Esther Martín del Campo Madrid | viernes, 27 de junio de 2014 h |

La capacitación de los pacientes es, desde 2009, una de las líneas prioritarias entre las recomendaciones de la Comisión Europea para mejorar la seguridad del paciente en la atención sanitaria. Cinco años después sigue siendo, junto con la formación de los profesionales sanitarios en materia de seguridad, una de las asignaturas pendientes en la mayor parte de los países de la Unión Europea (UE), tal y como confirma el segundo informe que analiza el grado de cumplimiento de estas recomendaciones, tras una primera revisión en 2012.

Según este documento, dos años después de la última revisión son 18, frente a cinco estados miembro en 2012, los países que comunican a los pacientes las normas que existen para su seguridad, las medidas destinadas a reducir o evitar errores, su derecho a dar el consentimiento informado, los procedimientos de denuncia y los mecanismos de reparación disponibles.

El informe admite que se ha avanzado mucho en la elaboración de programas nacionales de seguridad de los pacientes y en la creación de sistemas de notificación. En estos dos años, 26 países habrían desarrollado políticas y programas nacionales sobre seguridad del paciente, 15 más que en 2012, y 27 los estados miembro, frente a los 15 de hace dos años, que han diseñado sistemas de notificación y de aprendizaje sobre efectos adversos.

Además, la revisión constata que los pacientes tienden a comunicar más los efectos adversos causados por la asistencia sanitaria. De hecho, en 2013 la notificación de estos efectos fue del 46 por ciento, frente al 28 por ciento que lo hacían en 2009. No obstante, en el 37 por ciento de los casos notificados “no ocurrió nada”. Además, un 20 por ciento recibió las disculpas del médico o el personal de enfermería, mientras que un 17 por ciento obtuvo una explicación del error por parte del centro.

Directrices para informar

En cualquier caso, el informe invita a mantener el esfuerzo para preservar la seguridad de los pacientes y aumentar la calidad asistencial. Plantea una lista de actuaciones, como la elaboración de directrices sobre la forma de proporcionar información a los pacientes sobre la calidad de los cuidados y el fomento del desarrollo de la formación para pacientes, familias y cuidadores informales utilizando también las tecnologías de la información.

Asimismo, propone la actualización periódica y la difusión de una guía en educación para la seguridad del paciente o la formación de los profesionales sanitarios. La Comisión incide en la necesidad de consensuar una definición común de la calidad de la atención, así como el desarrollo de terminología, investigación e indicadores comunes.

A pesar de los avances, los ciudadanos europeos siguen mostrando sus recelos sobre la seguridad del paciente y la calidad asistencial. Junto al informe y las nuevas recomendaciones, la Comisión Europea ha publicado los resultados de una encuesta sobre este tema realizada entre noviembre y diciembre del año pasado en los 28 estados miembro. El Eurobarómetro recoge datos como que el 53 por ciento de los ciudadanos de la UE considera probable que los pacientes puedan verse perjudicados al recibir atención hospitalaria en su país, con variaciones del 82 por ciento en Chipre al 21 por ciento en Austria. La desconfianza ha aumentado entre los ciudadanos españoles en relación a 2009, según muestran los resultados.

Para la CE, estos datos resultan especialmente interesantes, teniendo en cuenta que sólo una cuarta parte de los ciudadanos consultados aseguran que ellos o un miembro de su familia ha experimentado un evento adverso relacionado con la atención sanitaria.

Por otra parte, la UE ha publicado los resultados de la consulta pública realizada entre diciembre y febrero. Más del 90 por ciento de las organizaciones participantes consideran que la seguridad del paciente sigue siendo un problema y respaldan las propuestas planteadas por la Comisión.

El Ministerio de Sanidad español, ha realizado sus aportaciones y admite que nuestro país ha implantado “parcialmente” las recomendaciones. En el texto, Sanidad reconoce que medidas como mejorar la capacitación del paciente o el desarrollo de la investigación no son aspectos especialmente relevantes en nuestro país, frente a otras propuestas como priorizar la seguridad del paciente en la agenda de salud pública, crear una cultura entre los profesionales o aprender de la experiencia en otros países, que sí lo serían. Como contrapunto, el ministerio de Salud francés asegura que la implantación es plena en su país y sostiene que la capacitación de los pacientes es relevante, al igual que el resto de los puntos y con énfasis especial en la cultura de los profesiones, que subrayan como “muy relevante” . Ambas instituciones abogan, entre sus propuestas, por involucrar a los países con la creación de una red de seguridad.

La visión de la Alianza Europea de Salud Pública (EPHA) resulta más crítica. Considera que la crisis económica ha pasado factura a la calidad asistencial y destaca que ha pasado factura a los pacientes, que en la práctica no pueden disfrutar de los beneficios de estas recomendaciones. La EPHA recalca que los ahorros mal planteados acaban por generar costes adicionales.