C. S. Madrid | viernes, 24 de junio de 2016 h |

A día de hoy, no hay seminario, jornada, simposio o conferencia sobre oncología en la que no se nombren de un modo u otro los principales tratamientos que tienen disponibles los especialistas pasando por la radioterapia, quimioterapia (QT), cirugía, inmunoterapia, etc. Opciones que con más o menos acierto han ido calando en la práctica clínica diaria y que suscitan comentarios de diversa índole. Incluso cuando parecía que ya se había sentado cátedra respecto al enorme peso que había traído consigo la inmunoterapia, siempre hay quien tiene algo, o mucho, que puntualizar sobre el asunto.

“La inmunooncología es el futuro para los pacientes con cáncer”. Este mensaje se ha transmitido en los últimos meses en innumerables foros. ¿Y el presente? ¿Cómo (y cuánto) ha modificado la inmunoterapia la forma de entender esta patología? ¿Será posible contar con terapias dirigidas para todos los tumores? Y, en cuanto a la QT, ¿cuál es su papel en la era de las dianas moleculares? A estas y otras cuestiones se trató de dar respuesta durante el VII Seminario de la Fundación ECO ‘Retos actuales de la oncología médica en España’.

Si algo dejó claro Ignacio Melero, investigador del Departamento de Oncología Médica de la Clínica Universidad de Navarra (CUN) y del Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA), es que no cabe duda de que la inmunoterapia ha cambiado la manera de entender y abordar el cáncer. No obstante, se esforzó en dejar claro que es la investigación traslacional la que tiene “un papel preponderante” y que se debe incidir “mucho más” en la búsqueda de biomarcadores predictivos, ya que son el “gran reto” en este terreno.

“Van a cambiar algunos paradigmas en oncología, aunque queda un largo camino que recorrer”, subrayó el especialista, antes de poner en valor algunos de los trabajos que se presentaron en el Congreso de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO) 2016. Asimismo, aprovechó el marco para hacer un repaso de los pasos que se han dado hasta sentar los ‘cimientos’ de la inmunoterapia e incidido en que todavía no se conocen los límites.

Por otro lado, Javier Cortés, jefe de la Unidad de Cáncer de Mama y Tumores Ginecológicos del Hospital Universitario Ramón y Cajal, afirmó que la terapia biológica todavía exige más investigación, dado que “no se conoce bien”, por lo que decir que esta alternativa va a conseguir la curación de los pacientes es demasiado ambicioso. En este sentido, Cortés declaró que, actualmente, la terapia dirigida “no es posible en todos los tumores, pero sí lo será ‘mañana’”. ¿Cómo? “Conociendo mejor la biología del tumor”, agregó.

Otro de los puntos sobre los que puso el acento el especialista fue la firma genómica, la necesidad de detectar cuáles serán los pacientes que se pueden beneficiar más de una alternativa terapéutica u otra. Se debe conocer qué pacientes tienen activas determinadas vías de señalización antes de proceder a administrar un medicamento, ya que en función de esa expresión el impacto del tratamiento será mayor o menor.

La solución pasa por seguir investigando para ‘dar’ con biomarcadores que permitan resolver esta ecuación, tal y como comentó el facultativo, quien reiteró en innumerables ocasiones que solo hay una manera de tratar bien a los pacientes y es “administrándoles siempre la mejor alternativa disponible desde el primer momento”. Algo que choca con el planteamiento de prescribir los tratamientos de manera secuencial. A fin de cuentas, si hay una terapia acorde a las necesidades y expectativas de los pacientes, por qué no dársela desde el primer momento, plantearon los profesionales.

A su vez, Enrique Grande, del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Ramón y Cajal, no solo suscribió las palabras de sus compañeros en cuanto a la importancia de avanzar en la búsqueda de biomarcadores, sino también de la QT. “Esta es una terapia antidiana y, aunque durante mucho tiempo se ha pensado que a más dosis, más éxito en la eliminación —o reducción— del tumor; de lo que se trata es de dar la dosis adecuada en el lugar adecuado”, expuso. A colación, habló del papel que juega la tecnología y de cómo está contribuyendo a ofrecer mejores tratamientos a los pacientes y, por consiguiente, mejores resultados. “El futuro de la QT es la tecnología, ya que esta nos permitirá llegar mejor al tumor y descargar la mayor cantidad posible”, añadió.

Oncología basada en RWD

No solo se habló de tratamientos, sino que también se puso sobre la mesa el valor de los datos. Información extraída de ensayos clínicos, pero también la proveniente de estudios observacionales y de la propia experiencia. Pese a estar inmersos en la era digital, la época del big data, del 4.0. y de los avances más notorios en el campo de la tecnología; no está de más retomar el concepto ‘analógico’ y aunar fuerzas.

Para hablar sobre estos asuntos se contó con diferentes profesionales del ámbito clínico, consultor y de la industria. Andrés García Palomo, jefe del Servicio de Oncología del Hospital Universitario de León, no tardó en utilizar la palabra “crisis” y, a continuación, recordar el año 2008 para transmitir que aquello marcó un antes y un después en diferentes terrenos de juego.

Uno de los mensajes que García quiso dejar claro fue que, en estos momentos, “se cuenta con un sistema sanitario desconectado, cuya actividad está más centrada en el acto médico en vez de en el paciente”. Esa es una de las realidades que hay que modificar. A esto se une que la medicina se nutre, en gran medida, de los resultados obtenidos mediante la realización de ensayos clínicos. Algo que, para el experto, “conlleva deficiencias metodológicas, ya que no protegen contra el sesgo propio de estos estudios”.

García incidió en que se debe de abandonar “la ética de la buena intención”, para centrarse en “la ética de resultados”, así como la necesidad de un cambio de modelos de atención sanitaria. “Hay que pasar de los modelos sanitarios verticales, a los horizontales en donde prime la multiprofesionalidad”, apostilló, afirmando que no se puede repetir constantemente que no hay tiempo para incorporar estos cambios. “El problema es la actitud que tenemos”, precisó.

De igual modo, Xavier Badia, CEO de Omakase consulting, recordó que “los datos del mundo real (RWD) permiten caracterizar la práctica clínica habitual y el uso y análisis de bases de datos y registros de pacientes en el ámbito de la oncología permite conocer variantes de resultados que pueden resultar claves para la toma de decisiones en la gestión clínica”. “Los ensayos clínicos pueden no determinar toda la información clínica necesaria, en contraste con la que se obtiene por práctica clínica real (estudios prospectivos)”, subrayó, alegando que “no todo puede centrarse en la aprobación de medicamentos; también es importante reevaluar la información”.

Para concluir, el facultativo destacó que lo positivo sería “alejarse de la medicina basada en la evidencia para centrarse más en la medicina real”.

La visión de la industria farmacéutica, provino de Antonio Fernández, Market Access en Janssen España, quien hizo hincapié en que es “el impacto presupuestario el que hace que un sistema sea más o menos sostenible, no el coste de los tratamientos”.

Los mensajes que arrojó se centraron en que la evidencia del mundo real utilizada para estudios de resultados en salud podría jugar “un papel relevante” en el mantenimiento o no, tanto a medio como a largo plazo, de decisiones clínicas basadas en otros tipos de evidencia y que esta es un “requisito” para nuevos modelos de aprobación regulatoria en el marco ya existente, como las MAPPs (Medicines Adaptive Pathways to Patients).