José A. Rodríguez Barcelona | viernes, 30 de junio de 2017 h |


La reacción mano-pie con regorafenib es un buen indicador de eficacia para este fármaco



En tumores neuroendocrinos, uno de los grandes retos sigue siendo realizar el diagnóstico cuanto antes


El año pasado, la gran noticia del Congreso Mundial de Cáncer Gastrointestinal, organizado por la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO), fue la presentación de resultados de regorafenib (Stivarga, de Bayer). Tras mucho tiempo sin novedades en el campo del cáncer del carcinoma hepatocelular (CHC) irresecable (hacía ya nueve años de la aprobación de sorafenib), los datos mostraban que regorafenib incrementa la mediana de supervivencia global de 7,8 meses a 10,6 meses, con una hazard ratio (HR) del 0,62 y un intervalo de confianza del 95 por ciento. Por tanto, este fármaco reduce en un 38 por ciento el riesgo de muerte en los pacientes con carcinoma hepatocelular. Actualmente, el fármaco está aprobado en segunda línea tras sorafenib (Nexavar, de Bayer).

Estos resultados corresponden a los ensayos cerrados en febrero de 2016 y en esta edición del mayor evento mundial sobre cáncer gastrointestinal se han presentado resultados de seguimiento hasta enero de 2017. Como señaló Jordi Bruix, autor del trabajo y responsable del grupo Barcelona Clinic Liver Cancer del Hospital Clínic de Barcelona, “el seguimiento confirma la eficacia del fármaco y que, además, este beneficio se consolida en todos los análisis por subgrupos”. Este experto puso el énfasis en que cuando se analizan los datos por subgrupos (género, edad, área del mundo del paciente, si presenta síntomas o no, si hay marcadores tumorales o no, estado de la función hepática, enfermedad diseminada o localizada en el hígado, patología por alcohol, VHC, VHB…), “en todos ellos, el beneficio se ha intensificado. En la mayoría de los grupos, la hazard ratio está entre el 0.50 y el 0.70”. Por tanto, remarcó Bruix, “no hay ninguna duda de que los pacientes se benefician de este tratamiento”.

Asimismo, en este estudio de seguimiento, se ha confirmado que, en aquellos pacientes que sufren una reacción mano-pie como efecto secundario del tratamiento, la probabilidad de que el tratamiento sea eficaz es mayor. “Los pacientes que sufren este tipo de reacción viven una media de 14 meses, mientras que el resto viven una media de 6,5 meses —comentó Bruix—. Los datos muestran que alrededor del 30 por ciento de los pacientes sufren de forma inequívoca este efecto secundario”.

La reacción mano-pie, también conocida como eritrodisestesia palmoplantar (EPP), se caracteriza por por dolor, hinchazón, adormecimiento, cosquilleo o enrojecimiento de manos o pies. “Hay pacientes en los que esta reacción obliga a suspender el tratamiento —comentó Bruix—, pero, en muchos otros, basta con ajustar la dosis. De este modo, pueden continuar con el tratamiento”. Como señaló este experto, se supone que el mecanismo implicado en este efecto adverso está modulado por una reacción inmunológica. “Y también se supone que tanto regorafenib como sorafenib modulan el sistema inmunitario a nivel del tumor”.

De cara al futuro, Bruix comentó que uno de los objetivos es comprobar si este fármaco puede funcionar en primera línea de tratamiento. “También hay que responder a la pregunta de si las posibles combinaciones que se estudien serán eficaces y seguras, y, en este sentido, se está pensando en combinar el fármaco con moduladores de la inmunidad”.

Anticuerpo biespecífico

Otro de los temas destacados del congreso fue la presentación de resultados de dos estudios fase 1 con un anticuerpo biespecífico. Como comentó Guillem Argilés, investigador del Grupo de Tumores Gastrointestinales y Endocrinos del Vall d’Hebron Instituto de Oncología (VHIO), “este anticuerpo se une a las proteínas CEA expresadas por las células tumorales y las pone en contacto con los linfocitos T”. En condiciones normales, el sistema inmune reconoce a las células tumorales como extrañas y las ataca. Pero, en las personas en las que el cáncer se ha diseminado o se encuentra en estado avanzado, esto no sucede. “Este fármaco hace que los linfocitos T ataquen al tumor aunque no lo reconozcan como un elemento extraño —señaló Argilés—. El fármaco se une a la proteína CEA y la marca como una célula extraña para que los linfocitos T la ataquen”.

Se han realizado ya dos estudios en fase 1 con este fármaco en aquellos tumores que expresan la proteína CEA, como cáncer de colon, cáncer de páncreas, cáncer de pulmón o cáncer gástrico. En uno de los estudios se ha evaluado el fármaco en monoterapia, y en el otro en combinación con atezolizumab. “Los datos en cáncer de colon muestran que el fármaco se tolera bien y que los efectos secundarios son asumibles y tratables”, comentó Argilés. Y hay que destacar que el “tratamiento es activo en aquellos pacientes con cáncer de colon que no son sensibles a otros fármacos de inmunoterapia”, añadió este experto. El 95 por ciento de los pacientes con este tipo de tumor no responden a la imnunoterapia. Sólo responden aquellos que presentan tumores con inestabilidad de microsatélites.

Tumores neuroendocrinos

Por su parte, Ramón Salazar, jefe del Servicio de Oncología Médica del Instituto Catalán de Oncología (ICO), comentó que, en el campo de los tumores neuroendocrinos, “los dos principales retos son el diagnóstico precoz y desarrollar nuevos tratamientos para la enfermedad avanzada”. Y es que si se detectan a tiempo, con una acertada cirugía se logra la curación en el 85 por ciento de los casos. En cambio, detectados tarde, la supervivencia es de 2-5 años en los tumores de origen pancreático, y de 5-10 años en los de origen intestinal.

Como señaló este experto, este tipo de tumores presenta “muchas alteraciones moleculares, numerosas metilaciones en muchos genes, así que se están desarrollando terapias muy heterogéneas, dirigidas, por ejemplo, a los receptores de la somatostatina, a frenar la vascularización y a la vía de MTOR”.