JOSÉ A. RODRÍGUEZ Barcelona | viernes, 20 de febrero de 2015 h |

Aumentar el arsenal terapéutico contra la artrosis de rodilla es uno de los grandes retos en el campo de la reumatología. Una de las noticias más relevantes en este sentido son los resultados del estudio Moves. Este ensayo, cuyos resultados se acaban de publicar en la revista Annals of the Rheumatic Diseases, ha consistido en un estudio multicéntrico y doble ciego, que ha comparado la eficacia de la combinación de condroitín sulfato e hidrocloruro de glucosamina con respecto el antiinflamatorio celecoxib. En el estudio se evaluaron 606 pacientes con artrosis de rodilla primaria y dolor de moderado a severo, de 42 centros de España, Alemania, Francia y Polonia. Se les administró 1.200 mg de condroitín sulfato y 1.500 mg de hidrocloruro de glucosamina de calidad farmacéutica al día o 200 mg de celecoxib durante seis meses. Y participó un equipo multidisciplinar de investigadores que incluía reumatólogos, traumatólogos y médicos de atención primaria.

Como explica Arturo Rodríguez de la Serna, jefe de Reumatología del Hospital Sant Pau de Barcelona, la principal conclusión del estudio Moves es que la combinación de condroitín sulfato y glucosamina “tiene una eficacia no inferior a celecoxib”. Más concretamente, muestra una reducción del dolor del 50,1 por ciento; de la incapacidad funcional del 45,5 por ciento; de la rigidez del 46,9 por ciento; de la inflamación del 53 por ciento, y del derrame articular del 56 por ciento.

Mejor perfil de seguridad

Además, comenta Vaquero, ofrece un mejor perfil de seguridad para aquellos pacientes que presentan “lesión gástrica, renal o hepática”. Como se indica en el artículo publicado, celecoxib incrementa el riesgo cardiovascular, de insuficiencia cardiaca y de problemas gastrointestinales. Por eso, en la Unión Europea está contraindicado para los pacientes que sufren enfermedades cardiovasculares o enfermedad vascular periférica. De este modo, a pesar de que celecoxib es un antiinflamatorio no esteroideo de una eficacia contrastada, “condroitín sulfato y glucosamina puede ser una buena opción para aquellos pacientes en los que se quieran evitar los posibles efectos secundarios de este tipo de fármacos”, dice Vaquero.

Por otro lado, otro de los resultados destacables de Moves es que, entre el primer y el cuarto mes de tratamiento, celecoxib se mostró superior, pero, a los seis meses, la eficacia de condroitín sulfato y glucosamina se equiparó a la de este antiinflamatorio. En opinión de Vaquero, este dato, sumado a su mejor perfil de seguridad en comparación con celecoxib, avala que esta combinación es especialmente adecuada “para pacientes en los que el tratamiento tiene que ser a largo plazo”.

Mecanismo de acción

Los mecanismos de acción de condroitín sulfato más glucosamina y celecoxib son completamente diferentes, como explica Antonio García, jefe del Servicio de Farmacología Clínica del Hospital Universitario de La Princesa y director del Instituto Teófilo Hernando de la Universidad Autónoma de Madrid. “Al sumar ambos fármacos, los efectos se complementan”, señala. Hay un mecanismo de transcripción (factor NF-kB) que se encuentra en el citoplasma de las células inflamatorias. Cuando se desencadena la artrosis, “este factor de transcripción se trasloca al núcleo celular y expresa en éste mediadores de la inflamación, como las interleuquinas o los factor de necrosis tumoral alfa, y estos mediadores perpetúan el proceso inflamatorio”, comenta García. La combinación de condroitín sulfato y glucosamina “bloquea la traslocación del factor de transcripción NF-kB del citoplasma al núcleo de las células inflamatorias”. Éste es el principal mecanismo de acción que explica la eficacia de sumar condroitín sulfato y glucosamina. “Un segundo efecto también importante es que inhibe la sobreproducción de óxido nítrico, que es inflamatorio”, indica García. En cambio, “celecoxib es un inhibidor de la ciclooxigenasa, una enzima clave en la producción de prostaglandinas, también implicadas en la inflamación”. Esto explica que este fármaco actúe tan rápidamente en el proceso inflamatorio, pero que presente riesgo cardiovascular. En cambio, los efectos secundarios observados en el ensayo Moves de condroitín sulfato y glucosamina “son parecidos a los del placebo, como naúseas o mareos”.

Javier Vaquero, jefe del Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, ha sido uno de los 16 investigadores españoles que han participado en el ensayo clínico Moves. Con motivo del último Congreso de la Sociedad Española de Cirugía Ortopédica y Traumatología, celebrado el pasado mes de octubre, GACETA MÉDICA (núm. 529) habló con este especialista, que se encargó de moderar la mesa en la que se presentaron los resultados de Moves.En opinión de Vaquero, la principal ventaja de la combinación de condroitín sulfato e hidrocloruro de glucosamina es “su perfil de seguridad, ya que presenta menos efectos secundarios”. De este modo, el ensayo “avala una alternativa igual de eficaz que celecoxib y con un perfil de seguridad mucho mejor”. Asimismo, Vaquero quiso destacar la relevancia de exponer los resultados del estudio Moves en el marco de un congreso tan importante. “Creo que es necesario que los traumatólogos estén al corriente de las diferentes alternativas terapéuticas, ya que van a tener que tratar a muchos pacientes con artrosis, que suelen acudir con frecuencia a estos especialistas. Y creo que es importante que se dé a conocer un estudio como el Moves, que está bien diseñado”. Como señaló Vaquero, a pesar de que la artrosis es una patología que afecta sobre todo a personas mayores, cada vez hay más personas jóvenes, mayores de 40 años, que la padecen. Por ejemplo, cada vez hay más deportistas que “sufren esta patología”. Por eso, “es fundamental realizar campañas de concienciación. Es evidente que la artrosis no supone un riesgo vital, pero hay que hacer todo lo posible para evitarla o para reducir los problemas una vez que ya ha aparecido”. Se sabe que una persona joven a la que se le extirpa el menisco o que sufre una rotura del ligamento cruzado tiene mucho más riesgo de padecer artrosis en diez años. “Así que hay que tener cuidado a la hora de hacer deporte. Es necesario prepararse para evitar este tipo de lesiones”. De este modo, en el caso de las personas ya diagnosticadas, mantenerse en el peso adecuado y realizar una actividad física suave pero regular “son dos factores que ayudan a retrasar la evolución de la enfermedad”. Vaquero también hizo énfasis en la necesidad de avanzar en el diagnóstico precoz de la enfermedad. En este sentido, dijo, “puede ayudar un test de ADN en saliva o de líquido de la articulación de la rodilla para saber cuál será la evolución de la artrosis que sufre un paciente”.