josé a. rodríguez Barcelona | viernes, 03 de julio de 2015 h |

El cáncer de páncreas es uno de los tumores con peor pronóstico, ya que sólo el 5 por ciento de los pacientes logra sobrevivir a los cinco años del diagnóstico. Ahora, un estudio señala que añadir PEGPH20 a la terapia con nab-paclitaxel y gemcitabina mejora la supervivencia libre de progresión (SLP) en un subgrupo específico de pacientes. Los resultados de este estudio, ya presentado en el pasado Congreso de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO), han sido uno de los temas más destacados del Congreso Mundial de Cáncer Gastrointestinal, celebrado en Barcelona.

Como explica Andrew Hendifar, uno de los responsables del estudio y oncólogo del Cedars Sinai Medical Center (Estados Unidos), “añadir la enzima PEGPH20 a nab-paclitaxel y gemcitabina mejora la supervivencia libre de progresión y la tasa de respuesta objetiva en los pacientes que presentan un elevado nivel de ácido hialurónico en el estroma”. Los resultados de este estudio randomizado fase II con 135 pacientes con cáncer de páncreas en estadio 4 que no habían recibido tratamiento muestran que, en los pacientes con altos niveles de ácido hialurónico, la mediana de SLP pasó de 4,3 meses a 9,2 meses, mientras que la tasa de respuesta objetiva pasó del 24 por ciento al 52 por ciento. Por otro lado, señaló este experto, “no se observó ningún beneficio en los pacientes que no tenían niveles elevados de ácido hialurónico”. Aunque Hendifar señaló que es necesario realizar todos los análisis estadísticos pertinentes para validar estos resultados, “el aumento tanto de la supervivencia libre de progresión como de la respuesta objetiva es significativo, y en breve se iniciará un ensayo fase III”.

Hendifar explicó que la mayoría de los tumores están formados completamente de células tumorales. “Pero esto no ocurre en el caso del cáncer de páncreas, donde hay pocas células tumorales y además éstas se encuentran rodeadas por el estroma”. Y en el estroma hay una elevada presencia de células inflamatorias, células inmunes y ácido hialurónico. “Este ácido incrementa la presión intersticial y probablemente reduce la respuesta inmune”, indicó. A pesar de que no se conoce con exactitud por qué añadir PEGPH20 es eficaz, la hipótesis es que “el ácido hialurónico dificulta que los fármacos lleguen al tumor”. Y la forma pegilada de la hialuronidasa recombinante humana PH20 (PEGPH20) rompe el ácido hialurónico, “lo que permite que los fármacos lleguen a las células tumorales”, dijo.

CCRm y terapias anti-EGFR

Otro de los estudios destacados mostró que empleando nanofluidic digital PCR para detectar mutaciones en los genes de las vías RAS y BRAF se mejora la selección de pacientes con cáncer colorrectal metastásico (CCRm) buenos candidatos a recibir terapias anti-EGFR. Como explicó Daniel Azuara, del Grupo de Biomarcadores en Cáncer Gastrointestinal del Instituto Catalán de Oncología, los investigadores analizaron 38 mutaciones puntuales de RAS y BRAF de 102 tumores primarios que habían sido tratados con anti-EGFR en combinación o no con quimioterapia. Y emplearon dos técnicas, “la nanofluidic digital PCR, que tiene una sensibilidad del 0,05-0,1 por ciento, y qPCR, una técnica con una sensibilidad del 1-10 por ciento”. Evaluaron la repuesta al tratamiento en función del estado mutacional y la fracción de alelos mutados. “La técnica más sensible detectó mutaciones en 49 tumores, mientras que la menos sensible en 23”, señaló Azuara. También observaron que los pacientes que no presentaban respuesta tenían más mutaciones y un porcentaje de mutación más elevado. Y calcularon un punto de corte para predecir la respuesta al tratamiento. “Los pacientes con mutaciones inferiores al uno por ciento en RAS y BRAF pueden beneficiarse de terapias anti-EGFR”, añadió.

Bajo IMC en CCRm

Es conocido que la obesidad incrementa el riesgo de sufrir CCRm. Ahora, un estudio muestra que los pacientes con CCRm y un bajo índice de masa corporal (IMC) presentan una menor supervivencia global (SG) cuando son tratados con bevacizumab. Así lo indica un estudio que ha analizado la SG y la SLP en función de cuatro categorías de IMC (<25, 25-<30, 30-35, >35 kg/m2) en 6.128 pacientes tratados con bevacizumab y quimioterapia en primera línea. Los datos se extrajeron de cuatro estudios prospectivos (Beat, Brite, Awb y Concert). Los pacientes que tenían un IMC más bajo (<25) presentaron una mediana de SG de 21,1 meses, mientras que en el resto de las categorías ésta fue de 23,5 meses (25-<30), 24 meses (30-35) y 23,7 meses (>35). La SLP fue similar en todos los grupos.

Secuencia de tratamiento en TN

En cuanto a tumores neuroendocrinos (TN), Jaume Capdevila, del Servicio de Oncología del Hospital Vall d’Hebron, explicó que es necesario establecer la mejor secuencia de tratamientos. Por eso, el Grupo Español de Tumores Neuroendocrinos lidera un estudio fase III para “establecer la mejor secuencia entre everolimus, sunitinib, somatostatina y esquemas antiguos de quimioterapia”, indicó. Capdevila también avanzó que el ensayo Radiant-4, que evalúa everolimus en TN de origen pulmonar y gastrointestinal, “es positivo”, aunque los resultados definitivos se presentarán en el próximo congreso de la Sociedad Europea de Oncología Médica, en septiembre.