Almudena Fernández Madrid | viernes, 14 de marzo de 2014 h |

Como si del Capitán Nemo en ‘Veinte mil leguas de viaje submarino’ se tratase, el cirujano pediátrico y escultor Alberto Rodríguez Castro se ha encontrado de frente con calamares gigantes… Eso sí, no para luchar contra ellos, sino para restaurarlos. Con 60 exposiciones entre España y Portugal a su espalda, compagina sus dos pasiones: crear obras de arte a partir de materiales reciclados, en su mayoría de quirófanos, y seguir entrando en ellos para operar.

Pregunta. Si la medicina es un arte… ¿Eres tú su máximo exponente?

Respuesta. El máximo no, pero uno de los mejores sí.

P. Tras 60 exposiciones, ¿hay algo a lo que no te expongas?

R. Yo me expongo a todo desde hace ya muchos años.

P. Has hecho carrera en el arte y carrera gracias al arte, ¿no?

R. Sí, desde que empecé primero de Medicina. Tuve que parar la carrera porque me iba muy bien lo de los cuadros, cometí el disparate de decirle a mi padre que no me mandara un duro después de una gran bronca que me echó por haber suspendido, a partir de ahí, me pagué yo la carrera.

P. Hay quien opta por quitarle hierro al asunto y tú se lo pones a todo…

R. Sí, yo aprovecho todo lo que la gente tira. En cada cosa veo arte, y de esa forma salen todas mis piezas, prácticamente todas con material reciclado.

P. Si tienes que quitarlo, lo haces de los quirófanos…

R. Yo no utilizo porque opero niños, pero aprovecho mi estancia en el quirófano para que los traumatólogos me den los hierros que ellos quitan o las enfermeras los que van a tirar, y yo los utilizo.

P. Trabajaste en Cruz Roja, ¿actualmente abanderas la cruz verde? Por eso de reciclar…

R. Posiblemente me nombrarían presidente del partido ecologista, creo que tengo opción a entrar.

P. Ahora, el quirófano tiene forma de fragua..

R. Estoy jubilado al 70 por ciento, el 30 restante lo empleo en seguir con mi profesión. De esta forma, me da tiempo a tener muchas horas libres dedicadas a la fragua o a los hierros en el taller. Soy feliz haciendo lo que hago, tanto en mi época de cirujano como la de ferreiro, como me suelen llamar mis amigos.

P. ¿En el quirófano real también hiciste ‘obras de arte’?

R. Hice el primer autotrasplante traumático de testículo del mundo y lo considero una obra de arte. Llegó un padre con el testículo de su hijo en un pañuelo blanco, y después de siete horas de cirugía, se lo dejé en su sitio.

P. Una de las diferencias entre ambos tipos de cirugía es que en el taller, el ‘paciente’ no requiere anestesia ni pedirá nunca explicaciones…

R. Los hierros no te piden explicaciones, pero se las das de vez en cuando, y no cabe duda de que haciendo algo les hablas o te cabreas con ellos…

P. ¿Necesita la sanidad española que la remodelen?

R. Yo creo que sí. Faltan muchos médicos y enfermeras, pero sobra personal administrativo y de apoyo.

P. Otras obras: restaurar calamares gigantes. Dicho así, choca…

R. Me invitaron a echar una mano en la reconstrucción de esos calamares que aparecían medio rotos. Científicos del Oceanográfico les hacían la autopsia y yo los recuperaba. Como las plumas del calamar aparecían muy mal, yo les hacía unas de acero, y luego los cosía, les restauraba los brazos y les ponía los ojos. Finalmente, se metían en urnas y están en museos españoles. Por desgracia, en Luarca se estropearon con el temporal cuatro o cinco de los que había tratado yo.

P. ¿Es complicada la cirugía de un téutido de ese tamaño?

R. No, es una cirugía burda. No tiene, ni muchísimo menos, la complicación que puede tener un labio leporino.

P. Espero que no necesitasen camilla, porque conseguir una de 10 metros…

R. Hay alguno de 18 metros… Camilla no, pero había unas tablas y mucha gente para poder manipularlos, sí.

¿Por qué es un revolucionario de las orlas? Antes se pegaban las fotografías y se me ocurrió hacer una maqueta en hierro o madera, que se fotografiaba y cada foto era para un licenciado.

Cofrade de la Orden del Caldo Galego de Mourente… Me hicieron hace un par de años.

Una prótesis en arte sirve para…Para todo. Yo hice desde una figura de un beso hasta una de un traumatólogo con una prótesis de cadera.

De su abuelo aprendió… Mi abuelo hacía forja, más bien como hobbie, pero era un gran artista en su labor como herrero.

¿Más esculturas u operaciones? Más operaciones, llevo más de 22.000 hechas.