Rocío Chiva Madrid | miércoles, 01 de octubre de 2014 h |

Los pacientes con cáncer de pulmón no microcítico (CPNM) avanzado que desarrollan resistencia a gefitinib, un inhibidor de la tirosina quinasa (TKI) utilizado en primera línea de tratamiento, no muestran una mejoría estadisticamente significativa en la supervivencia libre de progresión (SLP) si continúan el tratamiento con este fármaco añadido a quimioterapia tras progresión de la enfermedad, segun los datos del estudio en fase III Impress, que se ha presentado en ESMO 2014, celebrado en Madrid entre el 26 y el 30 de septiembre.

Este estudio, “el primero que que aporta resultados acerca de la estrategia de intentar revertir la resistencia a inhibidores de la tirosina quinasa EGFR”, ha destacado a GM Lola Isla, del Hospital Lozano Blesa de Zaragoza, partía de la hipótesis de la existencia de células sensibles a estos inhibidores que, al suspender el tratamiento, comenzarían a crecer de manera acelerada. Así, se pensaba, tal y como ha explicado Isla, que “mantener el fármaco asociado a quimioterapia actuaría contra esas células resistentes”. Una hipótesis que finalmente no ha sido validada.

Pero la publicación de estos resultados negativos en el objetivo primario del estudio, la SLP, no significa, considera Isla, que el estudio sea negativo en sí mismo ya que, en su opinión, todavía quedan “muchas preguntas por contestar”. Así, por ejemplo, están previstos una serie de análisis exploratorios de biomarcadores, además de datos de supervivencia global definitivos —estos datos se darán a conocer a principios de 2016—. Asimismo, Isla habla también de la posibilidad de hacer estudios prospectivos de subgrupos de pacientes en función del perfil genómico en el momento de la progresión de la enfermedad, ya que este proceso no s eproduce de la misma manera en todos los individuos.

Como apunta la doctora, “clínicamente hay escenarios diferentes, ya que hay pacientes que progresan de forma muy poco agresiva o asintomática, pacientes que solo progresan en una de las lesiones o pacientes que solo hacen metástasis cerebrales”. Y, en esos acasos concretos de progresión indolente, la experiencia en práctica clínica parece indicar (sin datos científicos) que “continuar con el inhibidor permite manetener al paciente controlado unos mesese”, destaca Isla. A la espera de esos resultados más específicos, esta oncóloga sí reconoce que el estudio deja “un poco descolocados” a sus colegas de profesión, ya que las guías clínicas recomiendan continuar con el fármaco en al mayoría de las ocasiones.

Mientras, gefinitib ha recibido hoy mismo, miércoles 1 de octubre, la opinión positiva del Comité de Medicamentos de Uso Humano (CHMP) de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) para la actualización de variación tipo-II de la ficha técnica europea del fármaco. Su puesta al día ayudará a los médicos a identificar a los pacientes con cáncer de pulmón – según las alteraciones genéticas específicas de su tumor – que podrían beneficiarse del tratamiento con gefitinib pero de los que no se puede obtener una muestra adecuada del tumor. Con este anuncio, este fármaco se convierte en el primer TKI-EGFR en Europa en tener una ficha técnica que permita el uso del ADN tumoral circulante (ADNtc) obtenido de una muestra sanguínea para evaluar el estado de la mutación del EGFR en aquellos pacientes en los que no hay opción de tomar una muestra tumoral. La actualización tendrá efecto inmediato y será aplicable en los 28 estados miembros de la Unión Europea.

Y con la vista puesta en el futuro, Isla destacó la llegada de los “fármacos de tercera generación irreversibles TKI” cuyos resultados, presentados en ASCO, parecen indicar una gran actividad antitumoral. Concretamente, Isla se refirió al estudio Aura, cuyos resultados preliminares en fase I y II con la molécula AZD9291, en desarrollo por AstraZeneca, parecen indicar un aumento de la SLP en pacientes con cáncer de pulmón no microcítico avanzado. En los próximos meses se pondrá en marcha el estudio Aura 3, de comparación de esta molécula con quimioterapia, un estudio en que Isla es la investigadora principal y del que, a pesar de que todavía no se abierto los centros, podría ir bastante deprisa dado “su interés científico”, concluye.