José A. Rodríguez Barcelona | viernes, 12 de junio de 2015 h |

Analizar los niveles y la función del C1 inhibidor permite diagnosticar con precisión si un niño menor de un año presenta angioedema hereditario tipo 1 (AEH1). Ésta es la principal conclusión de un estudio presentado durante el Congreso Anual de la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica (EAACI).

Como señaló Teresa Caballero, del Servicio de Alergología del Hospital La Paz de Madrid, “siempre se aconseja que en los niños menores de un año que sean hijos de pacientes afectados por esta patología no se midan los niveles o la función del C1 inhibidor porque los datos pueden ser erróneos”. Esta investigadora participó en un estudio con 29 niños menores de esa edad y portadores de las mutaciones genéticas responsables de la enfermedad para comprobar la correlación con los niveles del C1 inhibidor, la función del C1 inhibidor y la fracción 4 del complemento. “Para la función del C1 inhibidor, la concordancia es del 100 por cien, mientras que para los niveles del C1 inhibidor es del 90 por cien y para el C4 es muy baja”, señaló Caballero. Por tanto, afirmó esta experta, “el C1 inhibidor, y sobre todo su función, se valida como marcador diagnóstico del angioedema hereditario tipo 1”.

La ventaja de este descubrimiento, comentó Caballero, es que de “este modo no es necesario realizar un estudio genético para detectar la patología”. Aunque este estudio se realiza en algunos centros, “muchos no pueden hacerlo y otros posponen el análisis de la función del C1 inhibidor porque creen que no es fiable”. Hay consensos que aconsejan el análisis del C4, “porque es más barato”, pero es mucho menos fiable, como demuestra este estudio. Gracias a este análisis, “que es posible realizar incluso con sangre del cordón umbilical, se puede detectar cuanto antes la enfermedad y prevenir posibles complicaciones”, señaló Caballero. Si a un niño que sufre esta patología hay que operarlo, “como le falta ese factor, aumenta la permeabilidad vascular y se hincha, así que si el profesional sabe que tiene un angioedema hereditario le puede administrar el factor”, añadió.

Bacterias moduladoras

Por otro lado, en el congreso también se debatió la idea de que algunas bacterias podrían utilizarse para estimular las células reguladoras que modulan la respuesta inmune y reequilibrar el sistema inmune para que no reaccione de forma excesiva ante determinados alérgenos. Así lo aseguró Liam O’Mahony, del Instituto Suizo de Investigación de Alergia y Asma de la Universidad de Zúrich. “Es una idea bastante nueva, pero que está ganando aceptación en los últimos tiempos”. En este sentido, O’Mahony explicó que, en un estudio dirigido por él mismo en el que participaron 40 pacientes con psoriasis, “se les administró Bifidobacterium infantis, lo que tuvo un claro beneficio sobre las vías inflamatorias”. En concreto, “incrementó los niveles de IL-10 y disminuyó los niveles de TNF-alfa e IL-17”.

Este experto también presentó un estudio realizado con 161 pacientes en que se observó que aquellos con asma tienen más bacterias secretoras de histamina en su intestino. Además, como explicó O’Mahony, “entre los pacientes asmáticos, aquellos que también eran alérgicos presentaban el mayor número de estas bacterias”. Estos resultados sugieren que las histaminas de estas bacterias “podrían contribuir a los síntomas alérgicos en estos pacientes”.

La EAACI ha presentado el Atlas Mundial de la Rinitis Alérgica (RA) y la Rinosinusitis Crónica (RSC). Cubre todos los aspectos de la RA y la RSC, desde epidemiología y factores de riesgo hasta mecanismos moleculares. Entre los retos, los expertos destacan la necesidad de dar con los factores determinantes de la AR y la RSC incontroladas y graves.