Redacción Barcelona “La incorporación de la mujer al mundo laboral y la mayor esperanza de vida de las mujeres no va acompañada de una percepción de buena salud, y ello es además una percepción con base real”. Es la opinión de Esther Redondo, coordinadora nacional del grupo de trabajo de Actividades Preventivas, moderadora de la Mesa ‘Salud y Mujer’, que constituye en esta edición la temática central del congreso. En él se pondrá de manifiesto que la mayor longevidad de la mujer va acompañada también de discapacidad y mala calidad de vida, que aparece a una edad más temprana que en la población masculina. A juicio de Redondo, la medicina de atención primaria constituye, sin duda, el primer frente especializado de prevención en salud, por lo que debe afrontar los nuevos retos de nuestro tiempo en lo que se refiere también a “salud de la mujer actual”. Para ello, es necesario entender las condiciones de vida a las que se ve sometida la mujer de nuestro tiempo, asumiendo un doble rol de madre y profesional, estrechando el tiempo disponible, impactando en sus opciones de ocio y cuidados personales y cambiando hábitos alimentarios y sociales. La experta recuerda que la forma en que se estructuran las organizaciones y se administran los programas en los países tiene efectos perjudiciales en la salud de millones de mujeres, jóvenes y niñas. “Las desigualdades entre los sexos no sólo son injustas, sino que generan ineficacia e ineficiencia, e influyen en la salud en distintas formas: pautas de alimentación discriminatorias, violencia contra las mujeres, falta de poder de decisión y reparto desigual del trabajo, tiempo libre y las posibilidades de mejorar en la vida, entre otras cosas”. En opinión de Redondo, las inequidades solo pueden ser transformadas cuando se hacen visibles y se actúa para eliminarlas. “El origen de las desigualdades de género es social, y, por consiguiente, puede modificarse. Los efectos intergeneracionales de las desigualdades entre los sexos hacen que sea realmente necesario actuar ahora para mejorar la equidad de género y reducir las desigualdades en Salud”. Datos diferenciales Si se quiere afrontar una adecuada adaptación del sistema de salud a esta nueva realidad, es obligado conocer cómo se aborda la atención específica a la promoción de la salud y prevención de las enfermedades de la mujer desde la atención primaria. Por ello los objetivos de esta mesa pasan por analizar, identificar y poner de manifiesto datos diferenciales en la salud de género, como una mayor frecuentación de las consultas o el consumo diferencial de medicación. Además, se priorizarán las necesidades en salud reales y percibidas por la mujer española, evaluando su actual abordaje preventivo asistencial. Los cuatro bloques fundamentales sobre los que girará la Mesa “Salud y Mujer” son salud de la mujer en el siglo XXI —de mano de Mercedes Abizanda, coordinadora del grupo de Atención a la Mujer—, morbilidad diferencial, promoción y prevención de la salud de la mujer española, y salud sexual y reproductiva en la mujer joven en España. En lo referente a morbilidad diferencial, Carme Valls Llobet, endocrinóloga y directora del Programa mujer, salud y calidad de vida del Centro de Análisis y Programas Sanitarios (CAPS) de Barcelona, aclara que se trata del conjunto de enfermedades, motivos de consulta o factores de riesgo que merecen una atención específica hacia las mujeres sea porque sólo en ellas se pueden presentar dichos problemas, o bien porque sean mucho más frecuentes en el sexo femenino. Pueden ser causadas por las diferencias biológicas con el sexo masculino, como ocurre con los trastornos de la menstruación, las enfermedades derivadas de embarazos y partos, o los tumores ginecológicos. Entre las más prevalentes en la población femenina, figuran las anemias, el dolor crónico, las enfermedades autoinmunes, las endocrinológicas, la ansiedad y la depresión. Patologías ‘invisibles’ Por otro lado, existen factores de riesgo diferenciales que deberían ser prevenidos o abordados de forma diferente entre mujeres y hombres, como las causas de patología cardiovascular, diabetes u obesidad. Lois Verbrugge señalaba en el año 1989 que el peor estado de salud de las mujeres se debía a riesgos adquiridos y aspectos psicosociales como el sedentarismo, el paro, o el estrés físico y mental que produce la doble o triple jornada laboral que deben realizar, así como el trabajo emocional que realizan en su papel de cuidadoras de toda la familia y de su entorno. Ahora bien, la formación del médico de primaria no ha sido enfocada a estas diferencias, ni se dispone de una ciencia sistematizada para apreciar la diferente expresión de la sintomatología de algunas enfermedades según el sexo de las personas. Como incide Valls, “al faltar formación y docencia específica, y mantener en el inconsciente los estereotipos de género, es fácil que los síntomas y patologías más prevalentes entre mujeres hayan permanecido invisibles, y que sus demandas y problemas se hayan considerado inferiores y poco importantes”. Así, ha habido un extendido hábito de tratar de controlar el dolor y el cansancio con psicofármacos y analgésicos, sin entender las causas de los síntomas. En este contexto, durante esta ponencia se subrayará la necesidad de desarrollar la ciencia de la morbilidad diferencial, con el fin de “erradicar la cultura del sufrimiento que intenta esconder la ignorancia científica de las causas del malestar y la sintomatología, predicando a las mujeres la resignación de vivir con molestias y dolor”. Por su parte, Josep María Lailla i Vicent, ginecólogo del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona y presidente de la Sociedad Española de Ginecología (SEGO), se encargará de la parte de salud sexual y reproductiva en la mujer joven. Según recuerda el experto, el informe titulado ‘United States Public Health Services’ manifiesta que “sólo uno de cada 10 jóvenes en Estados Unidos tienen un comportamiento sexual responsable”. Y en España, la edad de inicio de las relaciones sexuales completas se fija entre los 15 y los 17 años, con un límite inferior en los 12 años. La edad de la primera relación se ha avanzado en algo más de 5 años y el porcentaje que han iniciado la actividad sexual antes de los 17 años se ha multiplicado por 12, además de existir un mayor número de frecuentación de relaciones con parejas distintas. Un estudio de la UNICEF evidencia la necesidad de mejorar la educación sexual desde los primeros años de vida y dar una mayor facilidad a la juventud al acceso a los métodos de orientación familiar, ya que en muchas ocasiones el propio personal sanitario está poco sensibilizado en tratar estos temas. Jesús Iturralde, médico de familia del Centro de Salud Casco Viejo de Vitoria-Gasteiz, pronunciará la ponencia sobre Promoción y Prevención de la Mujer Española en e siglo XXI. Según un estudio reciente del grupo de trabajo de Actividades Preventivas de Semergen, la percepción que el médico de atención primaria tiene sobre las actividades preventivas que lleva a cabo en la población femenina de su consulta, no se corresponde con la percepción que la mujer tiene sobre las mismas. Por tanto, Iturralde pondrá el acento sobre la necesidad de actividades que presenten la efectividad deseable, ya que hasta ahora no lo consiguen y no se traducen en un impacto adecuado en la población femenina. | viernes, 28 de octubre de 2011 h |