carmen m. lópez Alicante | viernes, 13 de marzo de 2015 h |

En la práctica clínica diaria se realizan demasiadas intervenciones que poco tienen que ver con la evidencia científica disponible. La variabilidad clínica sigue siendo muy alta y esto no genera más que una fuente clara de ineficiencia.

Los ponentes del coloquio ‘¿Existe brecha entre la evidencia científica y la práctica clínica? Gestión eficiente de patologías’ coincidieron en que actualmente hay muchas intervenciones en marcha para avanzar en la transformación del sistema que ya arrojan evidencias positivas. Por tanto, existe una necesidad urgente de ser eficientes y adaptar la práctica clínica a las evidencias científicas disponibles.

“Estamos abocados a una transformación profunda de los sistemas sanitarios”, precisó José María Pino, director general de asistencia sanitaria de la Junta de Castilla y León. A su juicio, la eficiencia en la gestión de la cronicidad podría liberar un 15 por ciento de los recursos futuros. Sin embargo, no es algo tan fácil para Salvador Peiró, jefe de estudios del Centro Superior de Salud Pública de Valencia, ya que actualmente se trabaja mediante criterios, teniendo claro que es lo que se debe y lo que no se debe de hacer, “pero existen situaciones y procesos en los que a pesar de no tener evidencia, no somos capaces de pronunciarnos si es adecuado hacerlo o no, y ante la duda se hace”, explicó.

Los expertos coincidieron en que la “sub y sobreutilización” son prácticas a la orden del día. Además, la evidencia es antigua y su transformación en criterios prácticos difícil, por eso es complicado implantar guías.

El SNS no ha desarrollado la capacidad investigadora en servicios de salud para generar la certeza que necesita para la toma de decisiones en los servicios sanitarios, “y tampoco parece tener un especial interés”, destacó Peiró, que además puntualizó que existe un gran desencuentro entre investigación y gestión a nivel macro, meso y también micro, lo que dificulta la implementación de la evidencia disponible.

Varias sociedades científicas como la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) y la Sociedad Española de Radiología (Seram) han puesto sobre la mesa esta situación. Los internistas recuerdan que el 20 por ciento de las actuaciones de los sanitarios son ineficientes y los radiólogos denuncian que el 30 por ciento de las resonancias son innecesarias. Sin embargo, Isabel González, del servicio de Radiología del Hospital Universitario San Juan de Alicante, fue más allá y aseguró que los principales responsables en esta sobredemanda son tanto los pacientes como los profesionales. “En la mayoría de ocasiones, los médicos solicitan las pruebas por la incertidumbre de no saber qué es lo que tiene el paciente”, explica la radióloga, que insiste en que hay una rutina mantenida por parte de los profesionales y además “una fascinación por la última tecnología”. Ante la presión asistencial, la gran accesibilidad a estas pruebas y el desconocimiento que existe ante lo que supone una dosis de radiación se solicitan con asiduidad.

En este caso, la solución, a juicio de la radióloga pasa por el trabajo multidisciplinar de los médicos y los investigadores para informar y formar a los pacientes. “Hay un gran desconocimiento y la culpa es nuestra”, apuntó.