Rocío chiva Madrid | viernes, 14 de noviembre de 2014 h |

La melatonina podría ser eficaz en la reducción del estrés oxidativo en los ovarios, causa de muchos de los problemas de baja respuesta a estimulación ovárica en tratamientos de fecundación in vitro (FIV) en mujeres menores de 35 años. A esta última conclusión, la del estrés oxidativo como causa de que exista entre un 20 y un 25 por ciento de mujeres pobres respondedoras, ya llegó el año pasado la Clínica Tambre, en un estudio en el que comparó el nivel de estrés oxidativo —medido tanto en el líquido folicular que contiene los ovocitos como en las células del cúmulo y la granulosa que los rodean— en un grupo control de mujeres donantes de ovocitos y en un grupo de estas mujeres pobres respondedoras.

Ahora, a raíz de estos resultados, esta misma clínica ha decidido poner en marcha un estudio en colaboración con el Departamento de Fisiología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), dirigido por Jesús Tresguerres, que pretende evaluar la eficacia de la melatonina en la reducción del estrés oxidativo para conseguir, de esta manera, “convertir a mujeres pobres respondedoras en buenas respondedoras”, tal y como ha destacado este profesional, catedrático de Fisiología y Endocrinología Experimental de la UCM, durante la celebración del 6º Simposio Internacional sobre Reproducción Asistida, organizado por la Clínica Tambre y celebrado en Madrid.

Como subraya Tresguerres, el problema es que un dos por ciento del oxígeno que respiramos no pasa por el complejo mitocondrial y se transforma en radicales libres de oxígeno (RLO) que lesionan todos los tejidos, incluido el ovario. “Protegiendo al ovario de ese estrés oxidativo conseguiríamos retrasar la aparición de una menopausia precoz o, por lo menos, posponerla en el tiempo lo suficiente para incrementar la calidad de los ovocitos presentes”, destaca este catedrático.

En cuanto a cómo es posible influir y/o modificar la calidad de los ovocitos, Tresguerres recopiló una serie de investigaciones que se llevan realizando desde el año 2005 aproximadamente que demuestran que, lejos de lo que se pensaba hasta el momento, “no nacemos con una población infinita de ovocitos, sino que los ovocitos se pueden renovar”. Un cambio de paradigma que podría servir ahora para la investigación en técnicas que mejoraran la fertilidad de estas mujeres. “Si podemos reducir el estrés oxidativo e influir de alguna manera sobre la renovación de los ovocitos, para que los renovados se conserven mejor y estén más preparados y activos durante más tiempo, podríamos restablecer la fertilidad en muchas mujeres”, hipotetiza Tresguerres.

Todo ello, eso sí, de confirmarse la efectividad de la melatonina en la reducción del estrés oxidativo en el ovario en el ensayo a doble ciego puesto en marcha por la UCM y que, de momento, lleva reclutadas unas diez pacientes aproximadamente. Una hipótesis con la que este doctor es optimista, ya que, como destaca, “la melatonina es un antioxidante potentísimo que ya ha demostrado reducir el estrés oxidativo y la inflamación en el cerebro, el corazón, el hígado, el páncreas o la piel”.

Optimizar la selección de embriones

A la cabeza, junto a otros países, en el desarrollo de técnicas de reproducción asistida, no ocurre lo mismo si hablamos del número de embarazos múltiples, un aspecto en el que España tiene todavía que mejorar. Tal y como expuso Pedro Caballero, director del simposio, aunque la ley dice que se transfieran tres embriones como máximo y aunque lo normal suela ser finalmente dos, “lo deseable sería transferir solo un embrión” para minimizar al máximo los riesgos.

Un objetivo que, a día de hoy, explica Rocío Muñoz, coordinadora científica del simposio, no es nada descabellado porque existen cada vez técnicas más depuradas de selección de los mejores embriones como, por ejemplo, la técnica time-lapse, que permite ver fotografías seriadas de los embriones para poder seleccionar al mejor de ellos sin necesidad de sacarlos de la incubadora.

Además, también durante el simposio, Alberto García, director médico de la Clínica Tambre, negó que las técnicas de reproducción asistida incrementaran los riesgos obstétricos y perinatales. En su opinión, no son las técnicas, sino la multiparidad, la edad de la madre y/o las patologías que han llevado a la pareja a someterse a un tratamiento de reproducción asistida —que incrementan el riesgo de prematuridad y aumentan el riesgo de diabetes e hipertensión—, las culpables de este aumento de los riesgos tanto obstétricos como perinatales. En relación al segundo punto, la edad de la mujer, todos los expertos coincidieron en la importancia de “desmitificar” la idea de que es posible ser madre a cualquier edad, ya que se multiplican los riesgos.

Factor masculino

Pero la mujer no es la única responsable de tener que acudir a un tratamiento de reproducción asistida, ya que el varón es el responsable de la mitad de estos casos. Por eso, asegura Núñez, “el varón debe implicarse tanto o más que la mujer en el proyecto reproductivo”.

Actualmente, existen pruebas ya de largo recorrido como el seminograma, utilizado para el diagnóstico de la esterilidad masculina y para la evaluación del número, movilidad y morfología de los espermatozoides. En casos severos en que ningún tratamiento previo mejore la calidad del semen, existe la opción de la inyección intracitoplasmática (ICSI), que permite extraer y seleccionar los mejores gametos masculinos, que se usarán entonces en la fecundación.

Es de sobra conocido el hecho de que existen una serie de alteraciones inmunológicas e inflamatorias asociadas al fallo reproductivo recurrente, es decir, a los abortos de repetición o a más de tres fallos de implantación en mujeres que se someten a reproducción asistida. El problema es que, si bien hay alteraciones como el síndrome antifosfolípido, la celiaquía o incluso la presencia de anticuerpos antitiroideos, que son bien conocidos por los profesionales, hay otras alteraciones más relacionadas con la inmunidad celular y la respuesta de las células natural killer (NK) sobre las que “no existe ningún ensayo clínico”, ha subrayado Silvia Sánchez-Román, inmunóloga clínica del Hospital Clínico de Madrid, durante el Simposio. Lo que sí existe es algún estudio americano que demuestra que estas mujeres con fallo reproductivo recurrente tienen un exceso de linfocitos Th1 o Th17 o defectos en los linfocitos T reguladores —una gestante normal presenta linfocitos Th2 o T reguladores— y que deberían ser tratadas con antiinflamatorios como corticoides, inmunizaciones con células sanguíneas de la pareja o el donante, gammaglobulinas o factores de crecimiento de colonias de granulocitos. El problema es que, de todos ellos, “a día de hoy no hay ningún tratamiento inmunomodulador establecido”, destaca Sánchez-Román, que ha puesto sobre la mesa “la necesidad urgente” de realizar un ensayo clínico que valide el beneficio clínico de las gammaglobulinas, campo en el que ella trabaja, en este subgrupo de pacientes definidas por el marcador inmunológico NK. Y es que, a pesar de tener ya una propuesta de ensayo clínico elaborada, todavía no han conseguido financiación para validar una estrategia terapéutica que, aunque ya se utiliza en ocasiones fuera de ficha técnica, “todavía no se ha demostrado en un ensayo clínico y eso es un aspecto fundamental que está por hacer”.