC usualmente limita la cantidad y la intensidad del ejercicio que se le puede prescribir. Sin embargo, cualquier mejora de la actividad física, por poca que sea, hace gran bien en esta población”, argumenta el profesor. “El primer paso sería animarles a pasear, unos 30 minutos al día 3-4 días en semana” añade. “En el paciente anciano en diálisis, es importante asegurarnos que consume en la dieta la suficiente cantidad de calorías y proteínas para compensar estas pérdidas / catabolismos”, afirma Carrero.

Las guías de práctica clínica aconsejan una ingesta proteica de 1.0 o 1.2 gramos por kilo de peso por día, y una ingesta calórica de 30-35 kcal/kg/día.

Desgaste proteico energético

Se estima que entre el 30 y 50 por ciento de los pacientes en diálisis presentan el síndrome de desgaste proteico energético. La manera de prevenirlo es identificarlo y abordarlo lo antes posible. “Para ello debemos ser más conscientes de estos problemas en el servicio de nefrología e implementar rutinas de identificación y tamizado”, asegura el profesor del Instituto Karolinska. Para ello, recomiendo “screening en todos los pacientes del servicio, tratando de identificar síntomas de desnutrición/pérdida de músculo (con una periodicidad de cada seis meses en pacientes no dializados estadios 4-5, cada tres meses en pacientes en diálisis)”, continúa. Así como “exploración de las causas de desnutrición/pérdida de músculo en pacientes con síntomas y cuando sea posible, tratamiento”, destaca.

En pacientes de ERC hospitalizados, un estado nutricional deficiente retrasa la recuperación, prolonga la estancia hospitalaria, incrementa la tasa de infecciones y reingresos.

Se estima que entre el 30 y 50 por ciento de los pacientes en diálisis presentan el síndrome de desgaste proteico energético.