C. S. Toledo | viernes, 04 de diciembre de 2015 h |

Si bien es cierto que la carga de enfermedad asociada a la falta de acceso a agua potable está establecida “perfectamente” mediante informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), no ocurre lo mismo respecto a la carga de enfermedad, ocasionada por una ingesta inadecuada de agua, ya sea por exceso o defecto.

Así lo aseguró el presidente de la Academia Española de Nutrición (AEN), Luis Serra-Majem, durante el acto de inauguración del II Congreso Internacional y IV Español de Hidratación, celebrado en Toledo y organizado por The Coca-Cola Company.

Durante su intervención, remarcó la importancia de contar con programas transversales de investigación que abarquen la básica, pero también la clínica y comunitaria.

“Sabemos que la deshidratación se asociada con enfermedades del tubo digestivo, alteraciones del rendimiento físico y mental, patologías renales, está relacionado con obesidad y disfunciones, dolores de cabeza, está implicada en accidentes (se calcula que las personas deshidratadas tienen un 50 por ciento más de riesgo de accidentes de tráfico), etc.”, explicó, al tiempo que añadió que a nivel hospitalario, incrementa los costes entre un siete y un nueve por ciento.

Quien no solo suscribió sus palabras, sino que puso el acento en las consecuencias negativas de la hipohidratación, fue Gregorio Varela-Moreiras, catedrático de Nutrición y Bromatología de la Universidad CEU San Pablo de Madrid y presidente de la Fundación Española de la Nutrición (FEN).

“Es imprescindible un plan nacional de educación e hidratación transversal, ya que se ha reconocido que los programas de prevención e intervención tienen éxito”, afirmó, agregando que se debe continuar con la investigación básica y comunitaria, pero sin olvidarse de dar un paso más y buscar biomarcadores asociados a “una ingesta adecuada, calidad de vida y el equilibrio emocional”.

Consecuencias de la deshidratación

Todas las reacciones de nuestro organismo, las reacciones bioquímicas; se producen en un contexto acuoso, de manera que el agua ejerce una función de solvente y de sustrato de muchas reacciones hidrolíticas. Al respecto, Ángel Gil, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Granada y presidente de la Fundación Iberoamericana de Nutrición (Finut), aseguró que una deshidratación del dos por ciento de pérdida de masa corporal o más provoca una disminución de la memoria a corto plazo, fatiga, dolores de cabeza, etc.

“Cuando superamos una deshidratación de en torno el cinco por ciento empiezan a producirse alteraciones profundas como fiebre, sequedad e incluso si los niveles llegan al ocho o 10 por ciento se puede llegar a una situación límite de muerte”, apostilló.

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) establece la dosis recomendada en entre dos y 2,5 litros por día para mujeres y hombres adultos, respectivamente. Una cantidad que puede variar en función de la etapa vital en la que nos encontremos (infancia, senectud, lactancia, embarazo, etc).

En este sentido, Carmen Pérez-Rodrigo, presidenta de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), recordó que a lo largo de la jornada laboral se debe prestar atención a las necesidades de ingesta de líquidos. “Muchas veces, se producen deshidrataciones de alrededor del uno por ciento de las que no somos conscientes y que hacen que a media jornada tengamos sensación de cansancio, de hambre, de letargo y eso se debe a que necesitamos un aporte de líquido”, indicó.

Finalmente, Rafael Urrialde, director de Salud y Nutrición de Coca-Cola Iberia, concluyó, diciendo que mientras que hace unos años toda la investigación se centraba en hidratación y deporte, hoy ya no ocurre prácticamente, lo que sugiere que “la investigación y el conocimiento científico están avanzando” y expandiéndose a otras áreas de interés, aunque todavía queda mucho por hacer.