C. Lopez/A. L. Souza Madrid | viernes, 28 de febrero de 2014 h |

Como cada año los meses de enero y febrero suponen un verdadero reto para los profesionales que trabajan a las urgencias. Una situación que ya de por sí es problemática y que parece ir a peor con los ajustes autonómicos para cuadrar las cuentas.

La dotación de personal de los servicios de urgencias se ha visto mermada en los últimos meses, especialmente en lo que a enfermería respecta. Las bajadas en las plantillas podrían suponer un problema en aquellas comunidades como la Valenciana, Andalucía o Galicia, que registran un menor número de efectivos, frente a Castilla-La Mancha, Canarias o Extremadura, más arriba en el ranking. Así se desprende del estudio realizado por la Unidad de Investigación en Emergencia y Desastre de la Universidad de Oviedo. Una investigación que analiza los recursos de profesionales en los sistemas de emergencias médicas y centros de coordinación de urgencias en España en el periodo 2009-2013. La finalización de contratos eventuales también podría tener repercusión en el caso de los médicos, máxime en aquellas comunidades que el estudio sitúa al final de la tabla como Cantabria, Andalucía, Asturias o Galicia (Ver gráfico).

La falta de previsión afianza el colapso

Castilla-La Mancha ha sido una de las comunidades que ha estado en los medios por la gestión de las urgencias. Tras las noticias que situaban a los pacientes en los pasillos en la provincia de Toledo, la delegada de Satse, Eva Méntrida, señala que la saturación de las urgencias es un problema crónico en el Complejo Hospitalario de Toledo, si bien es cierto que antes de la crisis económica se solventaba mediante convenio con un hospital privado. “No hay camas suficientes y los pacientes están en los pasillos esperando a subir a planta”, apunta Méntrida subrayando que el personal de enfermería está totalmente desbordado. “El complejo ha perdido 180 contratos estables de enfermeras y la carga de trabajo sigue aumentando”, apostilló al tiempo que reconoció que la dirección del centro está tratando de solventar el problema con la apertura de una sala de preingresos. Una situación que ratifica el secretario general del sindicato médico, Rodrigo Bernardo, quien asegura que tras todas las peticiones de los profesionales se ha conseguido abrir camas y habilitar nuevos espacios.

Algo parecido sucede en Albacete. Donde, por un lado, se han cerrado muchas camas y, por otro, se ha detectado una mayor afluencia de gente que va a urgencias al no recibir contestación para acudir a las consultas. Según la delegada provincial de Satse, Contxi Pérez, esto genera que los pacientes se acumulen en observación y que las camas se llenen y haya que acudir a camillas en el pasillo, donde los pacientes pueden esperar para subir a planta más de 24 horas. En su caso no hay menos enfermeras, si bien es cierto que han asumido nuevas tareas sin incrementarse el personal.

La situación en Ciudad Real está más tranquila. En la actualidad no hay prácticamente pacientes pendientes de ingresar y ahora mismo la presión asistencial es la normal. “No hay saturación porque hay camas abiertas o dobladas, más que nunca antes. Se juega con unas 50 camas con el consiguiente vaivén de contratación de personal, lo que influye negativamente en la calidad asistencial”, señala Manuel Rodríguez, delegado de Satse en la provincia, si bien sí admite que este año la presión asistencial ha sido continuada en el tiempo durante enero y febrero, a diferencia de otros años cuando había picos puntuales. Al mismo tiempo, los ratios del personal de enfermería se han rebajado un 20-30 por ciento.

En el caso de Andalucía, la solución pasó hace unas semanas por el aumento de la plantilla. La presidenta, Susana Díaz, anunció en el Parlamento el aumento de contrataciones de facultativos en los servicios de urgencias para corregir los colapsos en los hospitales. En este sentido, Antonio Rico, presidente del Sindicato Médico Andaluz, asegura que “los profesionales estuvieron al borde de rebosar debido a la sobrecarga”. Una situación que le costó la dimisión al gerente del SAS, José Luis Gutiérrez.

Aunque Galicia a día de hoy está en plena curva de bajada de gripe, hace quince días vivió su mayor pico. Así lo asegura Tato Vázquez, presidente de Semes Galicia, quien reconoce que los servicios han estado al máximo rendimiento. La falta de personal no ha sido un problema y no ha habido cierre de camas. Sin embargo, para Vázquez, el problema de la saturación de los servicios de urgencia es básicamente, el fenómeno de entrada y de salida de pacientes. “Urgencias es un punto intermedio, como un almacén. Si el tiempo para la hospitalización no es adecuado se colapsa”. Para el urgenciólogo hay una “ley no escrita”, que indica que cuando no hay capacidad para hospitalización, los pasillos se pueden utilizar. Los problemas surgen para Vázquez cuando hay falta de previsión, ya que “cualquier coordinador del servicio podría predecir con un margen de error de un 10 o un 15 por ciento los picos gracias a los históricos”. Por ello considera que los gestores hospitalarios no han sido capaces de gestionar bien para predecir las necesidades.

Un ejemplo de gestión coordinada es el del Hospital de Galdakao-Usansolo. Su jefe del servicio de Urgencias, Mikel Sánchez, describe cómo cada semana mantienen una reunión con el comité de gripe —que agrupa a varios profesionales del centro— para evaluar la situación epidémica y en función de esto, adecuar recursos.

En esta línea, Juan Jorge Armengol, presidente de SEMES, asegura que lo que ha ocurrido en la mayoría de los servicios es que la saturación no se debe tanto al aumento de la población, sino a la escasez de salidas de pacientes a las áreas de hospitalización. “Los servicios urgencias se saturan por falta de salidas a camas de hospitalización”, subraya Armengol concluyendo que esta situación no es nueva, ocurre desde hace más de 30 años.