Secpal 2012/ IX Congreso Nacional de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos

br

E. S. C. Madrid | viernes, 11 de mayo de 2012 h |

Sólo un 29 por ciento de los casi 250.000 pacientes españoles con enfermedad avanzada o en situación de terminalidad están accediendo en la actualidad a equipos específicos de cuidados paliativos, de los que al menos 100.000 son casos complejos que deberían ser atendidos por unidades específicas.

Así lo aseguró Javier Rocafort, presidente de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (Secpal) durante el congreso celebrado en Badajoz, y que revela que “al menos 40.000 pacientes no están recibiendo una atención adecuada, cuando está demostrado que estos cuidados garantizan el alivio del sufrimiento cuando son prestados por equipos de calidad”. “La estructura para proporcionar estos cuidados, pese a ser una obligación para las administraciones, es claramente insuficiente. Sólo existe la mitad de los aproximadamente 750 equipos necesarios en España y, además, están mal distribuidos”.

Por otra parte, Rocafort señaló que los estudios más recientes demuestran un “enorme déficit” de profesionales de cuidados paliativos. En médicos y enfermeras España llega al 40 por ciento de la ratio que marcan los expertos europeos, mientras que en psicólogos y trabajadores sociales sólo se alcanza el 30 por ciento. La presencia de otros profesionales como los fisioterapeutas es anecdótica en los equipos españoles.

El impacto emocional de la proximidad de la muerte obliga a estos profesionales a ir más allá de los síntomas físicos. La forma de tratar, hablar y valorar a los enfermos terminales tiene una gran influencia en su calidad de vida y satisfacción con la asistencia recibida. Así lo demuestran las recientes investigaciones presentadas por el psiquiatra Harvey Chochinov, director de la Unidad de Investigación de Cuidados Paliativos de la Universidad de Manitoba (Canadá).

“Terapia de dignidad”

Con esa intención Chochinov ha creado una herramienta psicométrica y de intervención psicológica diseñada específicamente para intervenir sobre muchos de los retos psicológicos, existenciales y espirituales a los que se enfrentan los pacientes y sus familias a medida que asimilan que una vida está llegando a su fin.

Denominada “terapia de dignidad”, entre sus fundamentos básicos incluye cómo llevar a cabo la entrevista, cómo obtener información de cualquier respuesta del enfermo, descubrir las técnicas que resultan más atractivas para los pacientes, cómo atenuar la gravedad de los riesgos para pacientes y familias o cómo elaborar el documento de la terapia de dignidad. Tras probarse con pacientes en varios países, ha demostrado que no sólo beneficia a estos, sino también a sus familias.