José A. Rodríguez Barcelona | viernes, 07 de octubre de 2016 h |

A la inmunoterapia en el tratamiento de las neoplasias se le augura un buen futuro. Ya hay tratamientos que han demostrado una buena eficacia para potenciar el sistema inmune del propio paciente para combatir esta patología. Pero, como explicó Rubén Pío, director del Programa de Tumores Sólidos y Biomarcadores del Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA), durante el I International Workshop on Genomic Testing in Cancer, organizado por la Clínica Universidad de Navarra, el reto es seguir avanzando en la investigación para “asociar un perfil genético con una respuesta inmunoterapéutica, es decir, identificar, mediante un estudio genético, qué pacientes se van a beneficiar con mayor probabilidad de este tipo de abordaje terapéutico”.

Pío señaló que la inmunoterapia ha realizado grandes progresos en el tratamientos de patologías como el cáncer de pulmón o el melanoma. “Además, en los pacientes en los que esta terapia funciona, es cierto que funciona muy bien —comentó—. Pero, en la actualidad, no sabemos qué pacientes van a responder bien. No sabemos determinar a nivel genético en cuáles el tratamiento va a ser realmente eficaz”. Por ese motivo, este experto quiso destacar que “identificar marcadores de respuesta a inmunoterapia es uno de los grandes objetivos en el campo de las neoplasias”.

En este sentido ya se ha realizado algún avance. “Hay terapias anti-PD-1 que se han intentado asociar con el ligando de PD-1, una molécula que es PD-L1 —comentó el experto de la Clínica de la Universidad de Navarra—. Existen trabajos que sugieren que hay cierta relación, pero que tampoco es muy fuerte. Realmente es una incógnita saber qué pacientes van a responder y cuáles no”.

Medicina personalizada

Como comentó Pío, durante el encuentro, centrado en las principales novedades que se han producido en los últimos años en el ámbito de los estudios genéticos de los tumores, los expertos coincidieron en señalar que estos avances han contribuido a pasar de terapias muy generales, como la quimioterapia, a abordajes muchos más específicos y personalizados. En este sentido, dijo este experto, “el cáncer de pulmón es el paradigma, ya que se ha pasado de terapias muy tóxicas a tratamientos muy específicos y que consiguen una mejor respuesta en los pacientes”.

La investigación a nivel genetico ha permitido identificar genes concretos que están alterados y, de este modo, se han desarrollado fármacos que actúan específicamente en esos genes.

De todos modos, a pesar de los indudables avances en la medicina de precisión para combatir las neoplasias, Pío señaló que “el porcentaje de pacientes que se pueden beneficiar de la medicina personalizada en el cáncer de pulmón sigue siendo bajo. En esta patología contamos con marcadores para aproximadamente el 20 por ciento de los pacientes. Y en el resto hay que seguir optando por la quimioterapia”.

En la misma línea, Ana Patiño, directora de la Unidad de Genética Clínica de la Clínica Universidad de Navarra, comentó que ya no se practica una medicina “basada exclusivamente en el diagnóstico de grupos de pacientes con patologías parecidas sino que se analiza el tejido e identifica el subtipo histológico”. Hoy en día, explicó, se analiza el perfil genético, es decir, “se estudia un gen o todos los genes que hay en las células de un tumor. Y el tratamiento estará en función de las mecanismos alterados que se identifiquen”.

Paneles genéticos

En el mercado hay disponibles diversos paneles genéticos para detectar las alteraciones presentes en una muestra. Patiño explicó que en la Clínica Universidad de Navarra han optado por un panel que analiza 52 genes porque es más rentable económicamente y ahorra tiempo. “Cuando un paciente no se beneficia de un tratamiento en primera línea o recae, es preferible estudiar 52 genes a la vez que mirar uno y esperar una semana a ver qué sale. Porque si ese gen que miras no está alterado, tienes que mirar otro y esperar otra semana —dijo Patiño—. Incluso hay muchos centros estadounidenses que ni se plantean esperar, es decir, que ni se plantean hacer el análisis genético después de una primera línea de tratamiento, sino que lo llevan a cabo antes”.

Este tipo de estudios genéticos permite ver si hay mutaciones, pero también si existen otro tipo de alteraciones relevantes en el tumor. Por ejemplo, traslocaciones de genes, explicó Patiño, que se producen cuando las bases del ADN son correctas pero una parte de un cromosoma se transfiere a otro cromosoma. “O una amplificación, que es un tipo de alteración que se produce en el cáncer de mama y que consiste en la producción de un número elevado de copias de un determinado gen o secuencias de genes. También hay tumores que reordenan sus genes, es decir, un gen que está en un cromosoma y otro gen que está en otro cromosoma se intercambian posiciones. “Esto es un biomarcador tratable en el cáncer de pulmón, por ejemplo, mientras que en el cáncer colon este mecanismo no es tan relevante”, añadió Patiño.

Por otro lado, los avances en la tecnología de los tests genéticos permiten realizar estas pruebas con muestras cada vez más pequeñas. “Es posible realizar un diagnóstico genético con diez nanogramos de ADN —comentó Patiño—, una cantidad de material que se obtiene siempre. Y es indiferente que la muestra llegue fresca, fijada y cortada, en parafina…”

Tests genéticos en niños

Una de las limitaciones de los estudios genéticos es que, en el caso de los tumores infantiles, “estos no tienen marcadores o tienen pocos marcadores —comentó Patiño—, ya que los tumores de los niños son diferentes a los de los adultos. Los niños tienen principalmente tumores del sistema nervioso central, linfomas o sarcomas, entre otros, pero no cáncer de colon, mama o pulmón”. Por ese motivo, los expertos señalaron que es necesario seguir investigando para identificar más marcadores genéticos para las neoplasias infantiles.


El porcentaje de pacientes que se pueden beneficiar de la medicina personalizada en el cáncer de pulmón es bajo



Los avances en los tests genéticos permiten realizar estas pruebas con muestras cada vez más pequeñas