Humberto Arnés, Director General de FARMAINDUSTRIA | viernes, 20 de febrero de 2015 h |

Nos encontramos en un momento crucial para que nuestra sociedad determine cómo afrontar en el futuro el acceso de los pacientes a las principales innovaciones terapéuticas que se avecinan. La problemática suscitada en torno a los nuevos medicamentos de la hepatitis C así lo ha puesto de manifiesto y nos enfrenta a un paradigma financiero hasta ahora casi inédito: tener que hacer frente en el presente a unos costes no previstos aún cuando incurrir en ellos genera unos ahorros muy importantes en el futuro.

Y es que esta nueva era de tratamientos farmacológicos disruptivos, más allá de su innegable aportación sanitaria, ha irrumpido generando ciertas tensiones presupuestarias, sobre todo, en aquellos tratamientos susceptibles de ser utilizados en un volumen elevado de pacientes. La rigidez de los presupuestos públicos, que tienen un carácter anual, no ayuda a resolver el problema financiero que comportan estas nuevas terapias de aportación sanitaria excepcional y que originan unos ahorros en el medio y largo plazo que en el corto no pueden disfrutarse y que, incluso, pueden ser difíciles de aventurar.

Sin querer alimentar la polémica que recientemente se ha suscitado al respecto, y lamentablemente no siempre enfocada desde el prisma adecuado, resulta incuestionable que los ciudadanos —y con razón— reclamen a los distintos agentes implicados que hagamos cuanto sea posible para asegurar que cada paciente reciba el mejor tratamiento disponible y el más apropiado a sus necesidades. Hacer esto posible es, sin duda, labor y obligación de todos.

Este ha sido siempre un objetivo fundamental de la industria farmacéutica asentada en España, un sector que forma parte de un sistema nacional de salud con vocación de responder plenamente a las expectativas sanitarias de nuestra sociedad. Para ello, junto con los decisores sanitarios, debemos trabajar para explorar nuevos mecanismos de financiación inteligentes y creativos que garanticen el acceso a los mejores tratamientos de forma que las demandas de los ciudadanos queden satisfechas de acuerdo con el grado de desarrollo económico y social de España. Porque estamos comprometidos con la salud y con el sistema.

No debemos olvidar la esencia de este asunto y es que estamos ante una auténtica revolución terapéutica —ahora combatiendo el virus de la hepatitis C y próximamente dando solución a otras muchas patologías— que representa un verdadero avance en términos de esperanza y calidad de vida para los pacientes, pero también en términos de bienestar social y económico para la sociedad. Como país, no cabe duda de que podemos hacer frente al coste de estos nuevos medicamentos, por lo que debemos ver esta situación como una oportunidad para todos que no podemos desaprovechar.

Como país, no cabe duda
de que podemos hacer frente al coste de estos nuevos medicamentos