INVESTIGACIÓN/ A través del Programa Innodemanda la Administración puede pedir productos o servicios que no existen, pero pueden ser creados

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J. Ruiz-Tagle Baracaldo | viernes, 21 de septiembre de 2012 h |

Los eslabones de una cadena tan compleja como la del desarrollo del conocimiento se vuelven frágiles cuando escasean fuertes soldaduras entre ellos. El conocimiento básico que se encuentra entre pipetas y probetas no entiende de números ni de prisas, así como las grandes compañías no pueden albergar todo el conocimiento sin que ello conlleve un riesgo económico importante. Ante esta fractura, y con un telón de fondo que urge a innovar para alcanzar hitos sanitarios, la necesidad de una convergencia entre ambos mundos se erige como un pilar fundamental para el progreso. En esta tesitura, BioSpain 2012 ha logrado unir a pequeños grupos de investigación, fundaciones o compañías biotech emergentes con grandes farmacéuticas para consolidar las bases de un nuevo modelo de inversión en I+D.

Pero, ¿cuáles han sido los principales motivos de esta transformación del modelo en investigación? ¿Cuáles son los objetivos y necesidades? ¿Qué ventajas ofrece esta evolución frente a anteriores modelos? Las respuestas son variadas, pero todo confluye en ese eslabón de la cadena que solía perderse con facilidad: la necesidad de generar valor compartiendo los riesgos económicos. “Las grandes compañías farmacéuticas se están encontrando con muchas dificultades para ampliar el pipeline y las inversiones que tienen que hacer al tener centralizada toda su I+D no tiene el suficiente retorno como para que sea viable”, señaló Olga Genilloud, directora científica de la Fundación Medina. “El conocimiento básico que hay en España es muy bueno y hay casos en los que se pierde por falta de financiación; se trata de que cada uno se dedique a lo que sabe para poder ganar todos”, apuntó.

De hecho, la Fundación Medina cuenta con un partner como MSD, “aunque es un caso un poco particular porque nuestros fines no son lucrativos”, aseguró Genilloud. Sin embargo, y tras moderar una mesa en la que se trataba de unir puntos entre ambos extremos de la cadena, Genilloud explicó que “descentralizar el conocimiento es algo necesario para una gran farmacéutica; debe buscar a los mejores en cada una de las fases de una investigación farmacológica para que la operación llegue a buen puerto”.

A este argumento se ha adscrito la compañía Lilly. Durante la celebración de BioSpain 2012, la farmacéutica norteamericana dio a conocer el programa Open Innovation Drug Discover (OIDD). La plataforma tiene el objetivo de identificar moléculas innovadoras con potencial terapéutico.

El proyecto tiene por objeto, concretamente, promover la investigación biomédica y establecer relaciones entre centros de desarrollo, universidades y programas de innovación que Lilly desarrolla a nivel global. En pleno funcionamiento, podrá presumir de haber tejido una red de innovación y desarrollo a nivel mundial desde el conocimiento básico hasta el mercado. “En España es difícil encontrar proyectos e en fases avanzadas, normalmente porque no existen los fondos económicos necesarios. Pero si nos fijamos en fases anteriores, vemos que la calidad de los trabajos de los promotores españoles es excelente por lo que nuestro trabajo se basa en poner los medios para que entre todos lleguemos a una molécula que lanzar al mercado”, aseguró Javier García, vicepresidente de Desarrollo de Negocio de Lilly.

Estas apuestas demuestran la necesidad de alcanzar una investigación traslacional, es decir, construir con los mejores científicos en cada campo, cada uno de los eslabones necesarios para formar la cadena del desarrollo. “Nosotros podemos jugar un papel muy importante, evaluamos cada una de las innovaciones que se van produciendo a nivel mundial y las ponemos en contacto”, aseguró García, que apuntó a las necesidades científicas que debe cumplir un proyecto si quiere entroncarse dentro del programa OIDD.

“Tiene que tener una base científica sólida, un target de interés farmacológico para nosotros y un potencial comercial”, resumió García. Lilly no fue la única que presentó proyectos que promuevan la investigación. Faes Farma puso en liza su experiencia antitumoral, Ferrer expuso sus avances en farmacocinética y Oncomatryx exhibió sus herramientas de diagnóstico.

Todas estas políticas e iniciativas empresariales fueron escuchadas muy atentamente por el joven tejido industrial biotecnológico español. Dos ejemplos entre los muchos que visitaron BioSpain 2012 fueron OWL Genomics y Oncovisión. Ambas compañías comparten la construcción de la investigación traslacional desde sus orígenes. OWL Genomics basa su investigación y desarrollo en una innovadora línea de investigación: la metabolómica. Esta aplicación desarrolla test ‘in vitro’ para esteatohepatitis no alcohólica y posee clientes potenciales como hospitales o farmacéuticas.

Por su parte, Oncovisión fue fundada como spin off del Instituto de Física Corpuscular del CSIC en Valencia. Está especializada en visión molecular, con foco principal en el diagnóstico y tratamiento de múltiples casos de cáncer. Recientemente, ha recibido tres millones de euros del fondo de inversión CRB Inverbío para continuar con sus innovaciones.

En ambos casos, un primer descubrimiento científico fue valorado positivamente por partners económicos, que apostaron y aportaron conocimientos empresariales a las jóvenes compañías. El resultado son dos empresas destacadas que colocan a España como un país importante respecto a innovación tecnológica.

Compra pública innovadora

Más allá del mundo privado y a pesar de la coyuntura económica actual, o precisamente por ello, la compra pública innovadora (CPI) se erige como un potencial compañero de viaje para la biotecnología española. El pasado 9 de julio de 2011, en Consejo de Ministros, se concretó la obligatoriedad de destinar una parte del presupuesto público para compra innovadora.

Posteriormente, en octubre del mismo año, se acordó que la Administración Central destinaría “un 3 por ciento del volumen presupuestario a tal efecto”, aseguró Cecilia Hernández, directora de Biotecnología del Centro para el Desarrollo Técnico Industrial (CDTI). “Ese es el compromiso que existe y tienen que acreditarlo; ahora sólo falta que se reúnan en un Consejo Interterritorial para consensuar el porcentaje autonómico, que esperemos que sea similar”, comentó Hernández. De hecho, Juan Goicolea, viceconsejero de Innovación del Gobierno del País Vasco, aseguró que su comunidad autónoma ejecuta prácticamente ese porcentaje para compra pública innovadora. “Nuestras políticas están concienciadas, muestra de ello es el clúster que estamos presentando en BioSpain 2012”, dijo.

Asimismo, el CDTI ya preparó hace un año el programa Innodemanda, con el que pretende potenciar las políticas de CPI. El proyecto, en palabras de Hernández, tiene el propósito de facilitar la falta de financiación actual. “Se trata de que cualquier administración, ya sea central o alguna comunidad, demande algo que aún no existe, pero que se puede crear con el esfuerzo y la apuesta de una empresa. Nosotros financiamos la innovación que esa compañía debe llevar a cabo mediante este programa de crédito”, argumentó.

De esta forma, parece, se facilita el camino a la biotecnología en su desarrollo empresarial y su instalación en la sociedad. Sin embargo, ante la duda de que los nuevos presupuestos generales den un nuevo varapalo al CDTI, Hernández aclaró que los recursos del ente destinados a Innodemanda “no corren peligro porque los préstamos se retroalimetan”.

Los participantes coinciden en que hay que generar valor compartiendo riesgos

Comunidades como País Vasco ya destinan el porcentaje de CPI fijado en 2011 por el gobierno