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Almudena Fernádez, RSC | viernes, 08 de mayo de 2015 h |

La profesión médica ha sido la primera en reconocer que puede enfermar y llegar a ser un riesgo para sus pacientes, además de poner herramientas de ayuda. Así lo explicó Serafín Romero, vicepresidente de la Organización Médica Colegial (OMC) y coordinador del Programa de Atención Integral al Médico Enfermo (Paime) que entre 1998 y 2014 lleva atendidos a 3.810 médicos por enfermedades mentales o adicciones. Concretamente, la enfermedad mental fue el principal motivo de ingreso del Paime en 2014 —63 por ciento—, seguido del consumo de drogas y alcohol —24— y la combinación de ambos, es decir, patología dual —11—. Y, detallando más los diagnósticos clínicos, el mayor número de casos está relacionado el consumo de alcohol y otras sustancias —26 por ciento—, seguido de trastornos del estado de ánimo —25— adaptativos —19—, de ansiedad —11— y trastornos de la personalidad —ocho—. De los 357 casos atendidos el año pasado, el 73 por ciento lo solicitó voluntariamente.

Desglosando por edades los datos de los médicos atendidos por este programa, Romero apunto a que el colectivo más afectado es el de entre 51 a 60 años —36 por ciento—, seguido del de 41 a 50 años —25—, de 31 a 40 —20—, menos de 30 años —11— y más de 61 años —ocho—. Especialmente significativo es el hecho de que en un año hayan aumentado un 61 por ciento los casos de médicos de 31 a 40 años. Y es que este grupo ha pasado de 49 casos en 2013 a 79 en 2014. También sufrió un incremento significativo el grupo de médicos más jóvenes, menores de 30 años, cuyo porcentaje creció un 13 por ciento, pasando de 30 casos en 2013 a 37 en 2014.

En este sentido, el presidente de la OMC, Juan José Rodríguez Sendín, agregó que el estrés es el factor que desencadena estos problemas en mayor medida, por ello, la residencia puede ser el germen de estas patologías y la figura del tutor, fundamental para paliarlo. Y es que los residentes pasan de llevar años prácticamente solo estudiando a, por ejemplo, trabajar en un servicio de urgencias, con “niveles altísimos” de estrés, dedicándole “un montón de horas”, con su familia y su entorno lejos y una competencia interna muy grande que, “si se junta con una personalidad sensible, el cóctel que sale es regular”.

Especialidades más afectadas

En cuanto a las especialidades más afectadas por estos trastornos, casi el 50 por ciento son médicos de familia, seguidos de los pediatras, que suponen el siete por ciento del total, y de los anestesistas, ya que el cinco por ciento del total de médicos atendidos pertenecen a esta especialidad. “Según estos datos, ser médico de familia es un factor de riesgo en sí mismo”, recalcó Romero.

De los médicos atendidos hasta ahora por el programa Paime, aproximadamente el 10 por ciento están en periodo de inhabilitación y no podrán seguir ejerciendo la profesión médica, mientras que entre el 55 y el 57 por ciento del total pasan revisiones periódicas a pesar de estar relativamente de alta y, en el caso de adicciones, se les realizan además análisis para comprobar que no han vuelto a consumir.

Asimismo, los expertos reunidos en la presentación lamentaron que en cada comunidad la situación sea diferente. De hecho, Rodríguez Sendín señaló que queda mucho camino todavía por andar y algunas comunidades tienen que “ponerse las pilas” porque detectan muy pocos casos y, a su juicio, no es porque la prevalencia sea mucho menor en unas regiones que en otras. Mientras que en Córdoba y Extremadura se obtienen “excelentes resultados”, los de Asturias muestran que la región “nunca ha querido participar”.

Y es que el Paime se financia de forma compartida a través de los colegios de médicos, la Fundación para la Protección Social de la OMC (Fpsomc) y las administraciones sanitarias, ya que muchas de ellas cubren parcialmente el coste del programa. Solo dos comunidades asumen en total del coste del Paime en su región: Navarra y Extremadura, mientras que en Aragón, Asturias, Comunidad Valenciana, La Rioja, Murcia, Baleares, Ceuta y Melilla carece de subvención alguna, por lo que el coste total recae en los colegios y la Fpsomc. Anualmente, este programa cuesta alrededor de 710.000 euros. “Ningún médico de este país se queda sin ser atendido aunque su comunidad no colabore, porque para eso tiene su fundación”, subrayó Romero.

En esta línea, apuntó a que siendo importante la ayuda económica, lo es todavía más que el programa esté integrado en los recursos humanos de las comunidades para que se faciliten las bajas laborales, se ayude a la inhabilitación en los casos en que sea necesario, se cuente con formación para la reincorporación del médico, etc., pues “no sirve de nada” tratar a una persona durante un mes para que después vuelva a su entorno sin que se le preste ningún tipo de ayuda.

La detección precoz de este tipo de patologías es esencial para evitar que puedan tener consecuencias irreversibles para la salud de los pacientes y ahí las autonomías tienen también una responsabilidad importante a través de las revisiones de salud laboral, algo que en algunas regiones se lleva a cabo correctamente y en otras no se realiza nunca. De hecho, el presidente de la OMC alertó de que los médicos de algunas comunidades pueden llevar trabajando 25 años y no haber pasado nunca por este tipo de consulta.

Muestra de que una intervención a tiempo puede facilitar que el médico afectado por estas patologías pueda recuperarse y reintegrarse en su vida laboral es el hecho de que el 87 por ciento de los que fueron atendidos están trabajando en la actualidad con plenas garantías para sus pacientes.

Compromiso ético

En definitiva, este programa responde al compromiso ético y de solidaridad de los profesionales médicos con la salud mental de los propios facultativos, así como con evitar que este tipo de patologías perjudiquen al paciente por recibir una atención inadecuada e, incluso, negligente.

Y es que se estima que entre el 10 y el 12 por ciento de los médicos que están ejerciendo actualmente la profesión podrían sufrir a lo largo de su vida profesional un trastorno mental o una adicción al alcohol o a alguna otra droga.