| viernes, 28 de febrero de 2014 h |

Andalucía y la Comunidad Valenciana ponen en evidencia una vez más la debilidad del liderazgo del Ministerio de Sanidad con respecto a las comunidades autónomas. En la misma semana se ha conocido que la Junta ha aumentado el plazo de su primera subasta hasta el 31 de diciembre de este año y que la Comunidad Valencia ultima la puesta a punto de tres nuevos algoritmos de decisión terapéutica.

Ambas medidas repercuten en la capacidad de prescripción del médico, aunque el alcance parece a priori diferente. En el caso andaluz, la Administración central deberá actuar otra vez; en Valencia, la situación requiere un seguimiento de las medidas adoptadas.

La Junta de Andalucía ha comunicado su decisión con una carta al Consejo Andaluz de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (Cacof) sin mediar siquiera una resolución. Pero el problema no es sólo el secretismo con que ha actuado el Servicio Andaluz de Salud, sino que también la decisión podría contradecir la legislación. Expertos juristas señalan que la ampliación del plazo sólo podría sustentarse en un error material de la resolución que haya provocado un perjuicio irreparable. Entre estos errores, no cabe considerar entonces la suspensión cautelar.

En cuanto a la Comunidad Valenciana parece que el Gobierno ha logrado meterla en vereda. La Consejería de Sanidad ya ha incorporado las mejoras impuestas por el Gobierno tras la negociación del pasado noviembre. Los nuevos algoritmos se encuentra aún en fase de borrador, pendiente de las alegaciones, pero la desconfianza parece no haber desaparecido en ciertos sectores de la profesión médica.

El Ministerio de Sanidad debe mover fichas para que su autoridad no se vea más deteriorada. Por un lado, para frenar unas subastas que han generado inequidades en el acceso a fármacos en Andalucía con respecto al resto del país; por otro, es el momento idóneo para comprobar que los cambios a la normativa exigidos en noviembre se han implementado de manera correcta en la Comunidad Valenciana.

Ambas medidas repercuten en la capacidad de prescripción del médico, aunque el alcance es diferente