C. Rodríguez Madrid | viernes, 28 de junio de 2019 h |

¿Cuál es el valor de un fármaco? La pregunta del millón en el sector farmacéutico se juega en el terreno del beneficio clínico, y especialmente en el campo de la oncología. La variabilidad de las escalas que intentan medir este beneficio tropiezan siempre con la misma piedra: no parten de una base común, puesto que, para empezar, el concepto de ‘valor’ varía según el país y dentro de cada país es una cosa para cada agente del sector salud. En el caso de la industria farmacéutica, tiene muy claras las bases con las que parte para aclarar un concepto que permita medir el valor de una innovación de manera satisfactoria para todos. Así lo expusieron los responsables de acceso de Merck, Roche y AstraZeneca presentes en la jornada El beneficio clínico en oncología. Retos de su medición, organizada por la Fundación ECO y EDS.

“El precio de un medicamento, lo que aporta, debe recoger todo lo que es valor en todo el ciclo, hasta que llega al paciente, y todo lo que aporta a la sociedad”, aseguró Ana Polanco, directora de Market Access y Corporate Affairs de Merck. Esto implica, en su opinión, recoger aspectos como la I+D y el esfuerzo investigador en oncología. “En 2018, en la EMA se aprobaron 42 nuevos medicamentos. El 26 por ciento eran nuevos medicamentos para distintos tipos de cáncer. En España hay en torno a 3.000 proyectos de I+D en cáncer. El 37 por ciento de los ensayos clínicos están en cáncer y el 50 por ciento de ellos se están llevando a cabo desde la industria farmacéutica. Estamos por encima de la media europea en investigación en oncología. Debido a la complejidad que supone el campo oncológico, el desarrollo del medicamento supone 1,5 años más sobre otras patologías. Ese esfuerzo hay que ponerlo en valor cuando hablamos del valor de un medicamento”, añadió Polanco.

No solo esto. La industria también cree preciso trasladar el valor del medicamento más allá del propio medicamento, una idea en la que, además de Polanco, coincidió Beatriz Perales, head of Market Access and Government Affairs de Roche, y que entronca directamente con temas como la pérdida de productividad, la adherencia, la calidad de vida o la satisfacción del paciente. “Hoy por hoy, las escalas son útiles porque dan una valoración inicial del valor del medicamento, pero aún hay cosas que mejorar: hay que ponderar ganancias absolutas y relativas, premiar las ganancias de supervivencia a largo plazo, la evolución de la toxicidad….”, explicó la representante de Roche.

Se trata éste, el de la ausencia de la percepción del paciente, uno de los hándicaps más recordados por los oncólogos, que también insisten en poner sobre el mesa el debate del grado de innovación. Si ya hay un fármaco similar, ¿hay que seguir innovando con mee toos? La respuesta, para Luis Ángel Cordero, director de Relaciones Institucionales y Acceso al Mercado de AstraZeneca, no puede resumirse en un sí o no. Lo que aporta una innovación, según este experto, “tiene muchos prismas” y abre otras discusiones. La primera de ellas, que por lo general una innovación disruptiva solo se produce como consecuencia de numerosas no disruptivas. “Ojalá la innovación disruptiva fuera más frecuente, pero es la menos frecuente de todas”, aseguró. La pregunta importante, y que para este experto debería reflejarse en el concepto de valor, es otra pregunta: “¿Cuánto estoy dispuesto a pagar por el cabeza de serie que sustenta las innovaciones posteriores?”.


El concepto de ‘valor’ varía entre países y dentro de cada país es una cosa para cada agente del sector sanitario



El nuevo modelo debe partir de un diálogo que ilumine las carencias de información que afectan a todo el sector