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Carmen R. Sandianes, RSC | viernes, 10 de enero de 2014 h |

Controvertido. Con esta palabra describe Jaime Silos, el director de Desarrollo Corporativo de Forética y del informe ‘Innovación responsable’, publicado en diciembre conjuntamente entre Forética y el Observatorio Zeltia, el concepto de innovación responsable. No obstante, aclara, que el objetivo radica en tratar de conseguir “una aportación positiva al trinomio de factores económico, social y ambiental”.

A su vez, el director de Comunicación de Grupo Zeltia, Fernando Mugarza, pone el acento en que el ímpetu innovador de un país se ve reflejado en su innovación responsable. “Es una palanca de generación de valor añadido, de mejora de la productividad y la competitividad y está vinculada al capital humano de las organizaciones y empresas”, asegura.

La situación en España

Los retos más importantes que tiene España en este ámbito están vinculados a la comercialización de las innovaciones y a la productividad del I+D en términos de generación de nuevas patentes, de acuerdo con el informe. El otro factor a tener en cuenta, es la ineficiente asignación de recursos económicos, con especial atención al capital humano. Muestra de ello es, según el estudio, cómo el retorno de la fuerte inversión pública y privada en educación se ve reducido por la capacidad de absorción y transformación del mercado de trabajo.

Asimismo, en España, el desarrollo de la innovación responsable es enormemente heterogéneo porque, como precisa Silos, “hay distintos niveles de desarrollo regional; sectores muy punteros como las escuelas de negocio, ciertas prácticas de medicina e incluso el sector de la automoción; y otros nada innovadores, como sucede, en general, con las pymes”. El estudio remarcaque las comunidades de Aragón, Cataluña, Madrid, Navarra y País Vasco son las más avanzadas en innovación responsable.

Sin embargo, el país cuenta con una buena base y un potencial innovador, que se ve reflejado en un número importante de innovaciones responsables, entre las cuales se destaca, por ejemplo, la del Observatorio Zeltia. Ésta es una iniciativa que consiste en fomentar la innovación, la divulgación y el análisis de la información biotecnológica aplicada a la salud. De modo que, aunque España tiene base para ser potencial innovador, “para que haya un sistema privado que quiera invertir”, hay que “apostar por un sistema sociopolítico y jurídico que garantice los derechos de los inversores”, dice Silos.

La influencia en el ámbito sanitario

El informe muestra tres esferas de interacción entre innovación y responsabilidad social: los productos y servicios —la más avanzada—, los procesos y la innovación social. Gracias a la primera, las compañías transforman los retos de la sostenibilidad en una fuente de negocio o en una identificación de riesgos que hay que mitigar. La esfera de los procesos permite encontrar nuevas formas de actuación, por lo que las empresas son más eficientes y eso impacta en los reultados. En cualquier caso, es en la tercera, donde las organizaciones pueden encontrar ventajas competitivas menos replicables y más duraderas.

Refiriéndose al sector sanitario, Silos señala que, aunque “es al final el campo objeto de las innovaciones”, hay demasiadas variables a tener en cuenta para que la sostenibilidad se pueda aplicar de modo inteligente. Es necesario “equilibrar los intereses del Estado, de los inversores y de las personas”, aunque al final, lo que realmente importa es “mejorar la calidad de vida de las personas”, puntualiza.

Un ejemplo es la investigación de enfermedades raras, ya que tiene un impacto económico incierto (altas inversiones para un mercado potencialmente pequeño), pero una contribución importante al bienestar de la sociedad (pacientes, familiares y terapeutas) y un impacto neutro en el medio ambiente, tal y como subraya el estudio.