Sexualidad/ XIV Congreso Europeo de Salud Sexual

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E.S.C. Madrid | viernes, 02 de diciembre de 2011 h |

Las ondas de choque de baja energía podrían tener un efecto curativo en pacientes con disfunción eréctil (DE) de tipo vascular. Aunque su uso se encuentra aún en fase de estudio, los resultados obtenidos hasta el momento con esta técnica abren una puerta a la esperanza a los pacientes que, padeciéndola, no han obtenido respuesta con los tratamientos farmacológicos indicados para este problema.

“Está demostrado que tienen un papel importante en la regeneración del tejido vascular, no solo del pene sino también en otras partes del organismo, pero en el pene tiene un papel especialmente importante por lo que se ha empezado a usar con muy buenos resultados en DE”, explica Ignacio Moncada, jefe de Servicio de Urología del Hospital La Zarzuela de Madrid, el único en España que posee esta tecnología.

Así lo prueban los datos obtenidos en un trabajo desarrollado en su hospital y que ha presentado en el Congreso Europeo de Salud Sexual, celebrado la semana pasada en Milán. “Estamos logrando un 80 por ciento de mejoría muy significativa en todos los parámetros de función según el cuestionario del índice internacional de función eréctil, y los diarios de paciente de respuesta tiene una eficacia bastante alta”, asegura Moncada.

Un año de seguimiento

El trabajo —doble ciego y que forma parte de un estudio internacional más amplio— incluye a un total de 24 hombres con problemas de erección de carácter vascular (hipertensión arterial, diabetes, dislipemia…) y, en general “con factores de riesgo cardiovascular”, puntualiza.

Tras nueve semanas de tratamiento divididas en dos periodos (el primero de dos sesiones semanales durante tres semanas; descanso de tres semanas; y por último otras dos sesiones semanales durante tres semanas más) el experto se muestra “muy contento” tras confirmar que algunos de los pacientes “que no respondían a los tratamientos habituales con inhibidores de la fosfodiesterasa ahora se convierten en respondedores”, señala.

Además, no tienen qué seguir ningún tipo de tratamiento posterior a las ondas de choque, aunque, puntualiza, la experiencia con esta nueva tecnología solo tiene un año de duración. “Nosotros por el momento tenemos datos de hasta un año de seguimiento, el problema es que no sabemos qué va a pasar cuando pase más tiempo, es decir, es cuánto va a durar la mejoría, etc. Nos falta más tiempo para saber qué va a dar de sí este tratamiento pero estamos contentos de cómo está funcionando”, asegura.

No obstante, en Israel, de donde proviene esta tecnología, existe ya una experiencia un poco más larga —de dos años y medio— “y parece que la eficacia se mantiene a lo largo de todo ese tiempo, por lo que son también buenas noticias”, concluye Moncada.

El tratamiento tiene una duración de nueve semanas en las que se aplican 12 sesiones