C. O. Barcelona | viernes, 28 de marzo de 2014 h |

“La inmunoterapia ha venido para quedarse”. Una idea que quedó patente durante la Conferencia Europea sobre Cáncer de Pulmón (ELCC-2014) celebrada en Ginebra (Suiza), y que si bien no parecía una estrategia muy eficiente en este tipo de neoplasia, se está nutriendo de nuevos datos que demuestran lo contrario.

Jean-Charles Soria, del Institute Gustave Roussy de París, señala que la moléculas inmunoterápicas dirigidas a PD-1 y al ligando de PD-1 están dando lugar a respuestas “sorprendentes y duraderas”, con tasas de respuesta global a nivel mundial del 20 al 25 por ciento en monoterapia en cáncer de pulmón metastásico de células no pequeñas.

Un estudio del equipo de Armida D’Incecco, del Istituto Toscano Tumori en Livorno (Italia) ha obtenido resultados que sugieren el potencial de la combinación de inmunoterapia con otras terapias dirigidas en este subtipo de cáncer de pulmón.

Según señala el investigador, estudiaron la expresión de PD- L1 y PD- 1 en un grupo de pacientes con cáncer de pulmón de células no pequeñas, en los que también evaluaron la presencia de mutaciones EGFR, KRAS, traslocación de ALK o triple negativo. De esta forma, comprobaron que los tumores que expresan PD-L1 solían presentar también alteraciones del EGFR, mientras que la presencia de PD-1 en las muestras de tejido se asoció con el estado de KRAS mutado.

En concreto, entre los 95 pacientes tratados con gefitinib o erlotinib —anti-EGFR— la mitad fueron PD-L1 positivos y registraron mayor tasa de respuesta (61,2 versus 34,8 por ciento) y tiempo hasta la progresión (11,7 meses frente a 5,7 meses), así como una supervivencia global de casi 10 meses más (21,9 frente a 12,5 meses) que aquellos pacientes PD-L1 negativos.

Por otro lado, de los 55 pacientes con EGFR mutado tratados con inhibidores de la tirosina kinasa, los casos de PD-L1 positivo experimentaron mayor supervivencia libre de progresión (13 meses versus 8,5 meses), y casi nueve meses más de supervivencia global (29,5 frente a 21), en comparación con los PD-L1 negativo.

Sin embargo, como especifica D’Incecco, no vieron diferencias en términos de tasa de respuesta, tiempo a la progresión ni supervivencia global entre los pacientes con PD-1 positivo o negativo.

Tras haber comprobado la fuerte correlación entre la expresión de PD-L1 y las mutaciones EGRF, así como entre PD-1 y KRAS, cabe esperar que la acción de las actuales terapias dirigidas ya disponibles contra estas dianas, sumadas a agentes anti-PD-L1 y anti-PD1, tenga la capacidad de mejorar los resultados en estos pacientes, en la línea de la medicina personalizada.

Por el momento, se están realizando nuevos ensayos clínicos que intentan profundizar en esta asociación, según comentó Soria.

Pero, más allá de los potenciales avances en el ámbito del tratamiento personalizado dependiendo de la firma molecular del tumor, durante esta conferencia se abordaron otros temas habitualmente ignorados en el paciente oncológico, como por ejemplo el impacto del tratamiento en la vida sexual.

Disfunción sexual

Como puso de manifiesto Stéphane Dropy, del Hospital Universitario de Nimes (Francia), se estima que la disfunción sexual afecta a entre el 40 y el 100 por ciento de los pacientes tras recibir tratamiento oncológico, un problema que no mejora a largo plazo.

Si en otros tumores, como el de mama, ginecológicos o de próstata existe más información sobre esta cuestión, en el caso del cáncer de pulmón poco se conoce sobre la sexualidad posterior del paciente, y en la Conferencia ELCC han querido comenzar a trabajar en este aspecto.

El reto no es sencillo, pues, como puntualiza Droupy, “a diferencia de otros tipos de cáncer, donde la supervivencia está mejorando, el manejo del cáncer de pulmón a menudo se centra en la calidad a corto plazo de mejora de la vida y los cuidados paliativos. La sexualidad es entonces aún más difícil de proteger o reconstruir en un corto período de tiempo en que se hacen todos los esfuerzos para mantenerse con vida”.

Los expertos sugieren que la evaluación de la función sexual previa al cáncer debería formar parte de las primeras consultas tras el diagnóstico, puesto que “cualquiera que sea la situación clínica, la reconstrucción de la función sexual puede mejorar significativamente el estado emocional de un paciente de cáncer”, valora Droupi.

Las nuevas inmunoterapias obtienen tasas de respuesta del 20% en cáncer de pulmón de células no pequeñas