CARMEN M. LÓPEZ Madrid | viernes, 09 de diciembre de 2016 h |

Uno de los grandes retos a los que se enfrenta toda la investigación nacional es la falta de inversión privada. Es cierto que los proyectos de investigación se sirven de la financiación pública pero con la crisis económica se han recortado partidas y a veces no ha sido suficiente. Así se pone de manifiesto en informes como el de Cotec donde se ve claramente el margen de mejora en este terreno. Ante esta realidad y desde hace años el Instituto Ramón y Cajal de Investigación Sanitaria (Irycis) está consolidando un modelo novedoso.

Como explica su director de Innovación, Diego Velasco, la unidad ha tenido que buscar distintas fórmulas ajustadas a la realidad económica para facilitar la inversión dentro de un centro público. “Lo más innovador que se ha hecho ha sido crear un vehículo de financiación privada dentro de un proyecto que se ejecutará en un instituto de investigación público, porque generalmente el inversor se siente más cómodo”, asegura. Es cierto, que un modelo así requiere de una implicación más activa por parte del grupo de investigación en gestión, pero no ha sido un problema para los profesionales que trabajan en el Irycis. En la esfera nacional, esta fórmula de colaboración debería se extrapolable a otros hospitales y otros centros.

A todo motor

La producción de la unidad es óptima, como aseguran sus responsables. El director científico del Irycis, Alfredo Carrato, explica que la crisis económica no ha sido excusa para disminuir la carga de trabajo. “Es cierto que ha habido una disminución notable en la economía del país, lo que se ha reflejado en la investigación y en los grupos de inversión. Sin embargo, en los últimos tres años, se ha experimentado un incremento significativo en la cantidad de patentes que está solicitando el instituto, en los proyectos financiados y en el montante económico asociados a los mismos”, asegura.

Los descubrimientos del Irycis permiten tener un desarrollo del proyecto de investigación que finaliza con una aplicación para el paciente. “Una actividad que comienza en el laboratorio para que posteriormente se traslade a la clínica, es decir, la investigación traslacional”, recuerda Carrato.

Como indica Velasco, la unidad trata de dar apoyo tanto a los profesionales sanitarios como a los investigadores básicos que generan nuevos productos sanitarios o nuevos procedimientos a partir de resultados de investigación.

A modo de ejemplo, Velasco destaca que han trabajado con la unidad de bioestadística en implantar una serie de algoritmos para urgencias que favorecen la toma de decisiones médicas, basados en evidencia científica. “La mayor parte de las ideas que se generan en el entorno son complejas, que pueden ir desde nuevos Kit de diagnóstico; nuevas moléculas para el tratamiento o terapia de ictus; hasta terapias experimentales en dermatología para regeneración cutánea”, apostilla.

El desarrollo de estas herramientas no tiene una financiación al uso. Precisamente, esta ha sido la labor de la unidad de innovación: tratar de hacer una de traductores entre el mundo de la investigación y el mundo del negocio para hacer de estos proyectos, modelos atractivos para el inversor. Como comenta Velasco, el equipo se encarga de hacer estudios de oportunidad de mercado, de manera que además del impacto en el paciente, también redundará en el SNS.

En el camino, a la hora de desarrollar una idea, pueden surgir modelos o estrategias que se puedan patentar, “esta es una zona de difícil tránsito porque siempre hace falta una financiación desde el laboratorio hasta que ya se tiene la certeza de que lo que está desarrollando es aplicable a los pacientes, se puede patentar y vender”, cuenta Carrato. Así, los proyectos invertidos se encuentran en estadios de desarrollo que no se adaptan bien a las fuentes de financiación habituales de los proyectos de investigación en biomedicina, y tampoco son lo suficientemente maduros para generar interés de grandes empresas, por tanto, estos acuerdos se consideran clave para atravesar la fase conocida como valle de la muerte, en términos de negocio y convertirlos en una realidad para los pacientes.

Con todo, el objetivo de estas estrategias es convertir los resultados de investigación del Irycis en nuevos productos que mejoren la calidad de la asistencia a los pacientes afectados por diversas patologías. En definitiva, se ha creado una manera en la que compartiendo los futuros ingresos que puedan derivar de las patentes y su explotación comercial, los inversores atraen financiación, y esto revierte en el hospital. El director científico del Irycis asegura que es una muestra de que los hospitales para salir adelante se tienen que abrir a este tipo de ayudas. “Que uno pretenda hacer el desarrollo intramural sin contar con nadie más es un error estratégico y táctico, pues lo que hace es demorar el objetivo”, indica Carrato.

En conclusión, parece que queda claro que hacen falta alianzas externas económicas y científicas y las sinergias en el terreno científico y económico son las que hacen que lleguen los avances a la clínica para beneficio de los pacientes.


Proyectos



La unidad ha consolidado su alianza con la sociedad Canaan Research&Investment a través de la firma de un nuevo acuerdo de inversión para financiar proyectos de investigación. Con éste se han cerrado tres, orientados al desarrollo de nuevas moléculas para el tratamiento del ictus, nuevos modelos de diagnóstico del fracaso renal agudo y nuevas terapias para favorecer la regeneración cutánea.