Gaceta Médica Barcelona | viernes, 01 de septiembre de 2017 h |

Las nanopartículas de oro, insertadas en microcápsulas de resina, podrían aumentar la eficacia de los tratamientos contra el cáncer, como la quimioterapia, al poder actuar in situ desde el interior de los tumores, reduciendo los habituales efectos secundarios en los tejidos sanos.

Así se desprende de los resultados de un estudio del Instituto de Nanociencia de Aragón (INA) de la Universidad de Zaragoza y la Universidad de Edimburgo (Reino Unido) cuyos resultados publica en su último número la revista Angewandte Chemie.

El trabajo demuestra en primer lugar la posibilidad de llevar a cabo catálisis en medios biológicos utilizando partículas diminutas de oro. Estas nanopartículas de oro, camufladas en una microcápsula de resina implantada en el cerebro de un pez cebra, han logrado catalizar una reacción química generando compuestos fluorescentes.

Pero el aspecto más interesante desde el punto de vista de una potencial aplicación es que se ha puesto de manifiesto la capacidad de las nanopartículas de oro para generar in situ potentes fármacos anticancerígenos a partir de moléculas inertes, gracias a un mecanismo de eliminación de grupos químicos terminales que el oro nanométrico es capaz de catalizar. El oro resulta ideal para este papel catalítico debido a su alta biocompatibilidad, señalan los expertos del estudio.

La importancia práctica podría ser considerable, tal como destaca el subdirector del INA, Jesús Santamaría, ya que “el principal problema de los tratamientos quimioterápicos son los efectos secundarios en diversos órganos debido a la toxicidad de las moléculas que se usan para combatir el cáncer”.

Por ello, desde la nanotecnología se exploran rutas alternativas, por ejemplo, el transporte de fármacos hasta el tumor utilizando nanopartículas o los tratamientos alternativos a los fármacos, como la hipertermia, elevación de temperatura local, obtenida con nanopartículas, ha explicado este experto.

Los resultados de este trabajo plantean una vía distinta: el fármaco se suministraría al paciente en su forma inerte y sólo se convertiría a la forma tóxica localmente, gracias a la catálisis de las nanopartículas que un cirujano implantaría en el tumor.