FRANCISCO ROSA Madrid | viernes, 31 de octubre de 2014 h |

En épocas de vacas flacas, se está obligado a agudizar el ingenio. Y esto es lo que ha ocurrido en el ámbito de la gestión sanitaria y la prestación farmacéutica, donde los recursos limitados han hecho que, más allá de aplicar recortes indiscriminados, se piensen fórmulas para optimizar los recursos disponibles. De ahí que, pese a las reticencias iniciales de algunas de las partes, se estén produciendo avances en la aplicación de las reglas de farmacoeconomía, una herramienta fundamental para elegir las intervenciones (y dentro de ellas, los tratamientos) más eficientes, y en la que deben implicarse los distintos actores.

Así se puso de manifiesto durante la presentación del libro ‘Farmacoeconomía aplicada en hematología’, que cuenta con el aval de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH), con la participación de expertos economistas de la salud y gestión, y con el patrocinio de Celgene. “Está claro que en estos tiempos todos tenemos que saber de economía, también los hematólogos, que tienen su parte de responsabilidad en la sostenibilidad del sistema”, señaló José María Moraleda, presidente de la sociedad.

En opinión de Marta Trapero, ex presidenta de la Asociación de Economía de la Salud, de lo que se trata es que todos los agentes de la cadena estén implicados en la maximización de los resultados que se obtienen con los recursos utilizados. De esta forma, “y no con recortes del gasto”, es como se puede conseguir, dice, la eficiencia que el sistema necesita.

Aunque para ello es necesario que sean los pagadores, la administración, los primeros en adoptar, de forma homogénea en todo el Estado, estos parámetros en el proceso de toma de decisiones. Como señaló Trapero durante la presentación, lo que está ocurriendo a día de hoy es que “se exige a las compañías evaluar, pero la realidad es que luego no se tienen en cuenta esas evaluaciones”.

En lo que respecta a las claves de la obra presentada, en la que participa el presidente de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH), José Luis Poveda, esta emite un decálogo de conclusiones que bien podrían servir para orientar este proceso. El primer punto, más filosófico que otra cosa, aunque no menos importante, consiste en instalar en el sistema sanitario una verdadera cultura evaluativa, que resulte en la medición de los resultados en salud junto con el consumo de recursos. De forma más específica, se apela a prestar especial atención a la cuestión del coste oportunidad para terminar con las decisiones e intervenciones que acaban siendo ineficientes.

Aunque todas las recomendaciones serán en vano, como señala la obra y coinciden los expertos, si no hay una financiación suficiente para garantizar unos estándares de calidad aceptables.