Almudena Fernández Madrid | viernes, 08 de abril de 2016 h |

En los círculos sanitarios no hace falta presentar a Carlos Lens, serán pocos los profesionales que no conozcan al subdirector general de Calidad de Medicamentos. Pero también es conocido en los círculos literarios, hasta media docena de obras que se pueden encontrar en las librerías españolas llevan su firma. Él, farmacéutico, en su recién publicada Médicos con buena letra se atreve ahora con escritores médicos.

Pregunta. ¿Ser médico y tener buena letra es compatible?

Respuesta. A la vista está, son millares los médicos que han escrito bien.

P. Tú que tienes letra de farmacéutico, hablas de la letra de los médicos…

R. Yo me precio de tener buena letra y buena escritura. Desde que estamos pegados al ordenador se ha ido deteriorando la letra, pero no la he tenido mala.

P. ¿Está la letra de médico en peligro de extinción por ese ‘depredador’ llamado receta electrónica?

R. La receta electrónica es buena, pero sí, el cuidado por la escritura está en peligro por los sistemas de información.

P. Tu libro pone en común a personas separadas por casi 20 siglos pero unidas por su profesión, ¿es muy diferente la letra de médico del siglo XXI de la que forma ya parte de la historia?

R. El hilo conductor es el mismo: la defensa de la salud, la lucha contra la enfermedad, estaba ya presente en Hipócrates. Grandes nombre del siglo XXI como Benjamin Carson, Rojas Marcos, Baños o Aurora Guerra tienen en común con Hipócrates la razón de ser de su profesión. En el Museo de Historia de la Farmacia de Madrid, en una reproducción de una farmacia árabe está escrito con caracteres antiguos: “nadie vence salvo Dios y la enfermedad”.

P. ¿Cómo ves que los enfermeros también quieran ahora tener letra?

R. Es una evolución normal en una profesión sanitaria y los legisladores tienen que buscar la eficiencia, que pasa por el hecho de que todo profesional pueda usar adecuadamente las herramientas terapéuticas. No puedo establecer muchas diferencias entre un enfermero manejando un sistema con nitrógeno líquido y un medicamento, no voy a entrar ya si con o sin receta médica.

P. Sin querer invadir campos médicos, ¿a quién le prescribirías el libro?

R. A cualquiera que tenga una buena dosis de ignorancia encima.

P. Como un facultativo en su día a día, ¿cuántas horas de consulta han hecho falta?

R. Se ha llevado seis meses de mi vida literaria, el 50 por ciento del tiempo que puedo dedicar a familia y aficiones.

P. ¿A qué médico escogerías para colaborar multidisciplinariamente en la creación de una obra?

R. Conozco a muchos médicos magníficos. Me podría además el cariño que tengo por Alfonso Moreno, expresidente del Consejo Nacional de Especialidades; Emilio Vargas, catedrático de farmacología en Madrid, pero hay muchos más… Escribiría con muchos y con gusto, aunque ellos no tuvieran buena letra.

P. Queda clara tu facilidad para escribir páginas, ¿también te resulta fácil pasar página?

R. Sí, en la vida es muy necesario pasar página, si no se queda uno con rencores que a nada conducen.

P. ¿Mucho de lo vivido como interlocutor de la Administración con este sector da para escribir un libro?

R. Sí, pero realmente me he prometido a mí mismo no escribir de asuntos que han propiciado situaciones de desencuentro, prefiero recoger lo bueno. Otra cosa sería que me pidieran información o que me utilizaran como fuente para una obra de narrativa sobre el particular.

P. ¿Tu etapa en Paseo del Prado 18 va camino de ‘capítulo cerrado’ o quedan muchas líneas por escribir?

R. Mi puesto de libre designación está siempre abierto, pero ante un cambio de Gobierno más todavía, estoy preparado para recoger los bártulos sin la más mínima acritud.

P. A la hora de definir esta etapa, ¿en qué género la encuadrarías?

R. Es un ensayo de corte filosófico, profesional, legislativo, sociológico. La vida fluye a una velocidad impresionante, no sucedía así cuando empecé hace 40 años.

P. ¿El RDL 16/2012 se ha convertido en un best seller de la profesión por todo lo que se ha hablado y leído sobre él?

R. En la 10ª legislatura ha sido el best seller, y una de las consecuencias es que hemos mantenido la sostenibilidad en la prestación farmacéutica del SNS.

El médico con más arte al escribir. Como lector en español, inglés y alemán, el que más me ha atraído es Sigmund Freud, que quiere escribir de clínica y acaba contando una novela.

Algún médico famoso como escritor pero casi nadie conozca en su faceta como facultativo. Pío Bajora y William Somerset Maugham, son médicos y prácticamente nunca tocaron tripas. Arthur Conan Doyle, el padre de Sherlock Holmes, abrió una consulta de oftalmología a la que nunca fue ningún paciente.