José A. Rodríguez Barcelona | viernes, 01 de abril de 2016 h |

La psiquiatría anda algo perdida, cuenta este psiquiatra vocacional amante de las novelas de Raymond Chandler. Ninguneada por buena parte de la comunidad “psi”, que la tacha de puramente descriptiva y demasiado aficionada a recetar psicofármacos, y por algunos de sus colegas médicos, que la miran de reojo, como si no acabaran de aceptarla como disciplina científica. Por eso, Valdés decidió escribir La arquitectura de la psiquiatría (Plataforma Editorial), lo que, de paso, le ha valido el Premio Staccato de Ensayo en Psiquiatría 2016.

Pregunta. Empieza fuerte su libro, afirmando que “la psiquiatría es hija de la medicina, pero huérfana de madre (la psicología)”…

Respuesta. Es que la psiquiatría se organizó como disciplina partiendo de la medicina, pero sin atender a la psicología, es decir, cómo se organiza la vida psíquica normal.

P. ¿Los psiquiatras tendrían que ir más al psicólogo… para aprender de ellos?

R. Yo creo que los psiquiatras tendrían que formarse en muchos ámbitos del conocimiento contemporáneo. La exigencia de resultados en medicina es elevada, y la psiquiatría no puede quedarse rezagada. El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales es útil, porque nos permite compartir el mismo lenguaje, pero es meramente descriptivo. Y no lo digo como un ataque al manual, ya que yo he participado en la edición española y considero que ha sido algo así como el esperanto de los psiquiatras.

P. ¿Y dónde hay que buscar las causas de las patologías mentales?

R. Sería necesario abrirse más a la biología, rastrear la genética y, sobre todo, la epigenética para explicar los trastornos mentales. Sin olvidar la parte psicológica. Es algo que habría que potenciar. Por eso digo que la psiquiatría está algo perdida, que anda buscando su sitio.

P. ¿Daremos con los genes que nos hacen depresivos, impulsivos o vagos?

R. Estamos en ello. Hay que identificar, por ejemplo, los biomarcadores para la depresión. Como decía Ramón y Cajal, sabemos poco y lo poco que sabemos lo sabemos entre todos. Me parece que un psiquiatra con ambición de excelencia tiene que estar incómodo en la práctica que ejerce y debe esforzarse en entender mejor las patologías que trata.

P. Perdón por la cursilería, pero, más allá o más acá de los genes, dicen que la infancia es el patio en el que jugamos el resto de nuestra vida.

R. Y sí que lo es. El desarrollo infantil está a merced de las personas que cuidan de los niños. Es un punto de vista optimista, ya que implica poner tu desarrollo en manos de otro. Por ese motivo, el maltrato, la negligencia o cualquier forma de abuso a un niño es una traición a la especie.

P. Con casi 40 años de carrera profesional en su currículum, ¿los pacientes siguen yendo por los mismos motivos que antes a la consulta del psiquiatra?

R. Pues sí. La gente viene porque sufre, y no sólo por patologías que encajan en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Y vienen cuando ya han agotado toda la pólvora. Ya han hablado con un amigo, ya han leído todos los libros de autoayuda, ya han preguntado a uno que pasaba por la calle… y ya no pueden más.

P. Leo que en España se ha triplicado en diez años el consumo de antidepresivos. ¿Estamos tan mal o hay médicos de receta fácil?

R. A veces se emplean demasiado pronto, eso es cierto. Pero también es verdad que hay un montón de depresiones no identificadas que andan por la calle y se apañan como pueden.

P. Por otro lado, no ha habido muchos avances en los últimos años en el campo de los psicofármacos.

R. Entre las décadas de 1970 y 1990 hubo un progreso muy importante, pero es cierto que últimamente no se está innovando. Y creo que en buena parte se debe a que la psiquiatría está demasiado centrada en la categorización médica, y tendría que beber más de la biología, como ya he dicho, para ofrecer nuevas soluciones.

P. Según el Programa de Atención Integral al Médico Enfermo de la OMC, los médicos de familia y los psiquiatras son los facultativos con más problemas mentales.

R. El problema es que los médicos en general están sometidos a un presión brutal. Una presión que viene por la demanda asistencial, ya que les salen pacientes por todos los sitios, y con problemas importantes.

¿Un libro? Me quedo con cualquier novela
de Raymond Chandler.

¿Un psiquiatra? Emil Kraepelin.

¿Un país que haya visitado? Japón.

¿Un viaje por realizar? Egipto.

¿Un sueño profesional por cumplir?

¡El problema es que ya no sueño (risas)!