| viernes, 31 de agosto de 2018 h |

Uno de los problemas del copago es que no se ha ajustado a la evidencia científica, tan necesaria en la toma de decisiones

El grupo confederal de Unidos Podemos es consciente de que, en la actual circunstancia parlamentaria, no solo tiene la sartén por el mango, sino, como diría Moliere, el mango también. El tiempo de reflexión y negociación que se ha abierto se hace muy necesario para evitar que un tema ya de por sí politizado, como es el copago, se cronifique aún más.

Uno de los problemas crónicos que arrastra el copago es que no se ha ajustado a la evidencia científica, tan necesaria en la toma de decisiones. Los equipos negociadores del Gobierno y Podemos deberían tenerlo en cuenta, porque el copago es un asunto demasiado complejo como para reducirlo a una eliminación total o parcial para los pensionistas.

No hace mucho que los economistas de la salud confirmaron que, entre los años 2006 y 2015, el gasto directo en medicamentos de las familias aumentó un 52 por ciento, mientras que el gasto total en otros conceptos, como la vivienda o a la alimentación, sólo lo hizo en un 3 por ciento. Además, tan sólo año y medio después de su entrada en vigor, la utilización de los medicamentos volvió a los niveles anteriores. Es decir, que el copago cargó sobre las familias gastos públicos y no disuadió del consumo. De paso, generó inequidades, puesto que se establecieron topes para pensionistas, pero no para otros colectivos.

Revertir los copagos pasa, también, por revisar los tramos y por incluir topes para enfermos crónicos y colectivos con menos ingresos.