Nieves Sebastián Madrid | viernes, 13 de diciembre de 2019 h |

La prevención, el diagnóstico temprano y encontrar el tratamiento más adecuado son los tres factores decisivos en el cáncer de pulmón. Por ello, avanzar en los mismos se sitúa como uno de los grandes desafíos en esta especialidad.

La jornada ‘Innovación y retos pendientes en cáncer de pulmón’, organizada de manera conjunta por la Asociación Española de Afectados por el Cáncer de Pulmón (AEACaP) y Roche, reunió a varios expertos que marcaron las prioridades para progresar en el tratamiento de esta enfermedad.

Una de las claves en las que coincidieron fue la importancia del cribado. Los oncólogos especialistas en cáncer de pulmón expusieron la necesidad de que se desarrolle un Plan Nacional de Cáncer en el que, al igual que ocurre con otros tipos de cáncer como el de colon, se establezca una estrategia de screening que mejore las cifras de diagnóstico temprano.

También respecto al diagnóstico aludieron a la necesidad de sacar el máximo partido a la innovación (secuenciación genómica, biopsia líquida…) para poder poner ‘nombre y apellidos’ a la enfermedad, de tal manera que el tratamiento tienda cada vez más a la individualización. Esta personalización en el diagnóstico también es muy útil, afirmaron los oncólogos, para decidir el plan de tratamiento que se asigna a cada caso.

Otro de los retos de futuro pasa por el impulso de la investigación en esta especialidad. Y es que, aunque los expertos estuvieron de acuerdo en que el cáncer de pulmón es ‘punta de lanza’ en I+D para otras especialidades, el cambio de paradigma logrado durante las últimas décadas debería servir como motor para aportar más recursos a la investigación en una enfermedad de tan alta prevalencia.

Mejoras en I+D

En materia de innovación, se extrajeron distintas conclusiones. Una de ellas es que, más allá de que exista una gran cantidad de hallazgos sobre la enfermedad, es imprescindible que estos puedan llegar al paciente. Y es que, uno de los problemas que se da es que en muchas ocasiones ni los sistemas sanitarios ni los propios pacientes están preparados para absorber la innovación disruptiva.

Además, se hizo alusión a la necesidad de que gestores, clínicos y agencias reguladoras trabajen para acelerar los procesos en caso de que sea necesario. Por ejemplo, precisaron que hay casos en que en las primeras etapas de un ensayo clínico se observa la eficacia de un tratamiento pero, la necesidad de seguir los protocolos a rajatabla hace que la innovación llegue a los pacientes mucho más tarde.

Estas dificultades en acceso también se observan en el análisis de biomarcadores. Esto sucede puesto que, aunque existen algunos de ellos que han demostrado ser de gran relevancia para saber si un pacientes es candidato o no a un tratamiento, si el centro asignado a un paciente no cuenta con los medios necesarios, este biomarcador no se podrá detectar, ya que no todos los biomarcadores se analizan en todos los hospitales. De esta manera, un paciente para quien un marcador sería crucial, podría recibir un tratamiento menos adecuado que no le fuera útil para tratar su enfermedad.

Una de las barreras para acometer todos estos retos es la falta de financiación. Desde la práctica clínica apuntaron a la necesidad de que los gestores vean la aportación de recursos como una inversión más que como un gasto. Esto sucede ya que, al identificar el tratamiento más adecuado para cada paciente desde el primer momento, se ahorraría en tratamientos ineficaces para los pacientes.


Aumentar los recursos en diagnóstico podría convertirse en un ahorro para el SNS a largo plazo