Begoña DomÍnguez,
presidenta de la AEPap
| viernes, 17 de octubre de 2014 h |

La inmunización de población susceptible constituye la medida más eficaz para el control de enfermedades infecciosas para las que existe vacuna. Enfermedades como la malaria, tuberculosis, SIDA, o la actual epidemia de infección por virus Ébola, dejarían de ser la causa de muerte de millones de personas si existieran vacunas eficaces contra ellas y accesibles a la población.

El diseño y la implementación de los calendarios vacunales tiene como primer objetivo mejorar la salud de la población mediante la disminución de la morbimortalidad producida por estas enfermedades. La consecución de este objetivo está directamente relacionado con unas altas tasas de cobertura y estas solo pueden conseguirse con una administración universal no discriminando a la población diana por razón de domicilio o poder adquisitivo.

Actualmente existe controversia entre autoridades sanitarias y profesionales acerca de la no inclusión en los calendarios oficiales de las vacunas de varicela, antineumocócica 13 valente y antimeningocócica B, alguna de ellas, además, de imposible adquisición. Respecto a la vacuna contra el papiloma humano y la tosferina, creemos conveniente cambios en el momento de su administración y en las dosis de refuerzo que aumentarían su eficacia. Cada una de estas vacunas ofrece cobertura frente a enfermedades muy distintas, algunas muy frecuentes y otras más raras, pero con alta letalidad y capacidad de producir graves secuelas en los supervivientes. Su eficacia y seguridad han quedado demostradas en estudios con datos de seguimiento prolongado.

Otra razón para considerar la inclusión de estas vacunas en el calendario oficial es el impacto favorable que producen en cuanto a la disminución de consumo de antibióticos y en consecuencia a la disminución de resistencias bacterianas, problema de especial relevancia en población pediátrica en nuestro país. Las vacunas bacterianas conjugadas han mostrado su eficacia para controlar las infecciones por estos gérmenes, no solo en los vacunados sino también en sus contactos, incluso adultos. Y respecto a las vacunas virales, la vacunación, al disminuir la enfermedad, impide la posibilidad de sobreinfección bacteriana, real o supuesta, con el consiguiente ahorro en prescripción de antibióticos.

Sería muy conveniente que autoridades sanitarias y profesionales actuáramos de forma coordinada ofreciendo el mismo mensaje a la población y evitar así el escepticismo que puede generarse, no frente a una vacuna concreta, sino al hecho en sí de la vacunación, lo que supondría un gravísimo problema de salud pública.

Grupo de Trabajo de Patología Infecciosa de AEPap

La vacunación constituye la medida más eficaz para controlar enfermedades infecciosas