Lucía Barrera, Directora de
Gaceta Médica
| viernes, 03 de junio de 2016 h |

La noticia de la detección de un caso en EE. UU. de una paciente con una cepa de la bacteria E. coli resistente al antibiótico de último recurso, la colistina, ha hecho saltar las alarmas y reabierto el debate de si nos acercamos cada vez más a la era post-antibióticos. Hoy mueren en Europa anualmente unas 25.000 personas por la resistencia a los antibióticos. Las perspectivas no son halagüeñas. Un estudio inglés encargado por el primer ministro, David Cameron, plantea que, si no se toman medidas, esa cifra aumentará a 10 millones a mitad de siglo y tendrá un coste sanitario global de 100 billones de dólares entre 2014 y 2050. Parece que estas medidas podrían pasar por desarrollar un test que diferencie entre bacterias y virus para no dar antibióticos cuando no son necesarios, que se eduque a la población sobre un uso adecuado de esta medicación, así como que se reduzca la utilización indiscriminada de estos medicamentos en animales, ya que si generan resistencias, se pueden transmitir también a los humanos. Recientemente, en el Foro Económico Mundial en Davos más de 80 farmacéuticas internacionales solicitaron a los gobiernos trabajar en paralelo para desarrollar una acción integral contra las infecciones resistentes a los medicamentos. Desde el año 2008 se han autorizado sólo seis nuevos antibióticos en Europa. Son varias las cuestiones que hacen que estos fármacos no sean rentables para las compañías. Por un lado, los antibióticos tienen un uso normalmente acotado en el tiempo porque las bacterias generan resistencias con cierta facilidad. Además estos fármacos están sometidos a restricciones de uso para evitar el desarrollo de estos problemas, lo que dificulta el retorno de la inversión. A esto se suma que ya no vale desarrollar antibióticos de amplio espectro, para entrar en el mercado hay “ir a la diana”. Para paliar esta cuestión, el Gobierno plantea establecer incentivos ya sean fiscales, por ampliación de exclusividad o políticas de precios, así como establecer procedimientos acelerados. Está claro que todas las partes deben sumarse para resolver un problema que necesita respuesta rápida.