GM Madrid | viernes, 15 de abril de 2016 h |

Durante el simposio VRS en Cardiología Pediátrica, coordinado por el jefe de la Sección de Cardiología Pediátrica del Hospital Gregorio Marañón, Constancio Medrano, y organizado por AbbVie, se ha revisado la situación actual de las infecciones por VRS y su impacto en grupos de riesgo como los bebés prematuros, los niños con cardiopatías congénitas, los niños con síndrome de Down y aquellos con enfermedades pulmonares crónicas.

En España, entre el 0,5 por ciento y el dos por ciento de los afectados son hospitalizados, aunque esta tasa de hospitalización llegar a ser del 13 por ciento en niños con cardiopatías congénitas hemodinámicamente significativas, según datos del Estudio Multicéntrico Nacional Civic.

De acuerdo con Medrano, “los niños con cardiopatía tienen una alta morbimortalidad por VRS, requiriendo en una cuarta parte de los casos ingresos en la unidad de cuidados intensivos”. También se han revisado los avances en el diagnóstico de la infección, desde los test rápidos a las técnicas como PCR a nuevos métodos de expresión génica, y en su manejo clínico, con terapias como la ventilación no invasiva que evita la intubación y ventilación mecánica en algunos pacientes.

Cardiopatías congénitas

Posteriormente, se ha revisado el impacto de la infección por VRS en torno a la cirugía cardíaca y en los niños que adquieren la infección en el hospital.

Las cardiopatías graves requieren intervenciones y en algunos casos como niños con enfermedades graves con miocardiopatías, hipertensión pulmonar o trasplantes o aquellos que también tienen síndromes o alteraciones de las vías respiratorias requieren consultas y hospitalizaciones repetidas.

El 70 por ciento de los bebés es operados antes de cumplir un año y de ellos, el 80 por ciento en los tres primeros meses de vida. La infección por VRS añade un estrés adicional a su ya vulnerable sistema cardiopulmonar.

De hecho, “las infecciones respiratorias agudas como la bronquiolitis por VRS incrementan la morbilidad y mortalidad y retrasan intervenciones programadas o las complican en estos bebés”, asegura el facultativo.

Carga sanitaria y asistencial

La mayoría de estos bebés con cardiopatías congénitas tienen cirugías correctivas e ingresan posteriormente en las unidades de cuidados intensivos para su recuperación.

En épocas epidémicas estas unidades tienen una alta ocupación por otros niños con bronquiolitis severas. Todo ello genera carga y consumo de recursos asistenciales con ocupación de las unidades y complejidad en el manejo que exige al intensivista pediátrico una adecuada capacidad de coordinación y planificación de equipos multidisciplinares con cirujanos, cardiólogos, anestesistas, etc. Es por ello que el diagnóstico precoz, las medidas higiénicas y de aislamiento, así como la profilaxis son claves en la planificación quirúrgica y en sus resultados.

Aparte, Manuel Sánchez-Luna, jefe del Servicio de Neonatología del Gregorio Marañón, ha explicado la epidemiología y poblaciones de riesgo frente al VRS, presentando las conclusiones de un estudio sobre morbi-mortalidad hospitalaria en niños menores de un año que ingresan por bronquiolitis aguda producida por el virus respiratorio sincitial en hospitales españoles entre 2004 y 2012VI. En este estudio, los cardiópatas figuran tras los nacidos prematuros como los más vulnerables para padecer enfermedad grave por bronquiolitis VRS, además de mayor letalidad hospitalaria. Cuando los bebés de alto riesgo son hospitalizados tienen un riesgo de mortalidad 17 veces más elevada que los niños sin factores de riesgo (y cuatro veces superior de reingresar), siendo la mortalidad en los niños con factores de riesgo ingresados por bronquiolitis aguda por VRS (BAVRS) mayor que el de cualquier otra causa de hospitalización. Sin embargo, la mayoría de los niños hospitalizados por BAVRS están previamente sanos. “La explicación obedece a que en nuestro medio la población de riesgo está más protegida frente a la población control, y esto es debido principalmente a la adopción de las medidas higiénicas y de inmunoprofilaxis”, justifica el experto, que advierte de la necesidad de no reducirlas, más bien reforzarlas para alcanzar al cien por cien de estos pacientes, “ya que el riesgo de desproteger a esta población originaría una mayor morbimortalidad”.